De las cívicas hemorroides de Simonovis a las espirituales almorranas de la Conferencia Episcopal

No se podía esperar de ellos otra cosa. Nada les arredra ni les conmueve: están mal, pero muy mal pero se empecinan en acelerar para sus locos lo peor. Nacieron amando las cruzadas, las hecatombes, la Inquisición, las torturas y a las vírgenes de los siete puñales. No se lamentan ni jamás pedirán perdón por lo ocurrido el 11-A, sino que suspiran por el incienso con olor a carne humana que expelen ciertas grandes hogueras; por más sangre en las calles, por tensiones y sobre todo por los flecos demenciales que nos conduzcan a una espantosa guerra civil. No les interesa Dios ni nunca han entendido a Jesucristo; durante el paro petrolero que duró más de tres meses, cerraron las iglesias y los colegios católicos; no hubo misas de aguinaldo, mandaron al carajo los pesebres y sólo rezaban para pedirle al Señor que se cayera el gobierno. Que Dios nos castigara por haber elegido a Chávez. Se han ido muriendo uno a uno, y se ríen de las cuentas que hay que entregar antes de partir de este mundo. Embanderados con el neoliberalismo salvaje, con los que mataron a Danilo Anderson, con los que metieron paramilitares colombianos en la finca Dacktari, con los guarimberos y todas las marchas criminales de los aberrados mercenarios de la oposición (¡ellos los más horribles mercenarios!), sienten que eso de perdonar y de rectificar no va ni ha ido nunca con ellos. Allí esta esa Conferencia Episcopal Española que se cansó durante la guerra civil española y durante la era de Franco de matar despiadadamente “rojos”, y cuando Juan Pablo II al menos pidió perdón por las locuras cometidas por los conquistas en América, ellos dijeron ¡NO! Cuando se le pidió que expresaran perdón por esos crímenes de los franquistas, de los falangistas.

Otra vez vuelven a hacer llamados de odio, de sangre y a insurreccionarse contra los mandatos del pueblo, totalmente en un todo de acuerdo con las posiciones de Ismael García y Ramón Martínez quienes están gritando que ya se avecina una guerra civil. ¡Qué felices serían todos ellos junto con la CEV si aquí se diera una guerra civil! Si aquí ardieran los campos, si se destrozaron los hogares y los zopilotes se hicieran los dueños de las plazas, de los mercados y de las calles. Eso sería para ellos el Paraíso en la tierra

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Se lo estuvieron pensando, y después de semanas de declaraderas individuales de obispos y arzobispos, la Conferencia Episcopal Venezolana finalmente presentó ayer su posición oficial con respecto a la Reforma Constitucional. Más o menos lo mismo que dijeron cuando la Constituyente; más o menos lo mismo que dijeron cuando el Referendo Revocatorio, cuando la elección presidencial, los Firmazos, los Trancazos…. Tratando de encender los ánimos, exactamente como otra Beata Globovisión, pidiéndole a sus feligreses enfermos de mesmedad y de locura que se mantengan en posición de ferocidad incontrolable, dispuestos a dejarse matar para que aquí no impere una Cuba fidelista.

Según estos jerarcas de la Iglesia Católica, el proyecto que impulsa el presidente Hugo Chávez excluye a sectores políticos y sociales del país, restringe las libertades y representa un retroceso en materia de derechos humanos. Todo lo que ellos hacen y han hecho desde que el mundo es mundo. Desde los tiempos recientes cuando hacían antesala ante la bendita Blanca Ibáñez, para recoger aquellos chequesotes que la Reina de Miraflores les daba (procurando que la salvarán y la protegieran los ángeles infernalmente purpurados de la CEV); entonces jamás se les habría ocurrido decir: "La reforma acentúa la concentración de poder en manos del Presidente de la República y favorece el autoritarismo", El cínico y viejo sinvergüenza del arzobispo de Cumaná, Diego Padrón, regodeándose en cada frase, degustando con fruición las morcillas episcopales y ditirámbicas condimentadas por Baltazar Porras, continuaba: "Se limita la libertad de los venezolanos, se incrementa excesivamente el poder del Estado, se elimina la descentralización y se permite al Gobierno controlar muchísimos espacios de la vida ciudadana".
Puras babiecadas repetidas una y mil veces, mientras siguen ellos aparatdos del dolor del pobre, de las miserias del pueblo: "La reforma vulnera los derechos fundamentales del sistema democrático y de la persona, poniendo en peligro la libertad y la convivencia social, y la consideramos moralmente inaceptable".
Cabeza e’ Motor no lo habría podido hacer mejor. Un mamotreto que pareciera redactado por Patricia Poleo, Pedro Carmona Estanga o Carlos Ortega. Esa gente sin alma, sin conciencia y sin fe en nada, añade: "El punto central está en el cambio de un Estado democrático, en el cual puede haber diversidad y pluralismo, a un Estado socialista en el que el Gobierno lo controla todo… un modelo de Estado socialista, marxista-leninista, estatista, es contrario al pensamiento del libertador Simón Bolívar, y también contrario a la naturaleza personal del ser humano y a la visión cristiana del hombre, porque establece el dominio absoluto del Estado sobre la persona".

Brutos, cazurros, insensibles. En la misma línea del demonio, odiando con desesperación al pobre, a las misiones, a los trabajadores, agregan: "proposición de un Estado socialista es contraria a principios fundamentales de la actual Constitución".

Ellos que no tienen otro valor que los que impone el capitalismo, se permiten decir: "Una democracia sin valores se vuelve fácilmente una dictadura y termina traicionando el pueblo. La supresión de la libertad no corrige las injusticias sino que agrega otras, asfixiantes e insoportables. Y la reforma, más que enfrentar y superar la problemática vivida en el país, profundizaría la polarización entre los venezolanos, dificultaría la convivencia social con el peligro de generar nuevos odios y conflictos".

Están diciendo estos santicos, estos pordioseros del dolor, estos corderos del Señor Bush”, por todo el cañón: ¡VOTEN NO, carajo!, y con todo el cinismo del mundo, con todo el caradurismo más vesánico que quepa imaginar, acotan: "No quisimos tocar lo del Sí o el No, o lo de la abstención. Eso le va a tocar al pueblo… Esa es una decisión personal de cada quien. Lo que la Iglesia ha dicho es que primero es necesario conocer bien la reforma para poder dar un juicio realmente responsable… Nadie debe desentenderse, ni dejar de participar en su discusión, ni negarse a asumir una posición ante la propuesta de reforma". Hipócritas, fariseos.

jrodri@ula.ve


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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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