El calentamiento de la calle

Nadie puede negar la intención de los adversarios al socialismo en Venezuela, de calentar, con fines desestabilizadores, las calles de las ciudades del país. Se ha venido utilizando un conflicto entre los intereses privados de una empresa televisora con los intereses públicos del gobierno, para transformarlo en una confrontación política. Un enfrentamiento que se coloca en el marco de las violaciones a los derechos relacionados con la libertad de expresión. Y esta cuestión no se reduce a un intento de crear desordenes públicos domésticos, demostrativos de la pérdida de gobernabilidad dentro del Estado, para justificar una intervención externa. Se intenta calentar también el ambiente internacional, incluyendo la posibilidad de enturbiar las relaciones chileno-venezolanas. Para este fin se usa la mayoría pinochetista del Senado, en Valparaíso, para solicitarle al gobierno de ese país que acuse al nuestro, ¡¡nada menos que ante la OEA!! de violación a la libertad de expresión. Tal vez, el único país suramericano, cuyo gobierno es tutorado por los militares que depusieron a Allende, que en estos momentos acepta jugar ese papel. Ni siquiera el gobierno de Bogotá, hoy en día, es capaz de realizar semejante desaguisado. Más aun, para involucrar directamente a los EEUU, invitan a un seminario en la UCV, titulado “La Libertad de Expresión en una Sociedad Democrática”, al Embajador de la Casa Blanca, para que descalifique, en una fragrante violación de la Convención de Viena, al gobierno nacional, en busca de una reacción para justificar acciones hostiles contra Venezuela

Nadie puede impedir el ridículo. Y aquí en Venezuela hay completa libertad para hacerlo. Los propios directivos de la empresa 1BC, al ver la futilidad de su acción, se van a donde es: su competidora Venevisión, a quien denuncian, en el seminario antes mencionado, de ser la empresa televisora que tiene vencida la concesión. Es decir, que reconocieron que pusieron la cómica. La lealtad entre ladrones llega hasta el momento del reparto del botín. Ahora le toca el turno a Brownfield. ¿Cómo hará este Pilatos contemporáneo para lavarse las manos de su decisión condenatoria? ¿Cuál será el artilugio para señalarle a cualquier observador que visite el país y tome contacto con los medios, que aquí no hay libertad de expresión? ¿Cómo le indicará a alguien, con los innumerables indicios existentes, que no existe una acción psicológica y una presión militar contra Venezuela de parte de los neoconservadores usamericano que representa?

Pero lo cierto es que la calle se calentó. Bastó evocar los acontecimientos del 2002, para que el pueblo se movilizara. Y ahora ¿qué harán? Sólo tienen 4 opciones: se “van con el rabo entre las piernas”; “pasan agachados”; regresan al mundo civilizado del derecho; o, pasan a la acción. Es posible que, liderados por un retardado mental, como lo demuestran los estudios psicológicos realizados al personaje que ocupa la Casa Blanca, escojan la última, aun sin haber salido de la “inteligente” acción de la ocupación de Irak.

escruz@movistar.net.ve


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Alberto Müller Rojas


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