Manuel un cadáver político

Hace tiempo escribí una nota sobre liderazgo, en la cual afirmaba que quien pretendiera convertirse en líder de un colectivo, tenía que ser capaz de asumir la responsabilidad de sus actos e incluso hacer suyo los errores de quienes bajo su dirección actuaran en un momento determinado.
Quienes promueven los éxitos del equipo como suyos, por ser el líder y buscan entre sus seguidores a quien culpar por cada fracaso, terminan despreciados y olvidados por quienes una vez le siguieron.

Hago referencia a esa nota, porque fue lo primero vino a mi mente cuando escuché al gobernador Manuel Rosales afirmar que el delito contra la cosa publica cometido en la gobernación del Zulia, al darle destino desconocido a un dinero aprobado para pagar las deudas con los pensionados y jubilados de esa institución, no podía imputársele a él, porque estaba en campaña electoral para cuando ocurrió el hecho..
La cobardía puesta de manifiesto con una declaración que pretende “echarle el muerto al gobernador encargado para aquel entonces”, no puede sorprender a nadie. En este país, todos sabemos de la falta de coraje del gobernador.
Allí están como muestras las cobardes posturas asumidas después del fracaso del carmonazo y el sabotaje petrolero.

Lo que sí sorprende es que aún existan algunos venezolanos que vean en manuelito características de líder y estén prestos a seguirlo. Se requiere de un nivel de exigencia muy bajo para andar tras los pasos de un hombre con las deficiencias intelectuales, morales y políticas de Rosales.
Pudiera uno intentar creer el argumento de que “el no pedirle peras al horno” y “no creer en cantos de ballena” es más un problema de inhabilidad oratoria que de incultura; pero ¿cómo justificar los actos de cobardía y deslealtad con sus propios compañeros?

Por otro lado, reprimir a unos ancianos que protestan porque no se les han pagado sus prestaciones sociales, es no sólo un acto de insensibilidad, sino la estupidez más grande que puede cometer quien tenga aspiraciones políticas. Rosales, con la torpeza que lo caracteriza, no pierde oportunidad darle la razón a quienes afirman que es más fascista que inculto.
No hay antecedentes en el mundo de alguien que se haya ganado el respeto y aprecio del colectivo reprimiendo ancianos, pero manuelito piensa que puede hacerlo sin costo político.
Algunos dirán que esa es la actitud de los líderes de la cuarta y no mentirían con ello; el problema es que ahora no tienen el poder de antaño y las actitudes del “líder de la oposición” no ayudan, de manera alguna, a sus pretensiones de recobrarlo.

Venezuela requiere de una oposición seria, inteligente y honesta y a la oposición le hace falta un líder con inteligencia, habilidad y sensibilidad. Esto significa que los días de manuelito están contados. Al igual que su patrón, George Bush, se ha convertido en un cadáver político.
Si no lo cree, observe como alguien que pretendía convertirse en líder de la oposición y proyectarse internacionalmente para restarle capacidad de maniobra al presidente Chávez, se encuentra atrapado en un problema doméstico como el pago de las prestaciones sociales de unos ancianos. Su opositor, mientras tanto, se da banquete “barriendo el piso” con el jefe del imperio más grande que ha conocido la humanidad.



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Alexis Arellano


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