"Fernando Mires, Privatdozent"

No recuerdo quién dijo, antes que lo dijera Bolívar, que el talento sin probidad es un azote. Me resisto a creer que en 6000 años largos de civilización, nadie hubiese llegado a esa conclusión antes que nuestro Simón.

Pero a estas alturas de la Historia y cuando toda la civilización parece guindar de las decisiones que unos pocos enfermos toman en la Casa Blanca, la cosa se complica. Poca gente de talento va quedando. El talento cuando se ejerce con honestidad es un peligro. ¿Cuanta gente talentosa ha sido asesinada? Por eso asesinan a pueblos enteros, para borrar memorias, para borrar civilización, para devolvernos a la edad de piedra, como suelen amenazar los generalotes del Pentágono.

Ahora lo que más se ve por allí es gente mediocre y deshonesta en puestos donde es necesario que este gente de talento. Y son esos mediocres ocupando puestos diseñados para ser ocupados por gente talentosa quienes constituyen hoy un verdadero ejército de azotes. Bolívar se encurrujaria de tristeza, más aún, si le tocara sufrir la que nos toca a todos: La mediocridad disfrazada de talento como azote.

Hubo una época magnifica en que ser académico, profesor universitario, era sinónimo de rectitud, de nobleza, de honradez, de hidalguía, de perseverancia, de estudio, de disciplina, de responsabilidad. ¿Quién no recuerda la anécdota cierta de Don Miguel de Unamuno enfrentado a los fachas de Astray? ¿Era Unamuno la regla o era la excepción? No lo se. Sobre los hombros de Unamuno recaía la pesada responsabilidad de cientos de años de tradición y sabiduría: Salamanca.

Si todos los profesores universitarios pensaran un poquito más en sus instituciones, en el respeto que le deben a su cátedra y a sus colegas, serían menos irresponsables. Antes de abrir la sucia bocota, o teclear babosadas, investigarían, analizarían, compararían datos... En su irresponsabilidad se llevan en los cachos a las instituciones que le dan cobijo. Instituciones que confian en el talento y honestidad de su plantilla de profesores e investigadores.

Todo esto viene a cuento porque hay una piltrafa humana, de pasado ultra-izquierdozo y de presente ultra-reaccionario, que con título de Privatdozent de una jóven universidad alemana, Universität Oldenburg, se ha dedicado desde su obscura catedra de política internacional a atacar -sin razón, sin tino, y sudando prejuicios- a la Revolución Bolivariana. Fernando Mires, Privatdozent, es de origen chileno. A pesar de sus juicios infantiles sobre la historia reciente de nuestro país, y a pesar de la mediocridad amateur de su análisis(que algún nombre hay que darle), a pesar de llenar cuartillas con lugares comunes, con babosadas, tiene un puesto desde donde puede influir en grupo de jovenes estudiantes alemanes, que deben considerarle el único experto en asuntos latinoamericanos en esa casa de estudios. Basta leerlo para saber que mires por donde mires, Mires chicha, Mires limonada. Sin método, sin disciplina, sin lógica. ¡¡¡La mediocridad en
pasta!!! Y ahora hace campaña por Manuel Rosales.

Como ustedes pueden ver, a Rosales no sólo le rodean mediocres criollos y cipayos, Rosales atrae como imán la mediocridad de allende los mares. La mediocridad de este grupo de gente que pretende destruir a la Revolución Bolivariana y hacerle el trabajo sucio a Condoleezza, quién es quién al final paga la música, debe ser enfrentada con disciplina, con responsabilidad, con trabajo, con resultados.
¡Venceremos!, que algo queda...


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Manuel Brito


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