Quien No Quiera Diálogo... Quiere Sangre

Quien quiera pensar que no se ha pretendido crear condiciones para una guerra civil en Venezuela, quizá no se ha puesto a reflexionar sobre las acciones violentas, sin remordimiento, que se han llevado a cabo en nuestro país por un sector de la oposición, que frente a su actitud aburguesada y preñados de una paranoia sobre  perdida de derechos y libertades “propias de su clase”; fueron capaces de matar, con métodos subversivos, colocando guayas, disparando desde azoteas al estilo de francotiradores; y desde sus urbanizaciones privadas con armas sofisticadas amenazando con matar todo lo que huela a Chavismo; desear la muerte del Presidente Maduro. Todo ello y mucho más, al margen de las leyes que rigen a cualquier sociedad civilizada, sin mostrar ni el más mínimo arrepentimiento, ni las mas mínima sensibilidad social, ni el mas mínimo razonamiento político que pudiera dar aunque sea un  sólo elemento justificativo para tales acciones perniciosas. Si no bastaron los 43 muertos del año 2014, ni los muertos de abril de 2002, ni los magnicidios de Danilo Anderson, de Robert Serra, ni de Eliecer Otaiza. Entonces podemos pensar que hay un sector magnicida en nuestro país, capaces de generar violencia sediciosa, solo para recuperar privilegios políticos de un pequeño pero poderoso sector económico que quiere llegar nuevamente a Miraflores.

Ha sido pública y notoria la falta de remordimiento de los líderes opositores frente a los resultados que han arrojado las acciones violentas propiciados por ellos mismos. Ejecutadas por un sector de sus seguidores segados por ese odio sin sentido, que les fue inoculado e inducido en contra del Presidente Chávez, inclusive desde antes de que éste ganara su primera elección a la Presidencia de la República   en el año 1998. Un odio heredado ahora hacia el Presidente Maduro.

Hemos visto también, en la historia reciente, la atrocidad del Imperio Norteamericano acelerando planes de ocupación Militar a países en el Medio Oriente y en África, la destrucción de ciudades enteras, la muerte de cientos de miles de inocentes, la desocupación forzada de cientos de miles de personas desterrados y con destino incierto, atravesando fronteras, para a su vez ser despreciados con muros y acciones represivas de gobiernos y países europeos que aún siendo parte importante como actores de esa misma guerra, se niegan a brindar la suficiente ayuda humanitaria. El mismo caso, de falta de remordimiento, donde la vida carece de algún valor, siempre y cuando no sea la vida de ellos, siempre y cuando esa vida no represente la garantía del statu quo que estas “sociedades superiores” merecen, o mejor dicho que las grandes corporaciones económicas y bélicas quieren sostener. También vimos, en la historia reciente latinoamericana, por citar solo una: la invasión a Panamá, el bombardeo al barrio panameño El Chorrillo, entre otros sectores, donde miles de personas fallecieron, una especie de ensayo muestra de poderío y sometimiento a una sociedad que debía permanecer arrodillada y reprimida porque se deben a su amo: al poderío bélico, a esas corporaciones económicas dueñas a su vez del capitalismo, principalmente al Imperio Norteamericano. El mismo imperio que líderes de la oposición solicitan la aplicación de la Carta Democrática, el mismo que gracias a sus acciones Obama emitió Decretó donde señala que Venezuela es una amenaza inusual y extraordinaria.

Volviendo al tema venezolano. los grandes desentendidos de las acciones de guerra psicológica, propiciadores del odio en sus adeptos quienes estuvieron por años sometidos un gran lavado de cerebro a través de Globovisión, inyectando veneno anti-chavista las 24 horas del día, despreciando a las clases pobres de nuestro país, desprestigiando al gobierno con ayuda de todo el poder mediático privado, foráneo e internacional, para así lograr la impresión de que nada sirve, que la corrupción, la ineficiencia, que las hordas chavistas tomarán la propiedad privada, que los pobres son los culpables de los males que  padecen los ricos, de la inseguridad, que ahora los pobres compran en los centros comerciales de la clase media, que ahora la servidumbre tiene derechos, que el chavismo acabó con la clase media, que Chávez no sirve, etc. Y en contraposición de esta inducida y malintencionada afectación mental, también veíamos por el mismo medio de comunicación y en sostenimiento de sus privilegiados derechos,  la “otra Venezuela”, la Venezuela que para ellos solo existe, la que se acostumbraron a vivir desde su cúpula de cristal sin importar las miserias marginales que los rozaban, la Venezuela aburguesada que presentaba y sigue presentando en sus avances de propaganda comercial: la de los Resort lujosos, la de vehículos último modelo, la de viajes hacia Aruba, Orlando y Disneyworld, la de camisas costosísimas, clínicas estéticas para resaltar sus banalidades, restaurantes de lujo, McDonalds, entre otros; que irónicamente en los contenidos informativos: el chavismo ha destruido. Toda esta disociación prevalece en el ideario opositor venezolano. Y los propiciadores de esta desfachatez, y de las muertes sin remordimientos que han ocurrido en nuestro país por razones políticas en los últimos 18 años (sin olvidarnos de las décadas que le precedieron), están sentados en la mesa de diálogo, pero sin garantía para la opinión pública de que permanezcan sentados, ya que también en la historia reciente hemos visto como las patean.


viabierta@yahoo.es



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