Al enemigo le tenemos en el lecho ideológico

Cuántos les hay apostados de mucho poder desleal, cuántos más dispersos maniobrando a antojo políticas desde ministerios, empresas e instituciones, y es de conocimiento público y popular y nadie llega a adivinar cuál es el secreto para que no les remuevan, y está prendido el peo y ahí se mantienen en sus puestos desde donde conspiran, ¡váyase a saber qué bicho de poder les cuida y apadrina! Lo cierto es que se revisten de poder y aunque les denuncien con pruebas contundentes, éstos y éstas son caca. Y entonces luego nos quejamos de que si nos sabotean, de que en ciertas empresas tanto del Estado como anexas y conexas todo anda torcido, con duro rumbo capitalista, que no hay ni pizca de socialismo en ellas y que en donde el obrero intente mantener lo que ha conseguido hacia el nuevo Proceso Social del Trabajo lleva palo hasta del mismísimo ministerio y de alguna vice-ministra con extra poderes, donde por cierto hay enemigos a granel, o de algún gendarme que asume a la empresa como su cuartel. Y entonces nos damos cuenta que nos tienen rodeados y a merced de la política individual de cada uno de ellos/as y que para nada valen las políticas emanadas desde el poder central, cada cual hace de su camisa un saco, intocables y timoneles sin el golpe. ¡Y vaya que caradurismo tan arrecho!

Y se quieren volver a preñar de buenas intenciones y esta vez posesionado cada cual desde espacios de la revolución hechos anti-ideológicos; mas, no ha de sorprender, de forma paulatina se han adueñado del aleve maniobrar, que a propósito, no llega ni a cumplir jamás ni con resultados tecnócratas, y desde luego, impensable el empeño socialista. Eso lo ha vaticinado el pueblo, pero con perpleja extrañez han sido infructuosos e imprósperos los reclamos y el poder sigue constituyéndose en ser el poder de la añagaza política de ventajas de la apropiación indebida (hurto del poder a como dé lugar). Una inentendible actitud en el estricto político ideológico socava al proceso de cambio; sin saber por cuales razones, impera el viejo sistema ante la lucha por transformar, ahí se juega con el entramado donde la cultura del desarrollo colonial persiste y se diría que hasta quien le combate sin querer, por eso de la costumbre, se le alía de manera "inocente", pues el sometimiento de la figura piramidal queda intacta: Religión, lo castrense, como forma de dominio, lo sublime del dogma y la subordinación de confusa disciplina, el amparo del poder económico que tutela a estos dos fraudulentos y le da manutención a los estratos burgueses y a su demagógico tropel politiquero significado de y por sólo coloridos partidos.

A instancia de contra revolución se está inmerso en el falaz juego; el enemigo se ha asistido de inocular entrañas ideológicas, se ha hecho eficaz para corroer desde altas esferas, medias y bajas, permanece allí, por voluntaria concesión de algunos aprovechados mercaderes de la política, mas, lo inexplicable es por qué, a quién beneficia y cuánto perjudica, y cómo es qué se acepta a sabiendas de los irreversibles daños colaterales, cuál es esa rara política que admite al enemigo dormir en el lecho ideológico, qué motiva lo mancebo por encima de la experiencia, a dónde ha ido a parar la formación, con qué aderezo se come la vulgaridad de la deshonestidad y por qué al pueblo se le exige por parte de los rufianes silencio disciplinario, mientras su bocaza estraga a la credulidad y pone vilo la sospecha, el pueblo no es menso, aprendió a callar y a mucho saber esperar, pero es bien certero su zarpazo al sagaz traidor, el pueblo se ha hecho revolucionario, sabe diferenciar para castigar aquel, el contraventor y a cuales imbricados, creen dejarse colar, por aquello de: ¡Aquí no ha pasado nada! Y hagamos borrón y cuenta nueva; políticos de variables estadías, a según las estén circunstancias camaleónicas y el tinte que destiña la roja pedagogía.



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Omar Ignacio Pinto


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