¡Qué barbarité, plomo como en una película de vaqueros!

El Muchacho cabalgó durante horas por aquellos desiertos, a lomo de su caballo palomo. A lo lejos divisó una polvareda, era una diligencia en la que podría venir el Sheriff del condado, por lo que para no topar con la ique ley, la esquivaría, su objetivo era enfrentar primero a la zurraspa de los bandidos, por ahora.

Medía 6 pies y tres pulgadas, sin un átomo de grasa en el cuerpo, el sombrero calado hasta el pescuezo y una mirada de acero, más fría que el hielo.

Lo primero que hizo el forastero fue mandar el caballo cansado, a abrevar, y luego se dirigió al Saloon a paso lento y firme pero no sin antes ajustarse las cartucheras de las que pendían sendos Colts 45 cañón largo.

La Muchacha, al verlo entrar al Saloon y dirigirse al mostrador, murmuró: ¡quién será ese tan alto, no lo he visto por aquí antes, si no fuera por su nariz tan apolínea habría jurado que se trata de “Cabeza´e coleto” -el del club de los pobres- por lo apuesto.

_¡Sírvame un trancazo! -dijo el forastero-. Acto seguido la gente se fue apartando, sólo quedaba la Mesa del fondo y desde la cual un grupo de malhechores Unidos Desenvainaron pero ya era tarde, detuvieron con sus frentes lo que el forastero, nomás girar media vuelta sobre sí, les enviaba con velocidad de rayo.

Así más o menos es el cuento de las películas vaqueras, nada que ver con la verdad; mas, he ahí a la MUD contra Maduro, eso es plomo y plomo de verdad; pero, como en las vaqueras, Maduro les da su “Avena Quaker” en un santiamén.
 



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Guillermo Guzmán


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