Una sarta de mentiras y manipulaciones esgrimió el Embajador ante la moribunda OEA, para tratar de justificar la actuación de delitos económicos, contrabandistas, paramilitares y narcotraficantes. Habló de estupideces, ya sosas y gastadas, sobre violaciones de derechos humanos, cuando es Venezuela quien ha acobijado a más desplazados del hermano país debido a sus problemas internos de miseria, violencia, guerra, narcotráfico, paramilitarismo, desempleo, falta de atenciones sociales y pocas oportunidades para una vida mejor.

La sola cifra de más de cinco millones de colombianos que viven en Venezuela, es una muestra tangible de solidaridad y hospitalidad con los colombianos con quienes compartimos nuestra educación, salud, e inclusión social en las tantas misiones que nuestro gobierno socialista tiene con el pueblo. Podríamos decir que hasta un gran número de familias han sido beneficiadas de la Gran Misión Vivienda Venezuela.

Sin embargo la derecha colombiana y la venezolana también, se empeñan en manipular y mentir. Todos pudimos ver como los demonios mediáticos de CNN transmitió y afirmó como el gobierno de Nicolás Maduro derribó casas en la frontera de colombianos; cuando en verdad lo que se derribó fue una casa de citas, un burdel, un centro de prostitución donde vejaban, violaban y torturaban sexualmente a cientos de niñas colombianas y hasta venezolanas, en la frontera donde los asesinos o paramilitares actuaban como Pedro por su casa. Todos estos asesinos movilizados por su jefe Alvaro Uribe Velez, quien tiene un amplio prontuario delictivo y criminal responsable de las más grandes fosas comunes de la historia neogranadina.

Aunque Venezuela consiguió una victoria en la OEA, donde hizo valer sus derechos soberanos y la buena voluntad de construir una frontera de paz, el pueblo no debe de confiar en una OEA que realmente no representa los intereses de los pueblos sino que pareciese un club privado a los intereses del imperialismo norteamericano y sus transnacionales. Será las voces de los pueblos, la Celac, Unasur, quienes tendrán más credibilidad y fortaleza para colaborar en la solución de este conflicto que lo ha generado el desgobierno colombiano en la frontera, donde ha relegado a millones de colombianos a que vivan del saqueo, del contrabando y de la delincuencia lesionando la tranquilidad y paz de los venezolanos.

Mientras la derecha internacional promueve un inaceptable odio contra Nicolás Maduro y contra la revolución venezolana, nuestro presidente obrero se encuentra realizando visitas importantes de intercambio y acuerdos con Vietnam y China, dos colosos milenarios en la producción de alimentos y tecnología para el buen vivir del ser humano, para paliar las incomodidades económicas que se ha generado por el constante y perverso bachaqueo hacia Colombia.

Es por ello que debemos seguir apoyando el cierre fronterizo hasta que hayan condiciones mínima de estabilidad y de normal intercambio económico. Valiosos sondeos y muestras sociales arrojan que es necesario cerrar en el Zulia y Apure, que son dos estados fronterizos con Colombia y donde también son millones de bolívares que se producen para la nación por el contrabando ilícito.

El contrabando de extracción lesiona considerablemente la economía nacional porque no sólo se llevan el producto y le dan el consumo sino que no se devuelve la divisa y se pierde toda la inversión. Es diferente y más nociva que nuestra especulación, que también es dañina, pero al menos se consume en nuestro país y se aprovecha la divisa.., es por ello que todos debemos estar consciente que este contrabando hay que eliminarlo, que las mayorías piden el cierre de la frontera con Zulia y Apure y que solo normalizando nuestras economías, construyendo la paz, podemos estabilizar no solo las relaciones con Colombia sino estabilizar nuestra economía que ha sido víctima del acecho imperial que a fin de cuenta busca es destruir el gobierno revolucionario intentando torpemente bajar el autoestima del pueblo venezolano que cada día muestra su alta conciencia política y soberana para defender nuestra patria.