La peligrosa disolución de la MUD

COPEI sale de la Mesa de la Unidad Democrática –MUD-. El Movimiento de Integración Nacional –MIN- le sigue los pasos. El MAS lo había hecho con antelación. Bandera Roja busca identidad afuera. Gómez Sigala se inscribe con organización propia. Torrealba se desgañita y Ledezma calla. Leopoldo López sigue preso. La señora María Machado monta tienda aparte. Ricardo Sánchez y su grupito buscan acomodo en el Gran Polo Patriótico. La implosión es evidente. Se disuelve la MUD. Los cooperantes se envalentonan. Nada que celebrar, el escenario se torna peligroso.

La Mesa de la Unidad Democrática –MUD- es una mezcolanza de intereses financieros y políticos que se constituyó en enero del 2008 con el propósito de frenar el proceso de cambios políticos y transformación social y restaurar el agotado modelo neoliberal. Son los restauradores del pasado. En 2009 se reestructura para abrir espacio a la sociedad civil y suscriben el documento "Acuerdo de Unidad Nacional" donde quedó plasmada su incoherencia político-ideológica y su dependencia del apoyo financiero foráneo. En 10 puntos de generalidades, contradicciones y banalidades terminan suscribiendo la intervención e injerencia extranjera como alternativa para asumir el poder.

En 2010 comienzan a matizar su discurso con el tema de los derechos humanos, defensa de la Soberanía Nacional y el bienestar de los venezolanos. Reconocen la trascendencia de los programas sociales impulsados por el Comandante Chávez. Una predica que, rápidamente, entró en contradicción con su convocatoria a la violencia. El doble discurso como expresión de su incoherencia político-ideológica los condujo a un rotundo y persistente fracaso electoral.

El vaivén político en la MUD se profundizó a partir del 2012. Sus elecciones internas terminaron en un torneo de acusaciones de fraude. La derrota electoral de Capriles fue compensada con el posicionamiento de Primero Justicia por encima de los partidos tradicionales. En diciembre de ese mismo año el chavismo logró una contundente victoria ganando 20 gobernaciones y la MUD sufrió otra derrota. En abril de 2013, ante unas elecciones sobrevenidas, Capriles es derrotado nuevamente. No asimila su fracaso, desconoce los resultados y convoca a la violencia. Provocó la muerte de 15 venezolanos.

A comienzos de 2014 la MUD suscribe y da impulso al "Plan Salida" que se resume en la vía de la violencia para asumir el poder. El país se envolvió en una "guarimba". Este plan con sus consignas banales y acciones neofascistas apoyado en una vigorosa ofensiva mediática dio paso a la destrucción de escuelas, bibliotecas, centros dispensadores de salud, transporte público y el asesinato de 45 venezolanos. A finales del año, el chavismo logra una contundente victoria en las elecciones municipales conquistando 255 alcaldías (76%). La MUD cosechó la cuarta derrota electoral en 2 años.

Ante la derrota del "Plan Salida" y su fracaso electoral, la MUD desarrolló una estrategia complementaria. Por un lado impulsan la violencia y el otro la condenan. La incoherencia persiste. Su reacomodo interno se alimentó de las posibilidades de aprovechar los resultados de la "guerra económica" para obtener el éxito electoral. Pretendieron cabalgar sobre el desaliento colectivo y creciente incertidumbre social para obtener votos y una mayoría parlamentaria que le facilitara el atajo constitucional

Hoy, la implosión de la MUD se puede interpretar como el resultado de su incoherencia política e ideológica, la ausencia de un proyecto de país, su falta de vínculo e interpretación de la realidad social y su reiterado fracaso electoral. Su quehacer político es tan básico que niega la complejidad que la política encierra. Jesús -Chuo-Torrealba lo expresa con su florido discurso.

En esta coyuntura social, política y económica tan difícil que vive el país, la implosión de la MUD y, en consecuencia, su disolución resulta peligrosa porque abre el camino de la violencia como única alternativa de la oposición. Sus mentores y financistas (internos y externos) buscaran profundizar la "guerra económica" y acentuar sus ataques desde el exterior para propiciar el caos social. Sus aspiraciones electorales están siendo frustradas por la realidad política. El camino de la violencia puede ser alimentado por una realidad social que se caracteriza por la incertidumbre.

La falta de respuestas oportunas y la ineficiencia de la burocracia, están estimulando desconfianza en amplios sectores de la población. Hay descontento, insatisfacción y una creciente incertidumbre social. La gente reclama eficiencia de las instituciones, respuestas confiables y apego a la ética, pero no cree en un cambio de modelo. El chavismo no vota por la oposición, pero deja de votar. Hoy, la oposición está derrotada y desmantelada. Su única esperanza para ganar las elecciones está en la profundización de la crisis y la ineficiencia burocrática.

La gente quiere cambios dentro del modelo del Socialismo del Siglo XXI. Cambios que nos permitan retomar el rumbo. Esa aspiración colectiva adquiere mayor fuerza con la peligrosa disolución de la MUD. Al chavismo le corresponde atender sus urgencias políticas y al Gobierno Nacional profundizar el diálogo nacional y un plan de emergencia para derrotar la escasez, las colas, el "bachaqueo", la especulación, la galopante inflación, la inseguridad ciudadana, la ostentosa corrupción…y repensar la política cambiaria y fiscal…



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Darío Morandy


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