El prototipo de los Escuálidos

Ningún personaje de la historia de la Independencia encaja tan bien dentro
del prototipo de los escuálidos, como Francisco de Paula Santander. En
este arquetipo de gente mala sangre, hipócrita, falso, melifluo,
verborreico, intrigante y traidor, que desgraciadamente tanto se ha venido
cultivando en Venezuela, destacan en el siglo XIX, por su desbordada
lengua y peor cinismo, Vicente Azuero, Francisco Soto, Florentino
González, Diego Fernando Gómez, Antonio Leocadio Guzmán, con sus
equivalentes hoy en tipos como Alfredo Peña, el cura Mickey De Viana, el
padre Luis Ugalde, Carmona Estanga, Andrés Velásquez, Carlos Ortega, Pablo
Medina, entre otros.

Cuando ya Santander se había despojado de su careta de revolucionario
comenzó a perorar despiadadamente contra el proyecto bolivariano; decía:
"En Venezuela, en Quito y en Nueva Granada hay partidarios del gobierno
monárquico, y lo peor es que un estado de perpetua agitación, de
inestabilidad y anarquía, corroboran fácilmente esta opinión y la propagan
sin esfuerzo. ¡Qué de males le ha hecho Bolívar a nuestra pobre patria!".
Ya sin careta, digo, Santander agitaba tambores de guerra para promocionar
su figura y la de su propio partido. Y el enemigo a vencer era uno sólo:
el Libertador. Había que destruirlo, porque de otro modo quedarían sin
movilidad los mercaderes que se estaban enriqueciendo del Estado. Entonces
procuraba hacer ver por cuantos medios tenía a su alcance que Bolívar era
un tirano, enemigo de las leyes, arbitrario, sangriento y déspota. Y como
sabía que la mejor manera de desacreditarlo era mandando papeles a Europa
que lo pintasen como un ogro sin escrúpulos, pues en eso afinco sus uñas y
sus flemas. Él lo llamaba entre sus íntimos el "Tirano en Jefe", "el loco
de las malditas correrías".

Como no tenía coraje como militar, Santander buscó apoyo entre los
asesinos del Cauca y de Pasto (José María Obando y José Hilario López),
quienes luego se pusieron del lado del Perú en la guerra contra su propia
patria (y que para que no quedase heredero bolivariano en Colombia mataron
artera y vilmente a Sucre). La misma cosa de está pasando en este momento,
cuando muchos hacen votos porque EE UU nos invada, nos declare una guerra.
Cuanto criminalmente se intentase contra Bolívar era "bueno" para la salud
de la patria. Santander incluso confesó que estaba dispuesto a unirse,
hasta con la religión de los musulmanes y con el propio Satanás si éstos
de algo les servían en destrucción y aniquilamiento del Libertador.
La FEDECÁMARAS de entonces estaba conformada por unos grandísimos ladrones del Estado que se habían enriquecido descarada y vulgarmente,
despilfarrando el famoso empréstito de Goldshmidt (hecho a Inglaterra en
1825), y como siempre jugaban a la ruina de la Gran Colombia (pues con
ello sacaban jugoso provechos para haciendas). El Pedro Carmona Estanga,
el cura Ugalde y el Carlos Ortega tenían sus equivalentes en figuras como
los banqueros y mercantilistas como los hermanos Manuel Antonio y Juancho
Arrublas, Francisco Soto y Francisco Montoya.

Estos personajes eran íntimos amigos, ultra solidarios con el proyecto
mercenario y liberal de don Francisco de Paula. Además los unían los
eternos negocios mercantilistas, ya que se le había propuesto a Santander
conformar una compañía para controlar el canal de Panamá, y todos ellos
estaban ya metidos y moviendo el asunto. Invitaron a Bolívar para que
formara parte de esta macolla mercantil y el Libertador los mandó
literalmente al carajo.

Realmente Santander estaba profundamente convencido de con aquel "bicho"
no era posible el diálogo, acuerdos o componendas de partido. Con aquel
"bicho" iban a ser desplazados por los Generales en Jefe de mayor mérito;
con aquel "bicho" no había manera de enriquecerse con los fondos públicos,
y se iban a poner a las malas con la Santa Alianza, es decir que se iba a
vivir en una pertinaz guerra contra Europa sin poder sacar provecho alguno
de las bendiciones que les aportaban los "haberes" militares.

Aquel "bicho" tenía entre ceja y ceja liberar todos los esclavos y acabar
con ello la única mano de obra que había en las grandes haciendas. Aquel
"bicho" andaba con la obsesión y "estupidez" de hacer leyes protectoras de
los indígenas y del ambiente e impedir la especulación. Entonces había que
matarlo.

Y siendo Santander Vicepresidente de la República, y no estando Bolívar
sino en el frente de guerra en el Sur quemándose los pechos, se metió,
digo, el Vice de lleno en la oposición. Entonces cuanto de bueno se
derivaba de su alto cargo lo explotaba al máximo para su propio provecho y
lo malo no era su problema sino del "Tirano de las Malditas Correrías".
¡Qué de similitudes, Dios mío!.

jrodri@ula.ve


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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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