Pildoritas 50 (año VIII)

Lo aceptamos, somos una amenaza y lo seguiremos siendo mientras haya imperio, pero…

Una amenaza, como se quiso desde el imperio etiquetar a nuestro país, mediante un decreto ejecutivo que trae consigo todo el veneno y el peligro que ya otros pueblos han vivido y siguen viviendo, a través de invasiones con resultados catastróficos, incluso para los invasores, en nuestro caso, ha servido para, como no ha sucedido en hechos similares, se dé al mundo una demostración y al imperio una lección que tiene varias lecturas, por un lado que el mundo ha cambiado, que vivimos (Correa dixit) una época de cambios, en que ha permitido que surja en los pueblos, precisamente lo que niega Obama, que es regresar a nuestros orígenes históricos que nos convirtieron en una excepción, pues a diferencia de los imperios, salimos de nuestras fronteras a libertar países enteros y no a conquistar, esclavizar, asesinar y robarse las riquezas que fueron la base para que los conquistadores hoy sean llamados países desarrollados y nosotros aun estemos en la lista de apenas subdesarrollados, si acaso en vías de desarrollo.

Cuando un 19 de abril de 1810 se encendió la primera chispa de independencia, ahí sí comenzamos a ser una amenaza real para los invasores, tanto que los derrotamos y echamos de nuestras tierras, no sin haber sufrido la mengua de millones de seres humanos y el despojo de nuestras pertenencias.

Ahora, no estamos en guerra declarada, mal podríamos hacer otra cosa que resistir indefinidamente, en caso de la materialización de un ataque armado, ahora lo que sucede es que este país, la patria de Bolívar y de Chávez, es visto por el imperio con recelo, y hasta temor porque se ha convertido otra vez como hace más de 200 años, en un faro de libertad que poco a poco se ha venido concretándose en los llamados países progresistas de la región y que incluso ha Influenciado decisiones de los pueblos en otros continentes y por ello es tan amenaza, guardando las distancias, como lo fue para el imperio romano, la figura de un líder y un pueblo detrás, al que aun crucificado dio al traste con el poder imperial y hoy solo se recuerda ese imperio por los libros de historia.

En realidad, si a ver vamos, sí somos una amenaza, porque hoy vemos como, donde menos se pensaba, surgen movimientos que nadie niega se han inspirado en nuestra Revolución, y lo que más temor infunden a quienes tienen la vocación de opresores, es que en poco tiempo se han convertido en acumuladores de cada vez más voluntades, que han prendido las alarmas de quienes se creen ungidos por el poder de los demonios del mal, para creerse con la exclusividad de gobernar a los pueblos desde su óptica depredadora, explotadora neoliberal que hoy conocemos como Capitalismo, que tanto daño le ha hecho a la humanidad.

Somos en verdad “el coco” para esos líderes que ven cómo de manera progresiva, otro sentido de la vida, basado en lo social, en la solidaridad, en la equidad, en el amor, en la no injerencia, se extiende con fuerza por el mundo, y que bien podría llamarse socialismo, cristianismo, humanismo o como queramos, pero que se muestra como una real alternativa, adaptable en cada sociedad, al salvajismo de los que hoy tienen al mundo en una crisis cuya salida ha sido conquistar por las armas lo que no les pertenece y que ellos han consumido hasta el punto de hacer peligrar su sobrevivencia y obligarlos a cambiar sus patrones de vida, para lo cual como hemos visto no están ni preparados ni dispuestos.

Ahora bien, como en todos los casos siempre existe una excepción y la Patria de Bolivar, a raíz del famoso y nefasto decreto Obama, ha sido esa excepción, porque como nunca sucedió en casos similares, de los cientos de decretos en que el paso siguiente fue la intervención armada, Venezuela concitó en torno suyo una solidaridad inusitada y el logro, inesperado para el imperio, fue estimular la unidad interna y provocar la solidaridad mundial, lo cual quedó sentado sin posibilidades de afirmar lo contrario en la Cumbre de las Américas de Panamá, en donde se abonó la semilla de libertad irradiada desde nuestra Patria para que crezca con mayor velocidad y sea un acicate para que los pueblos den un paso al frente para sacudirse el yugo de la bota imperial que directa o indirectamente pende sobre ellos.-

Ahora bien, la verdad es que no hemos sido invadidos por medio de una acción bélica, ello al parecer está descartado, pero resulta que hay una guerra real, progresiva y de mengua que ya llevamos más de un año padeciendo que es la llamada guerra económica, para ello no hubo decreto, simplemente se implementó, como una copia fiel y exacta de la que en Chile dio al traste con un gobierno, por cierto inspirador de nuestra Revolución, esa guerra mientras persistan sus consecuencias, que son como misiles con nombres específicos: acaparamiento, desabastecimiento, aumento desmedido de precios de todos los rubros, sean o no de primera necesidad, contrabando en gran escala si sumamos la acción del fenómeno del bachaqueo, colas denigrantes y ahora lo que se ha dado en llamar bachaqueo bancario, cuando para conseguir una tarjeta de crédito en los bancos públicos ya se estableció por parte de empleados inescrupulosos una comisión que va desde los 5 mil hasta los 25 mil bolívares, en la población existe la sensación de que estamos perdiendo la guerra, lo cual de no revertirse a como dé lugar, el objetivo final que es debilitar la revolución, por un lado estimulando en el chavismo el desencanto, que se puede reflejar en una abstención catastrófica y por otro buscando accionar en el sentimiento de la gente opositora y de los llamado nini, la presunción de que es indispensable un cambio, en el entendido de que todos esos males se acaban con él, sin razonar que, es verdad, a corto plazo podría devenir una solución transitoria pero insostenible, simplemente porque a estas alturas ya se ha hecho una forma de vida mantener la situación, porque está visto, que ninguna medida de las que se han tomado ha surtido el efecto deseado y quienes ilegalmente conscientes o no, participes voluntarios de dicha guerra, se benefician de ella, no se van a desprender de manera fácil de esos beneficios, no olvidemos que mucha gente, incluso ha renunciado a sus trabajos para enriquecerse fácilmente, ha cambiado entonces su status de vida, ha adquirido bienes que debe mantener y por lo tanto va a querer seguir por cualquier medio aferrado a esa , que ya es una cultura que forma parte de la idiosincrasia de muchísima gente.

No podemos pues depender de una maquinaria, de una organización que muchos movimientos del mundo envidian, es necesario revertir en la conciencia de la gente la sensación de indefensión que aparentemente ha demostrado el sector oficial, a pesar de los esfuerzos que lamentablemente solo pocos apreciamos pero que la gran mayoría no siente en resultados concretos.



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Saúl Molina


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