¡Cuesta abajo!

Pareciera que el mundialmente famoso Carlos Gardel hubiese sido un visionario del acontecer en la Venezuela revolucionaria y chavista cuando cantó con tanta pasión, vehmencia y melodía, la canción de Alfredo Le Pera "Cuesta Abajo". En la letra se dibuja el drama del opocisionismo venezolano, siempre tan rastrero y servil. Además de estas dos cualidades, definitivamente ya no tiene sintonía con el pueblo llano. Solo le queda lo que utilizó en el pasado: la mentira, la manipulación y el entreguismo a sus amos imperiales. Pero están al descubierto y las mayorías no les creen.

Y es que ante esta coyuntura histórica que atraviesa Venezuela, ante la amenaza de mayor envergadura que ha hecho los Estados Unidos en contra de la Patria de Bolívar y Chávez , la dirigencia opositora que hace vida en la Asamblea Nacional recibió "órdenes superiores" (de la embajada gringa en Caracas) y como obedientes que son, se negaron a firmar el documento, que en un principio fue de Venezuela solamente pero con el trascurrirr de los días se convirtió en latinoamericano-caribeño y mundial, exigiendo al desvergonzado títere de la Casa Blanca, Barack Hussein Obama, que derogue el Decreto con la pérfida provocación. El citado Documento no es para avalar al camarada obrero Nicolás Maduro, ni para enaltecer al PSUV o al Gran Polo Patriótico. Es nada más ni nada menos que para impedir una invasión armada en contra de nuestro país. La Patria está por encima de todo. ¡Qué clase de dirigencia opocisionista tenemos!.

El opocisionismo traidor va cuesta abajo desde 1999, fecha en que el pueblo se hizo gobierno cuando asume el poder el inmortal Comandante Eterno y Supremo Hugo Chávez Frías. Golpe de Estado, paro petrolero y la constante injerencia imperial fueron derrotados gracias a la unidad cívico-militar. Una vez que asume la presidencia el camarada Nicolás, Washington les ordena que ha llegado la hora de acabar con la Revolución Bolivariana y cual perros rabiosos lanzan las "guarimbas" (con su lamentable secuela de muertes, heridos y lesionados), disturbios, la más brutal guerra económica que haya vivido Venezuela, acaparamiento, especulación, fallido magnicidio y de golpe de Estado nuevamente. En esta nueva oportunidad, derrotados. Pero el águila imperial los desecha por los rotundos fracasos y por la pérdida de millones de dólares (¡como les duele!) que han gastado en tratar de acabar con este faro de luz, y de allí la Ley y el Decreto injerencista y amenazante. Por ninguna parte se vislumbra la vía democrática, la electoral para terminar con este glorioso proceso revolucionario, porque no tienen pueblo. Siembran miedo, no esperanzas. Siempre buscan la oscuridad que proporciona la violencia y no la inmensa y hermosa luz que proporciona la paz. Siempre buscan los atajos y el último es el rumor sobre el secuestro de niños y el pago que le hicieron a una ciudadana ecuatoriana para que denunciara el rapto fingido de su pequeña hija. En todas las acciones en contra de la Patria, siempre aparecen involucrados los inmorales opocisionistas, la oligarquía y sus amos imperiales. Pero de esta nueva emboscada (no será la última) saldremos victoriosos y fortalecidos. No estamos solos, el mundo nos acompaña en esta causa por la dignidad. Y no le tenemos miedo. Somos hechos del barro de nuestros indígenas y héroes de la nacionalidad y de allí que millones estamos dispuestos a derramar nuestra sangre para defender este sagrado suelo.

Reza la canción: "ahora, cuesta abajo en mi rodada / las ilusiones pasadas / ya no las puedo arrancar. Sueño con el pasado que añoro / el tiempo viejo que lloro / y que nunca volverá...". Sabia letra que parece dedicada a los apátridas de la Asamblea y a todos aquellos que piensan igual.. Tendrán como una perenne pesadilla las ilusiones de retomar el control de la Patria y de sus riquezas. Vivirán por siempre añorando el pasado de infamia, de entrega a los intereses transnacionales, de burla hacia el pueblo. Llorarán como tantos deudos de las víctimas de ese tiempo viejo y con la firme convicción de un pueblo que les seguirá gritando con soberbia, ¡más nunca volverán!. Pero por sobre todo, sigan cuesta abajo por ese infinito y profundo barranco y cubránse con todo el estiercol nauseabundo que la historia les tiene reservado, que para el daño que han ocasionado, siempre será poca cosa.

pborgesramirez@gmail.com


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