El porqué la inmensa mayoría de los médicos son contrarrevolucionarios

Desde la antigüedad, el médico ha sido un profesional que cobra honorarios por su trabajo de “curar” dolencias. Cuando se crearon los hospitales para que los pobres murieran en ellos creyendo que allí los podían curar de sus males, los médicos asistían a esos centros para poner en práctica nuevos procedimientos y medicamentos antes de aplicarlos a sus clientes adinerados. Los médicos que trabajan actualmente en los hospitales también están en las clínicas privadas y ensayan técnicas, procedimientos y medicamentos que luego aplican a sus pacientes privados en la misma forma que en el pasado. El desarrollo de la industria farmacéutica acentuó la ilusión de la medicina curativa, un espejismo en el que se invierte mucho dinero en propaganda. El entrenamiento de los estudiantes en las Escuelas de Medicina es orientado para hacer creer que con medicamentos se pueden curar enfermedades, algo totalmente falso..

    A mediados del siglo XX, alrededor de 1950, surgieron a nivel internacional diversas declaraciones que defendían los derechos fundamentales del ser humano. El derecho a la salud fue indiscutiblemente uno de esos derechos fundamentales y se comenzó a hablar de medicina preventiva como eje central de dicho derecho. Es un hecho real que sin salud es difícil disfrutar de los derechos sociales y políticos. En el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de 1966, en su Artículo 12, se dice: “Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental. Entre las medidas que deberán adoptar los Estados Partes en el Pacto, a fin de asegurar la plena efectividad de este derecho está la prevención y el tratamiento de  las enfermedades epidémicas, endémicas, profesionales y de otra índole”.

    En la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en el artículo 83 se puede leer: “La salud es un derecho fundamental obligación del Estado que lo garantizará como parte al derecho a la vida. En el artículo 84. “El Sistema Público de Salud dará prioridad a la promoción de la salud y a la prevención de las enfermedades”.   Visto esto, todo ser humano tiene derecho no sólo a ser asistido por los servicios de salud para su posible curación y rehabilitación, sino también a ser el objeto de políticas de información para la prevención de las enfermedades. A pesar del énfasis en la prevención de enfermedades en las leyes, ésta conducta no forma parte del pensum de estudios de la mayoría de las escuelas de medicina venezolanas, por lo tanto no forma parte del bagaje cultural de los médicos venezolanos. El problema es que la Medicina en escala mundial, al igual que el capitalismo, está en crisis y es difícil que los médicos lo entiendan porque han sido ideológicamente condicionados para ser peones del sistema capitalista y por ello obedecen ciegamente las órdenes de las transnacionales de la salud.

  ¿Quiénes de los que van a las clínicas y hospitales por enfermedades no quirúrgicas les es restituida la salud?  Prácticamente a nadie, porque en el mejor de los casos, apenas se eliminan los síntomas más alarmantes. ¿Qué sectores sociales gozan realmente del derecho a la salud en el mundo?    Podríamos decir que ninguno. Eso es así porque la  acción clave para hacer realidad el Derecho a la Salud, es la PREVENCIÓN (así con mayúsculas) una acción que corresponde al Estado, no sólo al gobierno. Eso no se hace a cabalidad, unas veces por ignorancia, otras por corrupción y  mayormente por miedo. Entendemos que se tema y con razón, a las retaliaciones del inmenso poder económico y político que representan los grandes fomentadores de enfermedades, representados por los grandes laboratorios farmacológicos, las grandes corporaciones en el negocio de los alimentos, las transnacionales de la minería y los grandes fabricantes de plaguicidas.

    La contaminación ambiental es un poderoso condicionante de patologías diversas que abarcan a todo el planeta y no diferencian a un grupo social de otro. Los alimentos de origen acuático están contaminados porque las aguas marinas, lacustres y los ríos están contaminados con desechos químicos diversos. Los pobladores vecinos de las plantas industriales que procesan productos químicos y los que habitan próximos a un sembradío objeto de fumigación, sufren de enfermedades por contaminación química.

   La ingestión de alimentos vegetales contaminados con insecticidas y fertilizantes sintéticos es un renglón al que se le presta poca atención, pero nos afecta a todos a largo plazo por el efecto acumulativo de sus componentes activos en los seres humanos.

   El riesgo de enfermedades al comer carnes de res y cerdo repleta de antibióticos y hormonas, para facilitar su desarrollo, pero con efectos impredecibles en la salud humana, es una situación inescapable para todos los sectores sociales. Los alimentos procesados industrialmente que se presentan en los anaqueles de los supermercados tienen aditivos (colorantes, preservativos, edulcorantes, saborizantes, etc.) que consumimos desde la niñez, sin considerar sus efectos en la salud a largo plazo porque son un enigma.

   Actualmente el consumo de alimentos transgénicos también es un enigma porque no se sabe sus efectos a largo plazo en humanos. Apenas se han divulgado unos pocos estudios indicativos de los daños en animales de experimentación que los “científicos” al servicio de las transnacionales se encargan de desvirtuar.

   Es necesario saber, que la investigación científica que se realiza en las universidades e institutos de investigación del mundo capitalista, es financiada principalmente por el capital transnacional. Por lo tanto es cuesta arriba que se investigue la incidencia en la salud, de los productos relacionados con las grandes transnacionales productoras de alimentos, medicamentos y químicos. El soborno es el principal instrumento para hacer que las opiniones de las transnacionales sean de aceptación general y se tengan como verdades indiscutibles.

   La única forma de hacer efectivo el derecho a la salud es la acción preventiva, que sólo es posible con una intervención decidida del Estado para proporcionar alimentos a los pobres, impulsar la investigación científica en la cadena alimentaria y prohibir todas aquellas prácticas  que en la agricultura y la industria de alimentos son causantes de enfermedades. Además, es necesario un intenso esfuerzo educativo en la población para que aprenda a alimentarse adecuadamente..

  El domingo 19 de octubre de 2014  hubo un conjunto de actividades en Caracas,  supuestamente para concientizar a la población  sobre la necesidad de lograr un diagnóstico precoz del cáncer de mama, principalmente en mujeres, porque eso, según los promotores, aumenta las posibilidades de curación.  Fue una actividad netamente mercantilista para beneficio de los médicos, clínicas y los laboratorios farmacológicos. Una promoción a las  consultas médicas, mamografías, hospitalización, cirugía, radioterapia y quimioterapia.  Y la inducción de temor solapadamente: Se decía:”si el paciente fallece es su culpa porque tardíamente ocurrió a la consulta médica”. Llama la atención que en ningún momento se habló de las medidas para prevenir tan terrible enfermedad, aún cuando hay evidencias científicas de que ello es posible. 

    Según un estudio del Instituto Gustave-Roussy al sur de París, las mujeres con altos niveles de ácidos grasos “trans” vinculados al consumo de margarina, pastelería, papas fritas, pasta de pizza y frituras con manteca vegetal,  tienen el doble de riesgo de sufrir un cáncer de mama. El Instituto Gustave-Roussy  es una institución especializada en cáncer. Es el primer centro europeo de lucha contra el cáncer.

    El derecho a la salud aparece en las constituciones o cartas magnas de casi todos los países del mundo. Sin embargo, es palabra vacía. La pobreza, situación humana signada por la desnutrición acompañada por su secuela de enfermedades, se extiende indeteniblemente en el mundo. Actualmente hay más de 1.020 millones de desnutridos en el planeta tierra. En los Estados Unidos de América, el país más rico del mundo, hay más de 40 millones de ciudadanos que no tienen seguro médico que cubra los cuidados básicos.  La salud fue convertida, mediante una publicidad engañosa en una mercancía cara. Hay numerosa  propaganda en los medios de difusión social, que insinúa la recuperación de la salud mediante tratamientos medicamentosos prescritos por los médicos, lo cual es falso. Muchos son causantes de efectos colaterales que convierten al paciente en asiduo visitante de clínicas y hospitales. Para ilustrar nuestra afirmación señalaremos solamente uno, el analgésico Vioxx de Laboratorios Merck, indicado para hacer desaparecer los terribles dolores en personas con artritis reumatoidea. Este medicamento no hace mucho tiempo fue retirado del mercado porque tenía efectos colaterales letales tales como accidentes cerebro vasculares e infartos cardiacos. En los Laboratorios Merck se sabía de la letalidad de los efectos colaterales de ese medicamento desde el año 2000 y no se tomaron las medidas apropiadas. Vioxx fue lanzado en 1999, y durante 2003 llegó a tener ventas mundiales de 2.500 millones de dólares. Según estimaciones, sólo en Estados Unidos se emitieron 91 millones de recetas de Vioxx desde su lanzamiento, en parte gracias a que el laboratorio invirtió más de 100 millones de dólares anuales en publicidad y promoción dentro de los Estados Unidos. ¿Y qué en el resto del mundo?

  La iatrogenia (enfermedades causadas por los médicos) producida en verdad por la voracidad comercial de los laboratorios farmacológicos y la actuación irresponsable de los médicos, por decir lo menos,  está produciendo pingüe beneficios a los fabricantes y traficantes de medicamentos, así como a las clínicas privadas y los profesionales de la medicina.

    El número de reacciones adversas a medicamentos en EEUU fue de 2.2 millones en 1994, según un estudio  realizado por investigadores canadienses, publicado en JAMA 1998; 279:1200-1205. En el  año 2000  murieron en los hospitales estadounidenses 7.000 pacientes por errores de medicación y 186 mil debido al efecto pernicioso de los medicamentos. Los que sobreviven a tal aberración farmacológica quedan de por vida asistiendo a la consulta de diferentes especialistas.

   Eso ocurre también aquí en Venezuela pero no lo sabremos jamás, porque no se llevan datos estadísticos confiables y si los hubiera no se publicarían.

  Realizar acciones concretas para hacer de la salud un derecho humano, tiene serias implicaciones ideológicas, políticas y económicas. Los médicos de las clínicas  privadas atacan la política de salud del gobierno en Venezuela, desde el mismo momento en que Hugo Chávez Frías  puso en marcha un programa para la creación de un Sistema Público de Salud, cuya prioridad es dispensar atención médica y quirúrgica gratuita de óptima calidad para toda la población, sin excepciones. Nuestros médicos temen a lo que ellos llaman una proletarización de la profesión médica. Después del proceso electoral del 14 de abril de 2013, turbas oposicionistas atacaron las clínicas populares conocidas como CDI, por lo tanto la lucha por el derecho a la salud, aún desde el gobierno, es una actividad subversiva y su logro efectivo una utopía para la mayoría de la población mundial. Si hay dudas en ello, es conveniente saber que  la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) son organizaciones creadas por el Imperialismo para controlar y manipular las políticas de Salud de los diferentes países en beneficio de las transnacionales de la salud.

    Los médicos en escala mundial silencian todo esto, lo que indica que están al servicio del Imperialismo y por lo tanto tienen que ser contra-revolucionarios.

 

   rengifoa@gmail.com



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