En Venezuela existe el infierno dentro del paraíso

Hace tiempo que no escribo porque he estado instalándome en un nuevo lugar “lejos de todo,” lejos de Caracas, del trafico, de la bulla, de la contaminación, y más que nada, lejos de la continua quejadera y hablapajera de los infelices opositores tachirenses donde viví durante más de cuatro años en la frontera con Colombia.

Me cansé aquí en el Táchira de escuchar, día tras día, tanta amargura, tanta violencia psicológica (y ver tanta violencia física), y tanto odio y racismo, típico de la gran mayoría de los opositores en este paraíso de país nuestro.

No se dan cuenta que vivimos en el paraíso. Nada.

De todas maneras, ya que me estoy mudando desde la frontera colombiana hacia Paria, allí en la frontera marítima con Trinidad, allí al fin fondo del paraíso del mundo --- ¡y que los opositores escuálidos infelices quejones no vengan a echar a perder la cosa allá! --- he tenido que viajar entre los dos lugares para terminar de organizar el asunto. Al viajar, por avión y carrito, por camionetas y por busetas, y caminando con maletas por partes de carreteras trancadas por personas tratando de reivindicar sus salarios (y otras cosas), me di cuenta de varias cosas que quisiera compartir.

En este momento estoy de vuelta en Táchira después de haber pasado más de cinco meses en Paria (sin internet).

Para las personas que no conocen Paria, Paria consiste principalmente de una gran península selvática con pueblos pesqueros que de un lado (éste) hace frente a Trinidad (Golfo de Paria – sectores Yaguaraparo, Irapa, Guiria, Puerto de Hierro, y Macuro), y del otro lado (norte) da cara al mar Caribe (sector Rio Caribe principalmente). En toda esta región PDVSA explota el gas natural de manera intensiva, principalmente costa afuera. Es una región no turística, principalmente porque es una región demasiado remota y bastante difícil de acceso para la mayoría de las personas – pero eso sí conviene a la gente nativa de esta región “salvaje” y natural.

La gente de esta región todavía toma el agua de los ríos.

La otra cosa muy particular de esta región, como en otras regiones costeras (e.g. Barlovento) es que por lo menos 95% de la población, me parece, es de sangre negra y/o indígena, y la mayoría vive hasta hoy en día en base a tradiciones y costumbres ancestrales, como por ejemplo, solo trabajar por el dinero como empleado o contratista cuando realmente se necesite el dinero para comprar algo que no se pueda conseguir con el trueque, o en base al labor comunal de la siembra, la caza, y la pesca. Me imagino que los “blancos civilizados” deben pensar que los lugareños de Paria son unos flojos porque no quieren trabajar para nadie, pero la realidad es que no encuentran ninguna justificación para ser esclavos asalariados de los invasores y sus descendientes y esa cultura capitalista. Esa es la mentalidad en el sector donde vivo (en el monte) en Paria, y estoy completamente de acuerdo con ellos, al 100%.

No al invasor, no al colonialismo, no a la esclavitud laboral asalariada, no al capitalismo, no al consumismo, no al materialismo, no al individualismo, no a la explotación, no a los conceptos “blancos” históricamente recientes.

Sí al comunitarismo, o al comunalismo, sí al compartir y a la entreayuda, sí a la sencillez, sí al trueque, si a la naturaleza, sí al respeto de la Tierra, sí a los conceptos “Negros” y “Rojos” de siempre.

Durante el viaje de Paria hacia Táchira, por buseta pasando por Barcelona y Puerto la Cruz, cruzamos por un sector que creo que se llama Lechería, donde vive un montón de multimillonarios, y otros ricachones, en mansiones sobre el mar, y algunas mini mansiones para los mini fantásticos, y todo rodeado de yates multimillonarios, y algunos más pequeños para los menos fabulosos de esa categoría de malandros – es decir, ellos, esos malandros sí pueden robarle al pueblo común y corriente, estafando, explotando, y especulando, mientras que el malandro común y corriente de los barrios, de piel oscura por supuesto, va preso por robarles a esos ricachones (quienes son TODOS malandros) un par de zapatos.

Casi que me vomité al ver ese descaro.

Qué vergüenza ver a esos ricachones venezolanos luciéndose sin ni una pisca de consciencia o humanidad, frente a todos, como si ellos fueran tan importantes, cuando son TODOS una cuerda de malandros, pero con mucho mucho dinero.

(Nota: Aquí arriba no estoy generalizando, estoy textualmente diciendo que todas esas personas son malandros. Tengo razones claras, incluso argumentos que nadie puede derrumbar al propósito, pero ese argumento es demasiado extenso para abordarlo aquí en este tiempo espacio.)

Otra cosa de total aberración fue cuando una abogada de clase media alta, una ricachona, blanca de piel, en Paria donde la gran mayoría son de piel oscura, me dijo, “Yo no viajo a Caracas en autobús porque esos negros te atracan y te violan.” Enseguida, dijo, “Es porque ese presidente que tuvimos – refiriéndose a Chávez, casi que le dijo mono- soltó a todos los malandros de los barrios y de las cárceles.” Su hija, otra ricachona y fiscal, empleada del gobierno, y totalmente escuálida, me dijo que este país se ha vuelto mierda a raíz de tanta delincuencia instigada y dirigida por “ese mono” Chávez.

Bueno, para mí, y para millones más de venezolanos y venezolanas, este país de mierda es el paraíso terrestre.

De todas maneras, traté de alguna manera de confirmar lo que esos escuálidos opositores, y otras mentes enfermas, dicen sobre el supuesto alto nivel de delincuencia en el país. Aunque las estadísticas del gobierno demuestran que alrededor de 75% de los asesinatos en el país ocurren entre bandas delictivas, es decir, que no afectan a la población en general, los idiotas escuálidos opositores siguen con su porquería de denigrar al país o al gobierno por la muy alta tasa de asesinatos en nuestro país, como si a esos escuálidos racistas les importara un carrizo que los “monos violadores” de los barrios se maten entre sí.

Entonces, para tratar de confirmar eso de alguna manera, en cada lugar que estuve (estuvimos) durante estos últimos días, me empeñe en observar de manera muy cuidadosa el comportamiento de las personas en las calles, en los aeropuertos, en los terminales de autobús, etc., para ver con qué nivel de paranoia o susto la gente andaba, es decir, con qué nivel de inquietud de ser secuestrados, atracados, robados, violados, o asesinados. Hice este ejercicio simultáneamente con dos otras personas que viajaban conmigo durante tres días, en horas de día, de madrugada y de noche en varias ciudades y pueblos de Paria, en Carupano, Cumaná, Puerto la Cruz, el aeropuerto de Barcelona y de Maiquetía, la ciudad de Catia la Mar, y el terminal de la Bandera, de Barinas, y de San Cristóbal.

Las calles de las pequeñas ciudades de Paria están full de gente a las 5:30 AM y todavía la gente anda por las calles a las 8 y 9 PM, y si hay alguna rumba, andan por allí toda la madrugada hasta el próximo día. La gente parecía tranquila sin ninguna inquietud se ser atracada, y eso, a cualquier hora del día o noche.

Tuvimos que caminar varios kilómetros en calles que traviesan selvas en Paria, con maletas, y la gente que andaba caminado, todos nos saludaban, y nadie nos atracó. Tampoco ellos parecían nerviosos o paranoicos.

Durante el viaje en carro desde Paria hasta Barcelona, nos paramos varias veces, tranquilos, y las personas que observábamos en esos lugares no parecían tener miedo de nada. Mucha gente tenía sus puertas y portones completamente abiertos. Gente caminaba por todos lados o andaban en bicicleta en las carreteras, tranquilas, sin ningún temor de ser asesinados o secuestrados. Entre nosotros nos dijimos, “Bueno, si fuera verdad toda esa porquería que dice la oposición paranoica venezolana, enferma de la mente, todas las puertas estarían cerradas, y nadie caminaría o andaría en bicicleta por las calles en cualquier parte del país, a casi cualquier hora, y en regiones tan remotas.

¿Será que los asesinos, violadores, ladrones, y secuestradores se encuentran mayoritariamente en los sectores de la mayoritariamente racista, anti Chávez clase media y clase media alta?

De ser verdad, ¿será eso una casualidad? Hummmmmm …

También nos dimos cuenta que en Venezuela, hasta ahora, no hemos visto ni un solo taxi que tenga, así como en NYC y muchas otras ciudades de EEUU, una rejilla separando al chofer de los clientes (para evitar atracos). Nos preguntábamos, ¿Por qué? ¿O será que los taxistas venezolanos y venezolanas son masoquistas y quisieran ser atracados, todos los días, tres veces al día, para poder contar sus miserias a otros miserables masoquistas?

Los aeropuertos estaban llenos de gente, como hormigas locas, dando vueltas en círculos buscando vuelos que no existen, confirmando vuelos que sí existen, haciendo los check-ins, etc., me sentía como una sardina dentro de una lata de sardinas, claustrofóbico. Pero no vi a nadie que parecía totalmente paranoico, como si alguien fuera a robarle, o violarla, etc. Nada. Toda la gente parecía totalmente fuera de contacto con la supuesta realidad de una muy alta tasa de delincuencia en nuestro país. A nadie le parecía importar la posibilidad de ser asesinada o secuestrada.

En los terminales de autobús, fue la misma cosa, nadie parecía andar nervioso o paranoico, ni los pasajeros, ni los taxistas, ni los buhoneros, ni los comerciantes.

Entonces, ¿dónde están todos los malandros, ladrones, violadores, secuestradores, y asesinos que los opositores dicen que hay en Venezuela?

También fuimos a tres playas diferentes, una de día sin nadie excepto nosotros, y muy retirada, otra a la media noche en pleno centro de la ciudad de Catia La Mar, con poca gente, y otra con bastante gente, fuera de una ciudad, en un fin de semana. Salimos vivos de esas experiencias, nadie nos robó y nadie nos asesinó. No vimos a nadie atacando a nadie tampoco.

Pasamos por una tranca de calle donde algunos “malandros” de piel negra pedían, sin dar alguna explicación, “una colaboración” y les dimos 50 bolívares, y contentos, con una sonrisa, nos dejaron pasar. Otro idiota sifrino de piel blanca pasó por encima del tronco de árbol que atravesaron en la calle, dañando su carro para no tener que “dar dinero a esos vagos ´monos´.”
Pero durante las violentas “guarimbas” de la oposición en el 2002,2003, 2013, y 2014, ellos sifrinos de piel blanca sí tenían el derecho de trancar las calles a los de piel negra y cobrarles pasaje, ¿verdad? A mí en el 2002 un montón de ricachones de piel blanca me trataron de matar en Santa Inés, un sector de clase media alta en Caracas, por no querer unirme a ellos en las trancas de calle durante el muy violento paro empresarial contra Chávez y el Pueblo. Ellos si tienen el derecho, pero los Pobres no.

A las 5 AM en las calles de Catia La Mar se encuentra mucha gente montando sus puestos de arepas, empanadas, jugos, etc. No nos parecía que tenían miedo de ser asesinados o violados. Lógicamente, si la situación de la delincuencia fuera tan grave como dice la oposición venezolana y sus lacayos de mierda en EEUU, y en la ONU, y en la OEA, y en sus ONGs, y en los periódicos derechistas de Venezuela y de otros países, entonces no hubiera tanta gente en la calle trabajando a esa hora, ¿no es así? Igual fue el escenario en el terminal de la Bandera a las 5:30 AM. Centenares de personas trabajando, sin miedo.

Tuvimos muchas otras experiencias muy interesantes y bonitas al cruzar unos 1300 km. Del país, casi de punta en punta, pasando por barrios, urbanizaciones, campos, pueblos pesqueros, etc.

Este país llamado Venezuela es una maravilla única en la tierra, donde aproximadamente la mitad de la población considera que viven en el infierno, mientras que la otra mitad sabe que vive en el paraíso. Es decir, en Venezuela existe el infierno dentro del paraíso.




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Oscar Heck

De padre canadiense francés y madre indígena, llegó por primera vez a Venezuela en los años 1970, donde trabajó como misionero en algunos barrios de Caracas y Barlovento. Fue colaborador y corresponsal en inglés de Vheadline.com del 2002 al 2011, y ha sido colaborador regular de Aporrea desde el 2011. Se dedica principalmente a investigar y exponer verdades, o lo que sea lo más cercano posible a la verdad, cumpliendo así su deber Revolucionario ya que está convencido que toda Revolución humanista debe siempre basarse en verdades, y no en mentiras.

 oscar@oscarheck.com

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