¿No es bueno intentar resolver?


Antes de meterle el diente a esta nota quiero dejar claro que apoyo la propuesta del sistema biométrico, captahuellas o como quiera llamarse; incluso, no me molesta lo del método de racionamiento, si así lo prefieren identificar los compatriotas del escuadilismo. Lo que no me cuadra es el culipandeo de los camaradas de la más alta investidura en el gobierno, quienes cada día dan un paso atrás con esta propuesta. Por este camino, a lo mejor la tarea que viene cumpliendo el camarada Andrés Eloy Méndez puede empezar a tocar purulentas llagas y él termine desempleado o enviado a un cargo donde no eche varillas al poder económico.

Hasta acá la introducción. Lo que me ocupa en esta oportunidad son las declaraciones de algunos políticos opositores. Uno de ellos a nivel regional, en el estado Nueva Esparta, y corresponden al hijo del exgobernador Morel Rodriguez, Morelito, político que a lo mejor en algún tiempo se creyó que era heredero de quien se autoproclamó Virrey, y que se ocupa de repetir como loro lo dicho por dirigentes nacionales. Si tiene talento para tener ideas propias, debemos felicitarlo por la habilidad que posee para ocultar el mismo.

Entre los argumentos usados para oponerse al uso de las captahuellas está en que el culpable del embrollo de la escases, las colas, el acaparamiento, las ventas con sobreprecio y afines es el gobierno. Razón tienen, pues si bien el gobierno ha denunciado la existencia de una guerra económica (la cual no dudamos que exista), es evidente que en este conflicto hemos perdido. En lo particular consideramos que la principal causa de nuestra derrota es que no hemos decidido si vamos a gobernar en lo económico como socialistas o como socialdemócratas; aunque en lo social estemos algo más serios.

Esta culpabilidad no le quita al gobierno el derecho a buscar soluciones, aunque éstas sean un tanto malasangres como las captahuellas. Lo que no puede hacer el gobierno es abrirse de piernas ante el empresariado sediento de ganancias, que para el escuadilismo sería lo más sensato. Gracias a que de vez en cuando nos acercamos un poquitico a parecer hijos de Chávez, todavía de este lado no hemos pasado del manoseo con el poder económico. Es obvio que las salidas propestas por un gobierno que se afianza en el poder popular no gusten a los mandaderos de la burguesía.

En el caso del contrabando andamos en lo mismo. Los escuálidos dicen que el gobierno es el culpable del incremento de este delito, pues al ejecutivo le toca resguardar nuestras fronteras. Cierto. Hemos sido demasiado permisivos, alcahuetas con un montón de militares que han montado sus negocios en las fronteras. No podemos -como lo hizo un alto miembro de nuestro gobierno- señalar la culpabilidad del gobierno colombiano, pues éste tiene sus motivos para hacerse el loco con el asunto del contrabando. Veamos: unos cuantos colombianos tienen un medio para vivir, otros cuantos para montar sus negocios y, de paso, se crean problemas al gobierno venezolano, el cual, a fin de cuentas, es contrario al jefe del jefe del gobierno del hermano país.

Esta culpabilidad nuestra, bien nuestra,pero no nos quita el derecho a buscarle solución al problema. Ah, pero hay que pisar callos, y los dueños de esos callos tienen mucho que ver con el financiamiento de guarimbas y campañas electorales opositoras. Aunque a nosotros a veces nos asusta sentir que también se pisan callos de este lado, y nos asusta más porque los dueños de esos callos no andan preocupados por las finanzas del PSUV, sino por otras.


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Pedro Salima


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