Diálogo fresquito: billete mata galán

Sin necesidad de entrar en profundas disertaciones socio políticas ideológicas acerca de lo que representa la situación que se ha venido configurando en el país es una obligación moral señalar concretamente que, como el llamado diálogo entre la oposición y el gobierno está tan fresquito en el tiempo, probablemente todavía no se haya percibido su verdadero alcance y significado dentro del proceso histórico que estamos viviendo.

Básicamente, lo que creemos que ha sucedido es tan simple como lo señala la sabiduría popular: “Billete mata galán”. Una vez más los grupos fascistas, asesinos, golpistas, guarimberos, pero con mucho billete, han sentado al muchacho de la película Nicolás Maduro para exigir y hacerse escuchar sí porque sí, porque tienen bastante poder económico. Tanto, como para hacerle perder la memoria a muchos por los muertos del golpe de abril, del paro petrolero y si, hurgamos un poco más, por el pocotón de muertos que hubo en febrero del 89 de los que también son, directa o indirectamente, responsables. Como siempre, el billete termina imponiéndose sobre los galanes y, aunque no estamos inventando el hilo negro, hay que decir una vez más que lamentablemente dentro de lo que se ha querido que sea una revolución socialista se ha terminado cediendo en muchos de sus espacios al “cuánto hay pa’eso”.

Recordamos que finalizados los sucesos del Carmonazo de abril del 2002 en aquella oportunidad también se invocó el diálogo y el Comandante, palabras más palabras menos, dijo que era una condición obligatoria que todo proceso de diálogo que se iniciara debía partir de un reconocimiento a la Constitución y a la legalidad del gobierno. Cuando pensamos en eso y metemos un poco la lupa en revisar lo que ha sido la conducta de los personajes de la oposición que participan en este diálogo, no estamos seguros que se caractericen precisamente por haberse destacado ampliamente como apegados a la Constitución y a la legalidad. Esto significa que, de entrada, el famoso diálogo es como un carro nuevo pero con un caucho espichado.

Por eso, pensar que el llamado diálogo por la paz con la oposición es una nueva concertación de cúpulas, algunas bastante podridas y otras casi casi, en las que se repartirán cuotas de poder es quedarse corto. Pensar así es no ver que detrás de eso lo que puede haber es la consolidación y configuración de políticas destinadas a la conformación un Estado neo burgués que, aunque proclame nuevas virtudes, siga manteniendo y empeorando los viejos vicios. Un Estado cada vez más orientado hacia un capitalismo de espaldas al pueblo. Una prostituta vieja con vestido nuevo. En ese sentido, el fulano diálogo no sería simplemente un nuevo Pacto sino prácticamente el inicio del camino hacia el olvido de las esperanzas en lo que una vez se perfiló como la Revolución Bolivariana.

Finalmente, no creemos inventar el agua tibia cuando señalamos que pensar que capitalismo y socialismo pueden coexistir como si nada es una total locura. A quienes sueñan con que eso sea posibilidad debería dárseles el premio del absurdo número uno. Hasta que este problema no esté resuelto no será posible conseguir verdaderamente la paz en ningún ámbito. O se termina de asumir de frente el socialismo o terminamos de asumir el capitalismo, pero desde las mismas instancias del Estado no se puede seguir condenando al pueblo vivir con esta dicotomía en la que todos quieren el cielo pero a nadie le gusta ir a misa. O como dicen en mi barrio, todos quieren ser doctores pero nadie quiere estudiar medicina. O dicho de otra forma: Odio el imperio pero quiero mi visa americana.

Este llamado diálogo desgraciadamente creo que es una muestra de que probablemente esté sucediendo que cada vez nos estemos alejando más acerca de lo que sería una verdadera revolución socialista. Reiteramos que es temprano para señalarlo así y, sinceramente, rogamos que nuestro pesimismo al respecto esté equivocado pero mientras sea la burguesía la que se siga imponiendo con su billete no podemos pensar otra cosa.

rrhhmark@yahoo.com


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Marcos Henríquez

Licenciado en Historia. Investigador y docente universitario.

 henriquezm1970@gmail.com

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