El Zorro y las Ratas

De verdad que me enferma y me da asco ver como la podrida oposición, en todas sus formas, comerciantes, importadores, exportadores, fabricantes, distribuidores, revendedores, buhoneros, contrabandistas, funcionarios corruptos, gestores, y sus mentirosos medios de comunicación, sus líderes, todos esos vagos irresponsables de la oligarquía venezolana, siguen todavía saboteando y destruyendo todo lo posible sin importarles una pisca a quienes les hacen daño. Son sinvergüenzas, apátridas y desalmados. ¿No tienen nada más que hacer, nada productivo, solamente la destrucción, y más destrucción?

¿Cómo puede existir gente tan mala?

En mi cabeza he estado tratando de compararlos a algo, a alguien, o a no sé qué, y por fin lo he encontrado – en la serie televisiva de Walt Disney, El Zorro. Aquí pueden ver la serie completa, en color (82 episodios):

http://www.youtube.com/watch?v=TIsbvdVXs9o&list=PLDADB95A66E64FE59

Mi esposa y yo hemos estado estudiando esta serie durante un tiempo, y, aunque sea una serie de ficción, nos ha servido mucha para mejor entender, en sus detalles, la historia venezolana, nuestra cultura, y la Venezuela en la cual hoy vivimos. Somos el resultado de nuestro pasado, un pasado muy parecido al de California en aquel tiempo del Zorro.

En esta serie se ve como la oligarquía española, al servicio del rey, se cree y actúa como si ellos fueran los más inteligentes, educados, y astutos del mundo, como si fueran ellos solamente (y sus superiores) los únicos dignos de ser llamados seres humanos - los demás son peones, indios, esclavos, sirvientes, forajidos (una palabra que usan mucho), borrachos, vagos, gitanos, ladrones, o invasores criminales de los terrenos del rey. Matan y torturan de manera rutinaria a estas “bajas castas” de la humanidad, y esto, a la oligarquía de aquel tiempo, les parecía muy normal. Eran un paquete de desalmados, ladrones, y asesinos. En nombre de Dios y del rey, y como lo hicieron en todos los territorios que invadieron, la oligarquía española les robaron los terrenos a los Indígenas, y los masacraron, o los esclavizaron.

Los miembros de la oligarquía española en California, los magistrados, los gobernadores, y los representantes del rey, vivían casi exclusivamente de los impuestos que les imponían a la población, y de la plata que se podían robar. Ellos mismos no hacían nada, es decir, nada productivo. Se la pasaban contando dinero, y haciendo trampas al rey, entre ellos mismos, y a cualquier pendejo que aparezca, robándose partes del dinero del rey, y se la pasaban dándoles órdenes a sus sirvientes, a sus esclavos, y a los funcionarios, como a los comandantes de las guarniciones, quienes trabajaban exclusivamente para proteger los intereses del rey, sus tierras robadas, y a la oligarquía española.

Pero, durante los últimos años de la California española, surgió una nueva oligarquía, la cual es comparable a la oligarquía venezolana de hoy.

Es decir, esa oligarquía, además de tener las características inhumanas de la oligarquía española, también era traicionera y apátrida. Esta nueva oligarquía, aun cuando siempre hablaban como si fueran fieles a los intereses de la población de California (y no a España), andaban estafando a la ciudadanía, porque no tenían ningún interés en protegerlos a ellos, o de luchar por sus intereses. La única cosa que les interesaba a esta nueva oligarquía californiana, conspiradores contra el rey y sus intereses, ricachones y vagos, era de acapararse, con el uso de la violencia, del territorio y de sus riquezas, las cuales eran casi todas controladas por la oligarquía española leal al rey. Eso es todo lo que querían, y se evidencia de manera bastante clara en la serie El Zorro, particularmente en los episodios que tienen que ver con “El Águila.”

Esta nueva oligarquía traicionera, la cual era compuesta mayoritariamente por los hijos y nietos, etc., de la oligarquía española, no hacían nada, es decir, no trabajaban, porque tenían esclavos y sirvientes, y todo la plata del mundo, entonces, los padres los mandaban a España a estudiar universidad, como en el caso del Zorro, y cuando regresaban, llegaban con títulos y “conocimiento” y “reconocimiento” para enseguida remplazar a sus padres en su servicio al rey.

Pero estos hijos de ricachones, eran vagos, no sabían trabajar, y no les interesaba trabajar, y la única cosa práctica que de verdad aprendieron de sus padres fue de cómo ser ladrón, torturador, asesino, racista, abusador, estafador y mentirosos, así como es la oligarquía venezolana de hoy.

Además, queda muy claro que la oligarquía californiana de aquel tiempo, le gustaba mucho el buen vino importado, y el vino de Madeira, y que consideraban el vino de California ser de muy baja calidad – y – como El Zorro, los ricachones usaban vino preparado con drogas para “calmar los nervios.” Esto es una imagen casi exacta de la oligarquía venezolana de hoy: ladrones, mentirosos, estafadores, abusadores, racistas, asesinos, y drogadictos que les gusta el licor “de marca” importado.

La otra cosa que se evidencia de manera muy clara, es que esta nueva oligarquía californiana, entre ellos mismos, se hacían trampa, se robaban, y se asesinaban. No confiaban en nadie, y menos en sus propios aliados, porque sabían muy bien que todos eran Ratas. Esto es idéntico al caso de la MUD de hoy, donde todas esas Ratas de la oligarquía venezolana se atacan constantemente entre ellos mismos - y saben que no pueden ni confiarse entre ellos mismos, porque son todas Ratas.

Le sugiero que vean y estudien atentamente esta serie, El Zorro.


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Oscar Heck

De padre canadiense francés y madre indígena, llegó por primera vez a Venezuela en los años 1970, donde trabajó como misionero en algunos barrios de Caracas y Barlovento. Fue colaborador y corresponsal en inglés de Vheadline.com del 2002 al 2011, y ha sido colaborador regular de Aporrea desde el 2011. Se dedica principalmente a investigar y exponer verdades, o lo que sea lo más cercano posible a la verdad, cumpliendo así su deber Revolucionario ya que está convencido que toda Revolución humanista debe siempre basarse en verdades, y no en mentiras.

 oscar@oscarheck.com

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