Pequeño manual para entender "ciertos negocios" con Guillermo Zuloaga y Cía.

¿Cómo lo van a entender, si asumen la arrogancia y el desprecio como única manera de tratar a los pobres, con epítetos y calificaciones a esa parte del pueblo que tiene la misma condición de la gente que los sigue? Chávez dice "oligarcas, temblad", y llama “burgueses” a los burgueses, y “traficantes de la política” a sus dirigentes, que lo son; y llama "capitalistas" a los dueños de las empresas de comunicación, y al imperio lo llama "imperio", y a los vende patria y al Departamento de Estado EEUU "imperialistas". Y llama "hambreadores y asesinos" a los que por 40 años dominaron este país y sembraron el hambre y los asesinatos y desapariciones políticas por miles... Y, por supuesto, la gente humilde que los sigue, que los hay, no son oligarcas, ni capitalistas, ni imperialistas, ni traficantes de la política como ellos, ni hambreadores, ni asesinos, como ellos. Son gente humilde, trabajadores, en su gran mayoría. Por eso no deberían sentirse aludidos por esas calificaciones. Tanto es así que miles de esa masa se han incorporado a consejos comunales, misiones, planes de vivienda, y van a Pdval y a Mercal, a buscar su pollito, su arrocito, y compran en el Bicentenario y piden y reciben becas, y créditos de los bancos del Estado Bolivariano, y trabajan en empresas públicas, o lo hacen sus familiares más cercanos. Así es. Bueno, ellos son venezolanos, y no hay exclusión en ese sentido. Y si uno les replica, dicen que eso es deber del Estado y punto. Y en parte tienen razón. Está bien. Hasta allí podría entenderlo. Pero qué pasa cuando la dirigencia clasista, racista, y exclusivista, que viaja en sus avionetas particulares, pasa sus vacaciones en otros países, denigra de los adecos, por ejemplo, y habla mal de los “pata en el suelo, malandrines, porteros, vendedores de chucherías, motorizados mal vestidos, empleados públicos sometidos y pagados, bomberos de gasolina, indígenas, desdentados, obreros, buhoneros, secretarias, choferes de autobuses y metrobuses: chavistas (fo, hiede)”.

Eso es lo deleznable, repudiable, repugnante, repulsivo, despreciable, que sus dirigentes pongan a la propia gente humilde de ellos, a decir pestes de los vendedores ambulantes, o de los choferes de autobuses; a odiarlos, porque son “chavistas”, que expropian empresas (sus empresas), y claro la gente humilde de ellos defiende esas empresas como si fueran de ellos, y para eso asumen los argumentos clasistas y racistas de su dirigencia. Porque si no, jamás se explicaría que un sobrino mío que se ha ganado, honradamente, la vida como chófer de taxi para darle de comer a su familia, denigre de alguien de su misma condición, y vea mal que un hombre que fue honrosa y honorablemente, chófer, para darle de comer a su hijos, y que ha sido luchador social, pueda llegar a ser presidente de este país, luego de estar durante más de 15 años en labores sociales, políticas y de alto Estado, como es la cancillería. Y en cualquier caso, si pasa directamente del Metro a la presidencia, ¿tiene méritos o no? Que un hombre sencillo, llano, humilde, llegue a ser presidente es lo único que a los llamados “dueños del valle” los encoleriza. Desde tiempos inmemoriales fueron ellos los que ponían y quitaban presidentes, si es que ellos mismos no eran los que dirigían al país con sus capitales, en muchos casos. O lo quieren dirigir, directamente, como ahora.

Si Chávez fue el hombre más vilipendiado y maldecido y odiado que el mundo haya conocido, fue porque enfrentó a la comarca de jefes capitalistas nacionales, y al propio imperio estadounidense. Y digámoslo, con mucho verbo, con mucho coraje, con furia, como un soldado. Pero también sabía que el imperio militar más poderoso del mundo, podía volverlo barajita y no dejar polvo sobre polvo. Y si jamás se atrevieron fue porque se convirtió en pueblo, y había que matar a muchos, y si entraban no iban a distinguir entre los del bando contrario o los que apoyaban a Chávez, aunque la misma gente humilde que los sigue vocifera que quieren y prefieren eso (una intervención de EEUU) que a Chávez, y a Maduro menos, porque es un chófer de autobús, bruto, grandote, y se la pasa gritando VENCEREMOS, y recordando al tipo indio ese, feo, malolientoso, hablador, que, según ellos, murió mucho antes, y ocultaron su cadáver hasta que pudieron implantar un chip en el cerebro del otro para que lo dirija desde el más allá.

Un ejemplo vivo y actualísimo es (en gerundio) lo que está pasando con Globovisión (la del "Ciudadano", plis) Los dueños vendieron la planta, y los trabajadores, por supuesto, fueron los últimos en enterarse, y me pregunto, ¿quién ha defendido esa televisora y lo que representa, poniendo en juego hasta su propio pellejo? La masa humilde de trabajadores, incluyendo a sus periodistas. ¿Y los dueños dónde están? Cuando se asustaron huyeron con sus millones y sus bancos y sus capitales lejos de aquí, a EEUU. Los trabajadores de Globovisión quedaron aquí pasando roncha, los sacan a hacer “potazos” y rifas y ferias para pagar las multas, los sacan a protestar por la “falta de libertad de expresión”, los sacan por cualquier cosa. Pero ahora resulta que su dueño les dice "adiós" desde lejos, seguramente tomándose un Dom Perignon 1982, desde una habitación con vista al mar, uff qué calor, y expresa, acomodándose los espejuelos con el dedo índice, que ellos son “su principal preocupación”, PERO que perdonen (Oh), “ya Globovisión no es negocio” (sic). O sea. ¿Entendieron o se los explico? LOS HUMILDES TRABAJADORES SOLO ERAN PARTE DE SU NEGOCIO. (Ahora lo saben) Pero, que se olviden, ya no más. En verdad, muy mal para los leales trabajadores de Globo. ¿Y saben más? Estoy seguro de que el Gobierno Bolivariano los va a proteger y a defender, en caso de que lo necesiten. Esa es la cara del capital. No hay que decir más. Los empresarios no tienen corazón. Perdonen la traición, trabajadores, pero chau. Ya sabemos lo que pasó con la “gran FAMILIA” RCTV.

Por eso, cuando veo esas fiestas de algunos venezolanos, celebrando la muerte del Comandante, cuando leo o escucho las ofensas de un repartidor de refrescos al chófer de autobús que será presidente, no me pregunto “¿quién dividió al país?”, sino quién puso al pueblo humilde a odiar a otra parte del pueblo humilde, a calificarlo de asqueroso y de bruto, ¿a quién, históricamente, y por los siglos de los siglos, le conviene esto? Los empresarios apátridas, dividen siempre al pueblo, manipulándolos, con manuales psicológicos muy sencillos y efectivos desde sus empresas de comunicación, y ellos sí están unidos y están claritos: Se irán con sus empresas a otra parte cuando esto ya no sea negocio. Léase, cuando el pobre que los sigue ya no sea negocio. Entonces el pobre subirá su cerro. Y seguirá tomando su autobús, sí, pero esta vez el de la dignidad, el que es manejado por uno igual a él, hijo de Chávez para más. Y leal con los pobres y con el ideal del Comandante hasta más allá de la muerte.


El autor es: Dramaturgo-Guionista

omerquiaragua@gmail.com


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