Trincheras de Ideas

El caradurismo de los copeyanos

A veces uno cree que lo ha visto y escuchado todo en la vida, menos en la política, pero no es así; acabamos de presenciar estupefactos una escena del surrealismo en la política, ni más ni menos, el dirigente del cascarón copeyano, de lo que queda de la otrora gran organización que gobernó tres veces en los 40 años que duró la Cuarta República con mano de hierro y asesina, de entreguismo al imperio, el anti pueblo y la anti patria; el partido presuntamente social cristiano llamado Copei, el mismo carapacho de organización que durante todos estos años ha conspirado contra el proceso revolucionario sin que a sus dirigentes les haya temblado el pulso para intentar derrocar al presidente Hugo Chávez.

Uno no sabe si al escuchar hablar a Roberto Enríquez, guachimán principal de la organización, durante el debate que se viene dando con el pueblo sobre el Programa de Gobierno en la rescatada plaza Diego Ibarra, si reírse o arrecharse ante el caradurismo de este gris personaje que tiene el cinismo de decir que los militantes de ese partido fueron formados “en los valores del respeto, de la solidaridad con los pobres, del humanismo, etc.”. Otras sandeces similares vertió en la plaza tratando de dar lecciones de política y lavar la imagen de un partido teñido de sangre al igual que AD en aquellos años.

¿Fue la suya una actitud oportunista para cazar incautos y presentar un partido democrático, aprovechando el escenario amplio, de amplia participación que el gobierno revolucionario y socialista estimula siguiendo lo que estipula la Constitución bolivariana e impulsando la constituyente, apelando el poder originario del pueblo?

Ya este pueblo no come cuento ni se deja engatusar por los cantos de sirena de los corifeos del imperio yanqui, con la demagogia barata de copeyanos, adecos y sus deformes hijos de primero justicia o únete, si no lo creen allí está el resultado electoral del 7 de octubre.

Otra cosa hubiese sido que Roberto Enríquez participara como ciudadano, como miembro de alguna organización social y popular –que no una organización de la llamada ‘sociedad civil’ que reciba fondos de la NED– e hiciera sus propuestas. Pero el líder enverdecido no se ubicó y habló a nombre de su fascista organización.

Es realmente difícil de tragar esa píldora que pretende meter de contrabando el señor Enríquez porque los 40 años de la Cuarta República no están muy lejos en el tiempo y es bueno recordar algunos hechos históricos. Por ejemplo, Rafael Caldera, conspicuo dirigente burgués que en sus dos gobiernos cometió hechos políticos de extrema gravedad. El allanamiento de la Universidad Central de Venezuela en 1970 donde con tanques de guerra, batallones del Ejército, la criminal Disip entraron a sangre y fuego para frenar el extraordinario proceso de renovación académica iniciado en 1969 e imponer desde el dócil Congreso Nacional la actual Ley de Universidades. Aquello costó sangre, estudiantes universitarios muertos, cientos de presos y perseguidos y una universidad intervenida, satanizada, despolitizada y sus mejores hombres y mujeres, estudiantes, trabajadores, profesores investigadores anulados. Se impuso el miedo, el terror, la dictadura del gobierno copeyano.

¿Sabía eso el señor Roberto Enríquez que habla de formación humanista cuando el mensaje cristiano siempre fue engavetado en Copei y sus tres gobiernos y se impuso la intolerancia, el anti comunismo y todo lo que oliera a izquierda?

Pero ese mismo Caldera siguió la línea represiva de su antecesor Raúl Leoni y los organismos de seguridad asumieron la criminal política de los desaparecidos iniciado por el gobierno adeco. La represión contra el movimiento popular fue permanente, los jóvenes luchadores que creían en la vía armada y que no se acogieron a la política de pacificación –que le permitió al PCV y el MIR volver paulatinamente a la legalidad– fueron perseguidos con saña y desaparecidos muchos de sus activistas, allí está el patético caso de Noel Rodríguez, estudiante de la UDO cuyo cadáver nunca ha aparecido.

En su segundo mandato, el gobierno de Rafael Caldera, que llegó al poder montado en la ola chavista y con el apoyo ingenuo o torpe, absurdo incluso, de parte de la izquierda, lo primero que hizo fue traicionar el programa de gobierno anti FMI para prosternarse a los dictados neoliberales de ese organismo cuyas políticas produjeron el Caracazo el 27/28 de febrero de 1989. La infame política de entrega de nuestras riquezas con las privatizaciones de empresas fundamentales como SIDOR, política iniciada por Carlos Andrés Pérez. Poco le faltó para privatizar a PDVSA. Sólo que llegó el comandante Chávez y mandó a parar.

¿Qué dice a eso Roberto Enríquez, acaso no conoce esa parte de la historia reciente de Venezuela donde el partido al cual pertenece tuvo fundamental participación?

Pero no queremos cerrar este trabajo sin recordar uno de los crímenes más horrendos habidos bajo un gobierno copeyano, concretamente bajo la presidencia de Luis Herrera Campin. Un crimen de lesa humanidad que aún espera por justicia, la masacre de Cantaura ocurrida en 1982 donde fueron asesinados de manera vil 23 jóvenes, la mayoría con tiros de gracia en la cabeza.

Por supuesto que Roberto Enríquez y sus seguidores tienen derecho a opinar sobre nuestro programa de gobierno, hacerle aportes si los tienen, pero si le ven bondades ¿qué hacen en la derecha, por qué no se salen de ella y se ponen, con sincera humildad, al lado del pueblo y de las ideas correctas y se quitan ese peligroso lastre que es el cascarón de Copei?


(humbertocaracola@gmail.com)

(Con Chávez y la revolución, todo) (Libertad ya para los 5 héroes anti terroristas cubanos presos en las mazmorras norteamericanas) (Cese el terrorismo y la intervención imperial en Siria, respeto a su auto determinación)


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Humberto Gómez García

Director de la revista Caracola. Pertenece al Movimiento de Medios Alternativos y Comunitarios (MoMAC). revistacaracola.com.ve

 humbertocaracola@gmail.com      @hgcaracola

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