Los decentes

En medio de la perorata discursera y en un arrebato de cinismo amnésico, el candidato de la derecha, sacando pecho afirma que la “Venezuela decente” son los que votarán por él. Con tal exabrupto intenta engatusar al pueblo presentando a una banda como los referentes éticos del país. Pero van más allá, suponen que más de la mitad de los venezolanos, pueblo llano y trabajador, que nos inclinamos por la opción revolucionaria liderada por el comandante Chávez, somos engendros de la corrupción.

“Dime de qué presumes, y te diré de qué careces”. La sabiduría popular sirve para sentenciar los amagos puritanos de la derecha criolla cuya seña de identidad es el expolio de los bienes públicos, la chapuza y la corrupción. No hay que meter mano de la hemeroteca para develar la farsa. Hace apenas unas semanas Juan Carlos Caldera, dirigente de Primero Justicia y representante de la candidatura de la MUD ante el Consejo Nacional Electoral (CNE), lo pillaron con las manos en la masa (en la bola de billete), cuando recibía dinero ilegal para la campaña del impoluto candidato presidencial. Todavía resuena la voz del señor Henrique Capriles García, padre del impoluto, acordando otra tajada para ser depositada en las cuentas del hijo. Y si queremos buscar en el histórico, tampoco hay que ir tan lejos; ahí encontramos que la mitad de los directores del gobierno regional de estado Táchira del copeyano (pariente de los justicieros “decentes” y socio en la fórmula Mudista) César Alejandro Pérez Vivas, están bajo investigación judicial por la “presunta” “distracción” de recursos públicos.

“¿De qué presumen cuando pasan por mi lado? Van muy altivos, muy feliz con tu pecado…” De la mano del poeta y trovador Ricardo Fuentes recordamos el origen turbio de los paladines de la decencia, estos presumidos chicos justicieros que en un alarde de amnesia pretenden ocultar que usurparon dineros públicos provenientes de PDVSA para armar su partido, continuación de los intachables de Tradición Familia y Propiedad (TFP), y andan por ahí pavoneándose como si nada y, además, aleccionando a la parroquia.

El argumento de la “Venezuela decente” es el mecanismo de proyección de los corruptos pretendiendo mostrarse como santones, cuyo único propósito es hacerse con el control del país para finalizar la “obra inconclusa” de la IV República: apropiarse definitivamente de los bienes públicos para entregárselos a los capitales extranjeros y a los amigos y allegados, “contribuyentes” de la campaña electoral. Cuando observamos el comportamiento de los socios Mudistas disputándose como rapiñas las “colaboraciones” a la campaña, que por cierto, las capitalizan los bolsillos del candidato justiciero y su entorno, cobra fuerza aquello que “…no hay clavo para tanto chorizo”, como reza el refranero popular español.

shcarvajal@gmail.com


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