A los escuálidos hay que responderles con contundencia en todos los terrenos

Se viene haciendo una costumbre nefasta el que en todas partes, en mercados, bancos, plazas, escuelas, universidades, templos, aeropuertos, terminales, etc., siempre nos encontremos a uno o varios escuálidos hablando horrores del gobierno; al lado de este hecho también observamos que ciertos bolivarianos por no darse mala vida se hacen los locos y no responden.

La verdad es que resulta terrible responderles a las impertinencias de borrachos, enfermos y locos, pero en el que caso que se trata de defender nuestra revolución, habrá que hacerlo.

Esta perversión generalizada de los escuálidos de vivir insultando a la patria, le hace mucho daño a los débiles, a un gran sector del pueblo que necesita formación y mucha fortaleza revolucionaria.

Claro, llega un escuálido y se planta en un mercado y comienza su perorata de que nuestro Presidente le regala el petróleo a todo el mundo, que aquí hay censura y muerte por todas partes, que el pueblo se está muriendo de hambre, que estamos en una dictadura, y usted verá que hay algunos “chavistas” que ante estas barbaridades no dicen nada. Claro, el enfermo escuálido se afinca, y del mercado pasa al banco, y del banco al vecindario, y del vecindario al colegio, siempre en el mismo plan. Y en eso se la pasa todo el día.

En cambio usted casi nunca verá a un revolucionario nuestro andar ponderando por todas partes las enormes bondades de nuestro proceso, que las tenemos en grandes cantidades.

¡Imagínense el daño que hacen estos escuálidos en la juventud, esa que no conoció lo que aquí hizo el maldito puntofijismo: los robos, crímenes y destrozos de los gobiernos adeco-copeyanos!

En la mañana de hoy me encontraba en el Mercado Principal de Mérida, haciendo las compras normales del sábado cuando oigo, en un puesto que en el que venden productos importados, a un tipo que literalmente está vomitando barbaridades contra el gobierno. A voz en cuello decía el energúmeno que estaba harto de haberse calado doce años de dictadura.

Observo al fulano, con claro aspecto extranjero, y le digo que lo que habla son puras sandeces, que el pueblo apoya las medidas del Comandante y que si él considera cierto lo que sostiene que entonces coja el monte o que se vaya del país. Que nada bueno le hacen gentes como él al país.

El fulano se altera, alza más la voz y comienza a gritar y a decir que en el mercado hay un talibán. Serenamente le contesto que si los escuálidos como él pretenden incendiar al país, que sepan que muchos estamos dispuesto a dar la vida por este proceso, y que se preparen pues a dar la pelea.

Mientras este percance se daba, me di cuenta de que varios vendedores, que se favorecen altamente con las divisas que les da el gobierno para importar productos que venden carísimos, estaban de acuerdo con el referido bocón escuálido.

Yo lo que digo es que un bolivariano jamás se le debe quedar callado a ningún escuálido, y que hay que darles la pelea en todos los terrenos en que ellos la planteen. O nos ponemos las pilas, o nos joden…

jsantroz@gmail.com



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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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