Zánganos de la MUD tienen bajo el sobaco un proyecto de “Ley de pocetas limpias”

Tarjeta de racionamiento y de exclusión, la del comisariato

Los estándares mediante los cuales uno ha medido la estupidez de los escuálidos, caducaron. Extrapolamos o inventamos un nuevo instrumento de medición, una escala diferente, y así tal vez podríamos clasificarlos para conocerlos mejor y salvar a muchos de ellos, de la amenaza de una locura incurable.

Desde luego, descartemos la recuperación de los pedófilos de la EC-Élite Celestial-es decir, CEV cuyas siglas son harto conocidas, mas, hay mucha gente engañada a la que hay que tender puentes para sacarlas del abismo mental en que deambulan por efecto de la intoxicación mediática.

Tarde o temprano habría que diseñar estrategias para recuperar a unos cuantos locos, mas, no es el quid de la cuestión ahora sino, lo de la anunciada Cédula del buen vivir, a lo que expresamente quiero referirme.

Toda persona debe saber donde está situada respecto al conocimiento de su realidad inmediata, al menos. Sí tú no lo sabes, entonces ignoras sí eres mejor o peor que fulano para serruchar una madera o para pegar un bloque; tampoco sabrás hacia donde ir para saber o para desaprender las boberías que el “ñato marcel” o el “bolero de ravel” te metió en la cabeza, desde la pantallita del televisor.

¡Es que la cabeza de muchos es un basurero! ¡Esa es una realidad!

Bueno, el Comandante anunció la posibilidad de crear un mecanismo que permitiese mejorar el vivir del pueblo venezolano, creo que se trató de sólo una idea que él esbozó al pueblo y, no había terminado de exponer la idea cuando de ipso facto la zamurada escuálida le cayó encima a esa idea.

Debemos refrescar la memoria de propios y extraños, hay que traer a colación la otrora tarjeta de racionamiento que las compañías petroleras impusieron a los trabajadores venezolanos, del ramo, y en la cual se estipulaban dos o tres kilos de leche Klim, tantos atunes, y etc. , todo importado de USA, no había ni siquiera arroz producido en el país, tampoco el maíz, ni la caraota. La estrategia del gringo era destruir nuestra agricultura, nuestra pesca, nuestra artesanía, todo vestigio de producción nacional para esclavizarnos, atarnos a sus mercados, hurtar nuestro petróleo y, lo peor de lo peor, imponernos la colonización cultural.

¡No hay peor esclavitud que la colonización cultural!

Aclaremos que para entonces, la exclusión y el racismo era la medida de todas las cosas. Había una tarjeta de racionamiento para los obreros y otra distinta para los altos empleados, había un club para los obreros y otro para los altos empleados, había una clínica para los obreros y otra para los altos empleados, había una escuela para los hijos de los obreros y otra distinta para los hijos de los privilegiados

A diez años de revolución bolivariana gravita todavía sobre buena parte de nuestra población, la funesta secuela de ese pasado perverso, y la muestra es el escualidismo.

Un relevante detalle es que la inmensa mayoría de los trabajadores venezolanos de entonces, estuvieron excluidos del reparto de migajas, fue precisamente esa parte de la población la que engrosó los cinturones de miseria y sufrimiento alrededor de las grandes ciudades y eso no se puede seguir tolerando, eso hay que acabarlo, sólo en socialismo puede ser posible reivindicar a nuestra gente.

Rómulo Betancourt, ese escuálido de marras, perverso y criminal, trató de ahogar en sangre nuestra rebeldía frente a la esclavización de nuestra patria pero, no pudo apagarla, aquí estamos todavía y estaremos de alguna manera, hasta el último aliento, para derrotar a sus conversos.

A Leoni, Caldera, Luis Herrera, Carlos Andrés Pérez, Lusinchi y a toda esa costra pervertida de ladrones, ahora se unen Teodoro, Pompeyo, etc., y pare de contar ¡sinvergüenzas!

Hoy, los antes mencionados cabeceñemas pretenden apoderarse de la Asamblea del Pueblo para imponer una “Ley de pocetas limpias”: ¡Privatizarlo todo! Privatizar MERCAL, privatizar PDVAL, privatizar todas las misiones que hoy favorecen al pueblo, privatizar VTV, y privatizar PDVSA y, aquí si que la cochina templó el rabo.

La “Ley de pocetas limpias”, de venir, no sería más ni menos que matarnos de hambre.

Por lo tanto, el próximo 26 del mes en curso tendremos que asistir a los centros de votación y votar por los muchachos de la revolución y así derrotar la propuesta escuálida, o no habrá patria para nadie.

oceanoatlanticoguillermo@gmail.com


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Guillermo Guzmán


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