Aquí no gobierna Maduro, sino la burguesía parasitaria

En la Venezuela acual, el valor de su moneda, en la práctica cotidiana, no lo establece la institución del estado que tiene esa tarea; tampoco el mercado; sino una página web: DólarToday.

A pesar de que el gobierno provee de dolares preferenciales a los importadores de alimentos, medicinas y productos de higiene personal, ningún comerciante vende estas mercancías, ni ninguna otra, a los debidos precios regulados, porque todo el comercio privado y público funciona en base a la cotización diaria del DólarToday.

Al Banco Central de Venezuela le toca dictar la política monetaria del país; no obstante, en la práctica ha venido cediendo esta potestad a la página web DólarToday, permitiendole establecer el valor del bolivar con respecto al dólar, lo cual supone de hecho una enajenación de nuestra soberanía.

Lo más grave es que las autoridades del BCV saben perfectamente que DólarToday calcula su cotización tomando como referencia la diaria devaluacion del bolivar que ejecutan las mafias de colombianas en Cúcuta, con la conplicidad socarrona del mismísimo gobierno de Santos; sin embargo, no han tomado las medidas pertinentes para resguardar nuestra independencia.

En lo particular el BCV esta en mora con una decisión soberana como lo sería derogar la convertibilidad en territorio colombiano entre el bolivar y el peso colombiano. Con tan solo esta medida se evitarian muchos de los males que desde la frontera colombiana perjudican a nuestra economía. Entre los que cabe destacar el masivo contrabando de nuestros billetes.

La situacion económica y social de los venezolanos de a pie empeora minuto a minuto depapeurizando aceleradamente su existencia cotidiana. Son muchos los problemas que se generan de esta realidad. La vida se ha ido haciendo cada vez más invivible.

Padecemos de una constante escacez de productos de primera necesidad que genera una inflación de los precios de todas las mercancías que se nos hace tragicamente insoportable.

Buscar y encontrar una medicina se ha convertido en un auténtico calvario que genera una angustia despiadada ante el peligro inminente de la muerte de nuestros familiares enfermos. Algo parecido pasa cuando se nos daña el carro o algún aparato.

En estos tiempos, muchos venezolanos, sobre todos las mujeres venezolanas, pasan buena parte de su deteriorada existencia haciendo colas para adquirir algún producto.

Todo esto en su conjunto ha devenido en un verdadero caos que se ha convertido en el mejor caldo de cultivo para el desate de la delincuencia que nos agobia por doquier. Lo cual explica lo que ha venido ocurriendo en estos úlitmos días, donde algunos funcionarios que juraron velar por la seguridad de los ciudadanos, ahora están, rompiendo con toda la moral establecida, ejecutando fechorías de todo tipo.

Este quiebre de la moralidad en el seno de instituciones del estado se pone de manifiesto particularmente en el inmenso desmadre que prevalece en la frontera colombiana, donde la moneda encarnada en los billetes de cien, la gasolina, los alimentos y las medicinas son extraidos en grandes masas hacia el vecino país por mafías, beneficiadas con la malsana y activa complicidad de todo ese funcionariado venezolano que se presta para ocacionarle tan inmensas perdidas a su propio país, a cambio de treinta monedas. El País esta haciendo aguas por la frontera colombiana.

Frente a este mar de calamidades el gobierno de Maduro ha querido lavarse las manos, amparándose en el argumento de la guerra económica, buscando evadir su responsabilidad.

Es cierto que el gobierno de Maduro ha sido objeto de un feroz ataque continuado para sacarlo a él y al chavismo del poder. Ha sido un ataque que ha tenido como blanco principal el talón de aquiles del chavismo, la práctica económica que lo sustenta. En una guerra como la que afrontamos los venezolanos es lo menos que podría esperarse del imperialismo norteamericano.

Empero, en vez de estar airando bravuconadas y a veces pidiendo cacao, que solo provaca hilaridad, lo que ha debido hacer y no ha hecho Maduro es enfrentar con seriedad a un enemigo que lo aventaja en todo.

Sus acciones contra la guerra economica han sido completamente inocuas. Esto es precisamente lo que le reprochan muchisimos chavistas de a pie y también algunos no chavistas. Muchos tenemos la viva sensación de que en Venezuela no gobierna sino la impunidad.

Una de las debilidades que pesa toneladas en la gestión de Maduro esta en un pronunciado divorcio entre el discurso y su práctica política. Maduro dice una cosa y hace otra totalmente opuesta. Esto explica por qué las acciones que ejecuta para revertir toda esta lamentable situación lo que genera día a día, es el efectivo empobrecimiento del poder adquisitivo del trabajador venezolano y simultaneamente, el enriquecimiento no solo a la burguesía importadora, sino de los comerciantes que con total impunidad remarcan como les da la gana los precios de las mercancías.

Realmente el gobierno se ha mostrado magestuasamente impotente, negligente e indolente en el abordaje de los graves problemas que afligen hoy en día a la gran mayoría de los venezolanos. Pensamos que esto ocurre de esta manera porque al final de cuentas casi todo lo que hace este gobierno termina favoreciendo a la burguesía parasitaria.

Esta lamentable afirmación se puede dilucidar a través del problema de la escacez que padecemos. Sabemos que la escacez solo puede ser solventada con el incremento de la oferta. En este punto nos encontramos con una primordial deformacion de la económia venezolana. Desde hace al menos una centuria vivimos un proceso donde la oferta de bienes y servicios depende cada vez más en un altisimo grado de las importaciones. Lo correcto y debido es que dependa todo lo que se pueda, según nuestras potencialidades, de la producción interna de bienes y servicios. Es obvio pues, que realmente no resolveremos de raíz el problema de la escacez si continuamos jerarquizando por la importación en vez de promover la producción interna. En este sentido, debería implementarse una nueva misión: la misión fábrica adentro, cuya función sería la de democratizar a gran escala el capital productivo y la producción de bienes y servicios, llenando a todo el territorio nacional de pequeñas y medianas fabricas que abarquen muchas ramas de la producción, buscando realizar el sueño de industrializar a toda Venezuela.

Esta misión sería un buen camino para acabar de una buena vez no solo con el problema de la escacez, sino sobre todo, también para minimizar el poder del principal actor que la promueve y mantiene internamente: la burguesía parasitaria. Este grupo social constituye exactamente ese sector minoritario y privilegiado de la sociedad venezolana que logra apropiarse de la renta petrolera monopolizando las importaciones, favorecido siempre por los mecanismos del estado burgués que es de donde emane de su verdadero origen y de donde se renueva constantemente. Porque quienes administran desde el estado la renta petrolera son los que determinan en última instancia quienes serán los privilegiados miembros de esta clase. No debe entonces sorprendernos que entre estos privilegiados esten gente muy allegada a altos funcionarios del gobierno. Siempre fue así, desde que se gestó esta clase en los comienzos del siglo XX.

Obviamente que para garantizar sus intereses la burguesía parasitaria, esto es, la burguesía importadora, que existe solo en virtud de estrechos e históricos nexos con ese aparato que es el estado, hace y hará todo lo posible para sabotear una misión tan necesaria y fundamental como lo seria esta misión fábrica adentro.

A la burguesía importadora no le interesa para nada la industrialización del país porque eso señalaría el final de sus días. En el gobierno de Maduro se denuncia a esta burguesía como parasitaria, sin embargo, en lo concreto, el grueso de las importaciones se ha estado haciendo a través de la burguesía parasitaria-importadora. Esta es la vedadera realidad. Es decir, en la práctica el gobierno de Nicolas Maduro ha estado favoreciendo a esta burguesía parasitaria que tanto daño le ha ocacionado al país al postrar sus potencialidades productivas.

Todo este asunto esta intimamente relacionado con el tema de la política cambiaria. Desde hace muchísimo tiempo el control cambiario dejó de protegernos contra la fuga de capitales y se convirtió en un problema que traba el sano desarrollo de la economía. No obstante se mantiene un diferencial cambiario arbitrario que nada tiene que ver con la realidad económica del país para terminar beneficiando directamente, a los que por esta vía se apropian de la renta petrolera. Estos son, exactamente, la mismísima burguesía parasitaria-importadora. Reciben cada dólar a un precio preferencial de 10,00 bolivares. Mango bajito para una burguesía mañosa que no ha perdido tiempo en fugar masivamente nuestras divisas. Durante los últimos diez años superan los trecientos mil millones los dólares fugados. Las arcas llenas en manos de esta burguesía importadora depositadas en bancos extranjeros contrastan con la situación de escacez que vivimos en Venezuela. Es obvio pues que la cotización del DólarToday incide directamente en el acrecentamiento del poder real de quienes concentran monopolicamente esas inmensas masas de dolares fugados, en virtud de lo cual son los que realmente ejercen el poder en Venezuela. Por eso decimos que aquí señores, no gobierna Maduro; sino la burguesía parasitaria.


ricardovargas.rv.rv@gmail.com


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