El arte de ser pendejo

Según los expertos pendejo es un calificativo, y es un calificativo de los más blandos; es decir, es de alguna forma expresar que una persona es tonta y es un término coloquial. No es de los más ofensivos ni mucho menos. En Venezuela ser pendejo tiene dos acepciones; por un lado  se ha convertido en sinónimo de   la persona  que no comete violación a las normas sociales, el que piensa en el  bienestar del  otro, el que no hace  corrupción en sus diferentes modalidades como el bachaqueo, saltar las aceras de una calle en una moto, sobornar a un funcionario, robar el dinero público cuando ocupa funciones en el Estado.

 La otra acepción del término pendejo se refiere a no darse por enterado de algo, hacerse el desentendido  sobre una situación, sobre un problema,  hacerse el paisa.   La figura del pendejo va a la par con los cambios éticos, morales, el resquebrajamiento de los valores sociales, donde ser bueno es malo o como dicen es una raya.
 
En el proceso que se vive actualmente en Venezuela me he quedado sorprendido por el desarrollo de los acontecimientos. Entre otros aspectos  observo como personas, que fueron forjados en la lucha social, que eran cabeza caliente en los años 80 (recuerden el movimiento 80 de la UCV), han sido domados, sometidos en su pensamiento e ideologizados  al contrario, al retruque, a la filosofía de Shakira ciego, sordo y mudo.

He visto gente inteligente, con dominio teórico y práctico, curtido en la praxis,  en los postulados marxista  justificando y diciendo cosas insólitas como  “ahora comemos más sanos porque no consumimos harina, ni arroz, ni pasta”, ni nada, agrego yo. Estar flaco, famélico es hermoso, el control cambiario es exitoso, la producción agrícola se ha incrementado lo que sucede es que la población ha aumentado por eso no llegan los alimentos a todos los ciudadanos. ¿Qué dirán los chinos con 1200 millones de personas? ¿Comerán?. Se hacen los tontos, los paisas, los pendejos frente a la realidad.

Recientemente consigo un amigo abogado muy sabio, como todos los abogados, y me dice, en torno a que le comento que nunca he recibido nada del Estado, que lo que sucede es que soy un pendejo, que no soy vivo, que por eso es que no tengo bienes materiales. Ello  me puso a pensar y me dije que, bueno, tal vez  los pendejos no tenemos cabida en este sistema.

 De acuerdo con lo expresado por mi amigo abogado, las teorías marxistas sobre la explotación, la plusvalía, el fetichismo, quedan reducido al ser pendejo o vivo y pertenecer o no a la elite de la viveza criolla. Es la diferencia entre  vivir en abundancia o en la escasez. Con razón hace años hubo una marcha de los pendejos y el grupo Un Solo Pueblo saco hasta un disco con ese tema.

El otro día, por los lados de Sabana Grande, veo a un “camarada” que  me dice que él me había dado la fórmula para salir de la pobreza  y era  vender ilegalmente  los certificados de salud, me imagino que él lo había hecho, como le dije que no haría algo así me espetó, que era un pendejo. Una mentira repetida  varias veces se convierte en verdad
 
Volviendo sobre mis pasos,  el ser pendejo no debe ser cualquier cosa ya que Ali Primera le pedía al pueblo que dejara de ser pendejo, “pero dejando de ser pendejo esa esperanza será verdad” creo que así decía la frase en Canción Mansa para un Pueblo Bravo. Y es que el ser pendejo se constituye en un arte en  tiempo de revolución, o no es arte el resistir, el calarse un director, un ministro en una reunión o en lenguaje más acorde con los tiempos, en una Asamblea Popular, decir cosas que uno sabe que son mentiras y por lo menos no lanzarle un zapatazo al mejor estilo árabe. Se necesita mucho control emocional para no hacerlo.

Tengo un amigo que fue Viceministro, nos dijo en una oportunidad que lo más difícil para el en su funciones había sido resistir la presión de su familia porque estos lo veían como un tonto, como un pendejo ya que salió sin grandes bienes materiales. Además, él se negaba a colocarlos en cargos para los cuales no cumplían los requisitos mínimos. Al respecto, nos señaló que durante un tiempo no le hablaban, lo veían como gallina que mira sal, como un tipo raro y fue el centro de las burlas, de acoso, en las conversaciones de la familia  durante un largo tiempo.
 
En una oportunidad, en el comienzo de los Congresos de la Patria, en uno de los preparativos previos, en el INCES de San Martín, estando en una mesa de discusión, se paró una señora, cansada de oír las cosas trilladas que se hablaban en torno al Poder Popular, que si era originario, que si las instituciones están sometidas al Poder Popular etc., etc.etc y dijo: “Miren, lo que sucede es que no decimos la verdad sobre lo que hacen las instituciones porque estamos esperando que nos caiga algo, sabiduría popular pues, en pocas palabras nos hacemos los pendejos sobre lo que está sucediendo porque somos aspirantes eternos a recibir beneficios del Estado.
 
En el mes  de octubre  de  2016, el PSUV convocó una serie de movilizaciones, con el fin de  frenar los embates de la derecha y al sector salud le correspondió concentrarse varias veces en el Banco Central de Venezuela. Pensaba que era ironía ubicarnos donde está todo el dinero del mundo, y muchos  profesionales como yo, limpios de solemnidad.
 
 En una de esas concentraciones se generó un problema  con una  cadena de televisión: una transeúnte había señalado al medio en cuestión “que  había mucha hambre en el pueblo”; diez minutos antes conversaba con un amigo profesional, y me decía que no había desayunado ni almorzado. Eran las 2y 30 pm, cuando se armó el problema por la intervención del transeúnte. La televisora le cedió el micrófono al amigo y para mi sorpresa comenzó a hilvanar un discurso antiimperialista, haciendo gestos frenéticos con los brazos, como poseído y remato diciendo que acá no había hambre que era una patraña de la derecha. Cuando le pregunté porque había dicho eso si minutos antes había planteado lo contrario me dijo:
-Tú crees que  yo soy pendejo, sí habló eso me meto en problemas. Cuestión de  intereses pues

 

yonismith51@gmail.com



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