Pasado, presente y futuro

100 años de corrupción

El mal de la corrupción por parte de algunos trabajadores de la administración pública se remonta a la era de Gómez, y de hecho desde mucho antes.

Pero es en los tiempos de la paupérrima era del puntofijismo donde se perfeccionan los métodos, siendo este otro de los trastornos que nos heredaron los adecos y copeyanos.
Y lo fue gracias a que las leyes de la Cuarta República -algunas aún vigentes- fueron diseñadas con el propósito de que ninguno de los funcionarios corruptos que se alternaban el poder periódicamente fuese a parar a la cárcel. La impunidad fue bandera de esos 40 años de desmembramiento de la cualidad moral y ética que debe tener todo servidor público.

Pero más allá de haber sido sendos ladrones, fueron también tremendos ineficientes, los cuales nunca le daban respuestas oportunas a las demandas del pueblo. Es parte de la condición fundamental que rige la lógica de funcionamiento de este Estado burgués que desgraciadamente hemos heredado.

Sin embargo, a pesar del grandísimo esfuerzo que hizo nuestro comandante Hugo Chávez por tratar de revertir tales anomalías dentro de las instituciones públicas, las cuales contravienen la fina esencia de un servidor público bolivariano, patriota y revolucionario, aún existe un sinnúmero de pseudo chavistas que se han acogido y acomodado muy fácilmente a tales prácticas delincuenciales, bajo la mirada indolente de las instancias responsables de penar tales delitos

Este es un tema que sin lugar a dudas está destrozando desde sus entrañas a la Revolución Bolivariana. Para luego es tarde.

Hoy día muchos son los servidores y servidoras que se prestan para acometer, en confabulación con los proveedores dueños de empresas privadas, actos de corrupción. Muchos son los que no creen en el Proyecto Bolivariano, pero con todo y eso ostentan cargos de dirección y toma de decisiones en las instituciones, teniendo la plena libertad de poder entorpecer a su antojo muchas de las políticas públicas que en tiempos de revolución han sido orientadas a satisfacer las necesidades básicas y fundamentales del pueblo.
¿La Comuna?, ¿qué es eso?, dirán muchos de ellos. ¿Todo el poder para el pueblo?, ni locos. ¿Los Consejos de Trabajadores?, menos; son alérgicos a la contraloría social y a la democracia laboral. Y para colmo, muchos “gerentes” maltratan a la clase trabajadora.

La corrupción en Venezuela tiene más de 100 años, pero eso no justifica que siga existiendo.

¡No más impunidad, no más corrupción! Queremos funcionarios que trabajen por la Revolución.

hectorabache@gmail.com



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Héctor Abache

Escritor. Trabajador socio-comunitario.

 hectorabache@gmail.com

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