Buenos días Sr. Oscar Heck

Me quedo perplejo ante tantas sandeces y estupideces que usted escribe en su artículo, "la nueva Colombia", de ante mano quiero decirle que yo también vivo en la frontera y para su desgracia soy colombiano, naturalizado por el comandante Hugo Rafael Chávez frías y tengo hijos venezolanos.

Una mentira repetida mil veces, se convierte en una verdad a medias, propia de la ignorancia, la mediocridad y el pragmatismo; creo que existen muchos estudios sobre frontera, que no comparten con usted sus impresiones y reflexiones.

Primero creo que no debe generalizar, el problema de la violencia y su degradación, no es un problema de los colombianos, ni mucho menos una forma de vida, una opción o una costumbre del pueblo colombiano.

Segundo, las zonas de frontera, tiene particularidades especiales entre ellas, la degradación de lo ilegal en violencia, mafia, narcotráfico y demás descomposiciones de las sociedades, no se trata entonces de un problema de una nacionalidad u otra, en este caso colombiana o venezolana.

Tercero, el desconocimiento de la problemática de frontera, lleva a los incautos a buscar la fiebre en las sabanas y no en el enfermo, pues la problemática de la violencia en la frontera colombo venezolana, es tan vieja como la frontera.

En razón a lo anterior paso a contarle o recordarle para que investigue y se llene de argumentos sobre historias que tal vez usted desconoce, pues nunca han sido publicadas.

Recuerda usted en la época de la mal llamada cuarta republiqueta, en la que adecos y copeyanos gozaba del famoso y nada bien recordado por los pobres 4:30, en las grandes plantaciones de café del Táchira y en las zonas productoras de palma aceitera en el Zulia, la mano de obra que mantenía esas plantaciones eran colombianas y que cuando llegaba la hora de los arreglos y el pago de las prestaciones sociales a que tenían justo derecho, eran deportados en el mejor de los casos o asesinados y tirados a los ríos Táchira y Catatumbo, por funcionarios de la GN y de los cuales todavía puede encontrar especímenes vivos de esas épocas, en Casigua el Cubo o en San Cristóbal, quienes degollaban a los colombianos trabajadores y jugaban con sus cabezas y las mostraban a los demás como escarmiento. Será señor HECK que esas eran practicas colombianas?

Igualmente en Cúcuta, el prostíbulo de muchos venezolanos, cuando un bolívar costaba 17 pesos, las niñas de 15 en adelante eran el plato predilecto y con el famoso sueño venezolano, ayudaron a prostituir por más de 7 años a gran cantidad de adolescencia cucuteña, será que esa práctica pedófila es solamente colombiana.

Cuando en el año 96, el paramilitar CARLOS CASTAÑO, se reunió en una hacienda del estado Táchira, con un grupo de ganaderos venezolanos y se iniciaron las Autodefensas venezolanas y comenzaron la limpieza social y chavista, lo hicieron solo colombianos? Será que el dinero para financiar esos grupos fueron de los colombianos?

Sera señor HECK, que después del cierre de la frontera son los colombianos, los que llevan la gasolina o a quienes les venden la comida por terminal de cedula?, no se tan pendejo usted, xenófobo.

Usted cree señor Heck, que no son igual de malos el colombiano que participó en la muerte del compañero Robert Serra, y el escolta venezolano que lo vendió, o que decir de los venezolanos que participaron en las guarimbas, en las que con cables, degollaron compañeros motorizados y le recuerdo que esa práctica, nunca se ha visto en la violenta Colombia.

Y así me podría pasar todo una año exponiéndole casos de la violencia en Venezuela, de bandas criminales como la del picure, los cabezones, la de tornillo en Lara, de los maracuchos y en fin de una serie de personajes que infunden el terror en las calles y barrios de nuestra amada Venezuela, pero no por eso odiamos a los venezolanos, por el contrario, queremos ayudar con pedagogía y mucho trabajo social, para erradicar el problema de inseguridad que vivimos.

La frontera es más que una línea divisoria, más que una alcabala, la frontera es el espacio propicio para lo ilegal, es donde se conjugan la doble moral de los que van a misa y ruegan por atesorar fortuna y piden al dios, aleje los vecinos a quienes le bachaquean.

Espero no caiga en el juego estúpido de culpar de todo a los colombianos, más bien preocupémonos por construir una frontera de paz y desarrollo social, justa, digna y bolivariana, orgullo de los hijos de bolívar, por asegurar que la revolución triunfe en el Táchira, a pesar del mal gobierno de los escuálidos y revolucionarios que hemos tenido.



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