¡El norte sigue siendo una quimera… qué atrocidad!

Estamos en presencia de un panorama global muy diferente al de hace veinte años atrás, cuando Estados Unidos tenía el camino despejado hacia la construcción del Nuevo Siglo Americano, sostenido, entre otros pilares, por la libre e indiscriminada explotación de los recursos naturales (incluyendo los combustibles fósiles) de los países periféricos a la metrópoli imperial; previa aprobación, claro está, de gobiernos entreguistas.

La proyección del Nuevo Siglo Americano descarta que las relaciones internacionales puedan ser reguladas por el Derecho Internacional Público, al tiempo que utiliza su inmenso poderío militar como puntal de su política exterior.

Hoy día el horizonte ha cambiado mucho. Estados Unidos es la mayor potencia militar de la historia de la humanidad, pero cuyo aislamiento no ha hecho sino crecer en los últimos años.

¿Por qué digo aislamiento?

Para comenzar pongamos por caso el campo financiero global. China actualmente impulsa y robustece el Banco Asiático de Inversiones e Infraestructura, del cual se desprende la creación de un nuevo sistema financiero, un nuevo polo de poder que atenta contra el orden económico global creado por Estados Unidos luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial, donde el Banco Mundial y el FMI, eran instrumentos para hegemonizar el dominio mundial de las élites estadounidenses.

Si a esto se le agregan las torpes sanciones contra Rusia, que lejos de debilitar las posiciones políticas rusas, o deslegitimar a su gobierno, lo que ha hecho es fortalecerlo en los ámbitos interno y externo.

Pero hay más: las descarada y torpe escalada de intervenciones armadas en países del Medio Oriente, junto con la develación de operaciones de espionaje a gobiernos europeos y latinoamericanos, han hecho crecer un sentimiento anti-yanqui.

Dicho con otras palabras y procurando la síntesis: Estados Unidos cuenta cada vez con menos herramientas efectivas, sustentadas en el Derecho Internacional, para dominar el orden mundial. Su influencia ahora descansa más en sus amenazas militares que en su calidad moral, o potencial financiero para asumir una vanguardia mundial, erigirse como único hegemón en todos los órdenes.

¿Cuál es el resultado de este entramado de circunstancias?

No hay que poseer una mente brillante para adivinar la consabida respuesta: estamos los pueblos del mundo ante el más peligroso régimen depredador que haya conocido la humanidad. Manteniendo con creces el potencial de destrucción del mundo, por modelo de producción y poderío militar, en un contexto global de multipolaridad emergente.

Este peligro que representa esta potencia militar, es aún mayor para aquellos pueblos que para bendición o desgracia habitan una tierra dotada de riquezas.

Latinoamérica, que ahora como nunca antes en su historia se planta ante los poderes extra-regionales -con sus matices e incrustaciones-, jamás estuvo tan unida como ahora. Con organismos de integración, que aunque incipientes, perfilan una nueva perspectiva unionista desde lo social y lo político, sin abandonar los campos económico y financiero.

Es acá donde Estados Unidos pretende reabrir un frente de confrontación, recuperar el "tiempo perdido", reconfigurar la balanza de poderes para conquistar nuevamente un área de influencia.

¿Cómo pretenden hacerlo? Pues bien, antes que nada intentan fracturar la unidad latinoamericana aún en gestación. "Flexibilizar" por ejemplo las relaciones con Cuba, al tiempo que se preparan para aumentar las agresiones contra Venezuela.

Es importante tener en cuenta que acciones como estas solo son jugadas parciales en un ajedrez geopolítico global. No están desligadas de los procesos de Ucrania, Oriente Medio o Yemen. Buscan en definitiva debilitar el avance de las potencias emergentes, adversarios potenciales de su decadente proyecto hegemónico.

Se pretende pues, redistribuir las fuerzas en nuestra región para aminorar la influencia china o rusa, garantizando para sí las reservas de agua, tierras fértiles y combustibles fósiles que aseguren la marcha del Nuevo Siglo Americano, antes que sean aprovechadas por los pueblos a los cuales pertenecen, o peor aún, explotadas por potencias emergentes que le disputen el poder de igual a igual, en su propio campo ideológico; tal es el caso del grupo de los BRICS.

¿Qué hacer ante este escenario complejo? Unidad y patriotismo por encima de las menudencias, incluso más allá de las fronteras nacionales. Integridad ante el pretendido mesianismo y la arrogancia yanqui.

Se aproxima la Cumbre de las Américas, y Obama parece encontrarse en una trampa política luego del inusitado apoyo internacional recibido por Venezuela.

¿Quién está verdaderamente aislado? En el continente americano solo Canadá no se ha pronunciado a favor de la derogación del insólito y desafortunado decreto del 9 de marzo. Al menos dos alternativas se le presentan al premio Nobel de la Paz: primeramente puede aceptar el diálogo en igualdad de trato con Venezuela, lo cual significaría un vergonzoso repliegue que políticamente lo debilitaría aún más hacia adentro de sus fronteras. La otra vereda que se le abre es el sostenimiento de su absurda postura, continuar con el guión de los halcones, quedando así al descubierto, fehacientemente, parte de su proyecto de amedrentamiento y recolonización. Esta última opción, así lo creo, es la de más probable ocurrencia.

Nadie llega a la presidencia de los EE.UU. sin doblegarse o abrazar los designios de las élites y el Destino Manifiesto. El pronóstico es entonces la continuidad de los padecimientos producto de los ataques, velados o abiertos, por parte de la maquinaria imperial.

En este texto no he querido ocuparme de la maltrecha oposición venezolana, porque tal vez su patética y desleal actuación en este escenario no les depara siquiera un papel de reparto; para ellos el norte sigue siendo una quimera. Entre sus pesares quedará que un tipo como yo, habitante de Catia, ahora, gracias a Chávez, tenga voz y pueda pasearse a través de sus letras, entre las verdades que por tanto tiempo han querido ocultar.



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