A 30 años de los hechos de Tazón (19 de septiembre de 1984)

La democracia venezolana se vendía al mundo como un régimen ejemplar de libertades y respeto a los derechos. Aún hoy día hay quienes ven el período 1958-1998 como un paraíso perdido. ¡Ojalá hubiese sido esta la realidad! Nadie quiso vivir las atrocidades que se vivieron disfrazadas de democracia.

En principio, es verdad que el cambio de la dictadura al régimen electoral fue un avance político, pero los problemas sociales no desaparecieron porque pudiéramos votar por nuestros gobernantes, si estos gobernantes no eran capaces de afrontar con valentía y coherencia los problemas del pueblo. De allí vinieron las protestas, porque se suponía que podíamos protestar ya que ahora éramos una democracia y la protesta fue atendida, no con soluciones sino con represión brutal. La lógica consecuencia de la represión fue la respuesta con mayores protestas y a esta se le atacó con mayor represión. Asesinatos de manifestantes, prisiones, allanamientos, censura de prensa, desapariciones forzadas, torturas. ¿Es difícil entender entonces el surgimiento de guerrillas, viendo el reciente triunfo de los barbudos en Cuba? Se votaba cada cinco años, había cierto espacio para hacer oposición política pero el régimen no toleraba cuestionamientos de fondo.

La ficción de bonanza que de manera irresponsable se inculcó a la población comenzó a derrumbarse en 1983 al estallar la crisis económica el famoso viernes negro. Deuda externa (¿o eterna?) inflación, aumento del desempleo. Había que reducir todo aquel “gasto social” improductivo. Para que los banqueros, grandes empresarios y el capital foráneo, por supuesto, pudieran seguir reproduciendo sus ganancias, era necesario no malgastar plata en el pueblo. La educación, la salud, la cultura eran excesos innecesarios. Se hablaba abiertamente de la necesidad de privatizar la salud y la educación, que solo estudiaran quienes pudieran pagar. Y con la derrota de las guerrillas la “izquierda” que existía no ofrecería mayor resistencia.

En ese contexto se planteó privatizar los comedores de la UCV a lo que los estudiantes de las facultades de Agronomía y Veterinaria respondimos con unas alternativas a ser, al menos, consideradas para reducir costos produciendo algunas cosas en las estaciones experimentales. No se inventaba nada: eso se hace en muchos países. Negativa arrogante a siquiera estudiar la propuesta, fue lo que se obtuvo. Nos negaron la solicitud de autobuses y la rebeldía juvenil se impuso: se tomaron cuatro unidades para ir a Caracas, a llevar el documento al Consejo Universitario.

El rector Chirinos, para impedir que llegaran los estudiantes con el documento, llamó al Ministerio de Relaciones Interiores, a sabiendas de cómo era la represión de entonces, y de allí se solicitó a la Guardia Nacional que detuvieran los autobuses y la orden se cumplió como ellos sabían: a plomo. A tiro de FAL. Más de 20 estudiantes con heridas graves. Total impunidad. Como solía ser.

El gobierno acusó sin pruebas a los estudiantes de haber sido los agresores, siendo que todos los heridos fueron estudiantes. La prensa mintió como siempre (no es de ahora la cosa) para defender la posición del gobierno adeco. El apoyo a los heridos por parte de la universidad prácticamente hubo que arrancársela. Al menos se paró la medida de convertir a los comedores en restaurantes privados.

Un aspecto trascendental fue que en medio de la represión y de las jornadas de protestas, desde Maracay surgió la propuesta de convocar a un primer encuentro nacional de dirigentes estudiantiles, de donde surgió un nuevo liderazgo que ya se venía gestando y que conquistó las instancias de dirección estudiantil en las universidades nacionales. A esta nueva dirigencia le tocó enfrentar los momentos históricos de finales de los años 80’s y los 90’s con valentía. Parte de la dirigencia actual del país viene de esos días.

No deja de ser triste ver que la gran prensa y la conducción de la UCV y de otras universidades sigue respondiendo al mismo esquema de entonces, defendiendo el modelo neoliberal de la economía y la política de élites que ya no da más. Incluso tratan de ocultar estas realidades que se vivieron en nuestro país y que algunos quisieran que volvieran, unos porque no las vivieron y las ignoran y otros, peor, que sí las recuerdan. Pero es que a veces billete mata conciencias.



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