Drogodependencia: de lo crónico a lo cotidiano

Drogodependencia: de lo crónico a lo cotidiano.

Raúl Bracho.

Fundación HombreNuevo.


“Tocar fondo”, es una condición que se ha establecido como necesaria para que un adicto a las drogas sea atendido. Se considera, que es en este momento cuando el consumidor está en capacidad de “recibir” tratamiento.

En Revolución, hay que reelaborar, replantearse nuevamente los conceptos sobre abordaje en relación, no solo a drogas, sino a muchas de las problemáticas sociales que sufre la sociedad. Este es uno que se debe revisar urgentemente. En momentos en que la ineficacia es el resultado ante las políticas signadas por la Naciones Unidas hay que de una manera valiente, hacer una revisión que indique de su ineficacia determinada, todos los sabemos, por un mercado dominado por los intereses de “privados” de laboratorios farmacológicos cuyo interés hace tiempo dejo de ser “curar” sino mantener su mercado cautivo. Una nueva concepción humanista y socialista debe comprobar hasta donde estos paradigmas son los culpables de la tragedia actual.

Un “consumidor” no puede ser internado en una comunidad terapéutica, sino solo bajo su aceptación y voluntad. Este es otro de esos paradigmas que yo, como “adicto”, pido revisar urgentemente.

Primero que nada, “tocar fondo” esta asociado a un momento en que el consumidor ya presenta daños severos: perdida de autovaloración personal, de relaciones familiares, de situación laboral, si no podemos decir que esta en al borde de situación de calle o ya en la indigencia. Quiero responder con una pregunta a tan generalizada y aceptada aseveración: ¿Será que si alguien sufre un catarro, hay que esperar que evolucione hasta ser una bronconeumonía crónica, para darle atención a quien lo sufre?

Ciertamente la “adicción”, determinada como enfermedad hace no muchos años por la OMS, tiene como peculiaridad ser una enfermedad que no le hace sentir a quien la sufre que está enfermo. En esto estoy de acuerdo, pero esta condición implica, o debería implicar, que quien sufre de adicción lo primero que pierde es la capacidad de autodiagnosticarse. Si yo me levanto con fiebre y tos, llamo a mi médico, el adicto se levanta y lo primero que siente es un ansia irrefrenable por consumir, obvio síntoma de su enfermedad y él no llama al médico, llama a su jíbaro, sale a robar, a pedir, a negociar su dosis de droga. Vuelvo a preguntar: ¿Ante esta situación, en base a que se le permite a este ser humano seguir infiriéndose daños consecutivos, producidos por su compulsión al consumo y por su incapacidad de reconocer que está mal? El drogadicto solamente pide ayuda en su fase terminal, ya casi cadavérica, luego de haber contagiado a sus familiares y convertirlos en coadictos y de probablemente haber iniciado en el consumo a muchos de sus congéneres.

¿Es entonces normal, pregunto, el permitir todo este deterioro para intervenir?

En relación al segundo punto, ¿como se ha podido instituir el concepto de que para que sea tratado, un consumidor debe “consentir” su internación? Si se sabe que el último en darse cuenta de que esta enfermo, de que diariamente se deteriora más, es él mismo, es absurdo que sea él quien deba aceptar su internación. Si la misma enfermedad que sufre, le impide tener conciencia de su situación, es igualmente absurdo que se delegue en él la aceptación de su tratamiento. Estos son los parámetros usados mundialmente. Mi planteamiento sonará y producirá un rechazo radical de parte de todos los involucrados. Lo hago a conciencia. Estoy “atreviéndome” a empezar a decir las cosas que he venido madurando desde que egresé de Cuba y ver como día a día esta epidemia político-sico-social cada día aumenta.

He venido denunciando como la humanidad marcha hacia la descriminilación, despenalización y legalización, (todo esto me suena igual) Nadie tiene criterio para oponerse, para cuestionar, para revisar o encontrar una postura acorde con el humanismo y el socialismo. Tengo que hacerlo en nombre de todos mis compañeros. Tengo que hacerlo por mi condición de revolucionario.

En nuestra nueva visión, que nace la necesidad del mundo necesario, para dejar de llamarlo “posible”, en nuestra visión del Hombre Nuevo indispensable, hay que hablar; y hacerlo en un tono muy duro. Hay que romper con lo viejo para dar paso a lo nuevo.

Carlos Marx, decía en 1.840, creo, ante la liga socialista, palabras más, palabras menos: nosotros no venimos a buscar paliativos para mejorar a esta sociedad: Venimos a crear una nueva.

Tarde o temprano, aquí debemos crear una nueva sociedad. En ella no hay cabida para las drogas. Cuba es el ejemplo de un país que no tiene índices notorios de tráfico ni consumo de drogas aun siendo un destino turístico tan importante. La restitución de valores, la superación de la sociedad de consumo y el cambio del capitalismo al socialismo nos dará un mundo donde no exista el consumo ni el tráfico de drogas, repito: tarde o temprano. Mientras esto sucede, dado que nuestra “revolución pacifica y democrática”, única viable, a veces desgraciadamente, nos hará vivir un largo período de transición en el que tenemos la obligación de tomar las nuevas posiciones, primeros ante el mundo y de manera ejemplar, de un nuevo modelo de abordaje al problema de la drogadicción: “El Modelo de Políticas Socialistas ante la Invasión de Sicotrópicos”.

Antes que nada debemos revisar y tomar una posición ante estos dos puntos:

Se tiene que “intervenir” de manera “preventiva” apenas se detecte que un miembro de nuestra sociedad esta en consumo de sustancias sicotrópicas. Se le debe “aislar” como se aísla a los pacientes de tuberculosis, tifus o difteria o cualquier otra patología “contagiosa” porque el consumo de droga se reproduce y se replica muy fácilmente si este consumidor permanece en contacto con su comunidad. Esto será con o sin su voluntad ya que se debe considerar que el consumidor pierde su capacidad de darse cuenta de su enfermedad. Se deberá tener una capacidad estructural para que ellos puedan recibir su “tratamiento” sin interrumpir su formación como ciudadanos, pero será importante a la vez proteger a la comunidad ante una enfermedad socio-viral.

Los ingresos a Comunidades Terapéuticas serán obligatorios y se deberán adecuar los modelos para esto, No se puede seguir con políticas que son cómplices del daño en los consumidores y estos tratamientos deberán considerarse, entonces, como política preventiva antes que curativa. El Estado deberá crear una red social de detección de personas con consumos y deberá modificar la ley en nuestra constitución que prohíbe hacer exámenes de cualquier tipo en contra de la voluntad del ciudadano, para poder realizar de manera aleatoria y sorpresiva exámenes toxicológicos sobre todo en escuelas, liceos e instituciones gubernamentales.

Estas premisas expuestas aquí son radicales, como deben ser en una Revolución. Pero al menos dan pie a la posibilidad de que la acción del Estado comience a tener efectividad y a que la sociedad nueva que estamos formando tome conciencia de la urgente y necesaria necesidad de encontrar una posición que abra el camino para un mundo libre de tanta peste, como la que nos impone el sistema capitalista.

Una ruptura epistemológica es obligada ante lo estéril de las actuales políticas, ante la nueva sociedad que construimos. Un abordaje integral desde todas las ciencias, instituciones e involucrados es lo único que nos permitirá la creación del nuevo modelo, un modelo para la sociedad socialista debe partir de un enfoque geohistórico de los últimos treinta años, en los que solo avanzó la estrategia capitalista, que con una guerra de cuarta generación apunta a la despenalización gradual y al mercado oficial de sicotrópicos. Habrá que estudiar el proceso e ingerencias de “sectas religiosas” como el reverendo Mon, Los legionarios de Cristo, todos financiados por Bush y el pentágono, el porqué y el para qué de sus propiedades y universidades América Latina, su presencia en la Universidad Central y la Simón Bolívar, sus nexos comprobados con el narcotráfico y las políticas fascistas, la actuación de Gaviria y Zedillo en el control por parte de las fuerzas militares americanas de los carteles colombianos y mexicanos y la misma estrategia actual de la ANCOD, para la consecución ante el Parlamento europeo de la despenalización. Habrá que empezar a construir una respuesta, de un diálogo abierto, de las voces del pueblo, como lo indicara hoy 13 de Abril, nuestro Comandante. Del encuentro de todos, pueblo e instituciones en mesas de trabajo será de donde nacerá la Revolución.

Son necesarias e imprescindibles las nuevas visiones, o inventamos o erramos, pero es necesario el diálogo, el cuestionamiento, el análisis y las propuestas para generar respuestas revolucionarias. El lugar de lucha de cada revolucionario, decía Fidel, es su puesto de trabajo y como este es el mío doy un paso al frente, sin querer imponer, sino expresar una manera diferente, que me parece más acorde con la nueva sociedad socialista aunque rompa con la establecida y académica manera de ver las cosas, que todos sabemos que no obtiene resultados.

Sin miedo a equivocarnos, con innovación y diálogo, con ensayo y corrección, se debe generar un “modelo socialista” que no solo nos de respuestas en nuestro suelo sino que a la postre genere una posición de los socialistas a nivel mundial sobre la droga, con resultados notorios en las manos: la postura de quienes creemos en una sociedad que restituya los valores inminentes a la condición humana, por encima de la dominación del egoísmo consumista y mercantil del capitalismo.

Esto es un papel de trabajo, como nos enseña Fidel: La Revolución de las Ideas.

Nuestro correo electrónico está a la disposición, mi celular también: 0416-936-67-42. Tanto como para quien nos llame al diálogo, como nos ha invitado la ONA o como para aquellos compatriotas que sufran de esta terrible invasión de drogas y podamos darle orientación.

Adelante, siempre adelante. Venceremos!

(*)Fundación HombreNuevo.

raullbracho@hotmail.com


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Raúl Bracho(*)


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