El Espejo

Danzar con el diablo

El sucesor de Pedro Carmona en la presidencia de Fedecámaras, Noel Álvarez, dijo en un programa de televisión (Rctv) que "la salida al problema de Venezuela es militar". Luego, como siempre ocurre con los que hacen política desde el sector empresarial -confiados en que la impunidad los protege- pretendió corregir el exabrupto saliéndose por la tangente, y aclaró que lo que quiso decir es que "la salida en Venezuela es militar en los partidos". Cada quien recula a su manera, pero lo que no tiene discusión es que cada quien debe ser suficientemente responsable para encarar las consecuencias de cuanto dice. Lo sucedido con el máximo dirigente del organismo empresarial es un síntoma más de lo que sucede últimamente en el país. Hay grupos en la oposición que empiezan a dudar del éxito en las elecciones parlamentarias de septiembre. Alardean, públicamente, de su poder. Presumen que ganarán de calle y que el chavismo será derrotado. Pero en el fondo tienen dudas. Un frío de derrota les recorre el espinazo. Están conscientes de su intrínseca debilidad, de su desorganización, de la atomización de los factores que la integran, de las sórdidas disputas internas, de la ausencia de trabajo de masas, de la carencia de programa y de otras cosas más. Su liderazgo carece de proyección nacional, de atractivo, y al conjunto de la oposición lo persigue la sombra ominosa del puntofijismo. Parece que algunos han tomado conciencia de que el país que rechaza a Chávez lo hace con mayor fuerza a la sola posibilidad de retornar al pasado.

La incertidumbre que los acosa por el resultado de las elecciones para la Asamblea Nacional dispara dentro de la oposición tendencias con expresiones diversas, con estrategias diferentes, con tácticas variadas. La actitud que mantiene cada una de esas tendencias se puede detectar con relativa facilidad. A la mitologizada unidad, meta cacareada con desesperación en el mundo opositor, se le ven los costurones desde lejos. Esto es innegable, y los dirigentes lo saben. ¿A dónde conduce esta situación? A una creciente confusión. Con el agravante de que la oposición tiene un fuerte componente transnacional, o consular --para decirlo de otra manera. Es una oposición desarraigada, cuyas líneas de acción no se conectan a lo que ocurre en el país, para la cual, con el tutelaje foráneo --político y crematístico-- calla ante hechos de extrema gravedad. El silencio ante los temas importantes es su característica: calla frente a la instalación de bases de USA en Colombia; calla ante la reactivación de las bases de Aruba y Curazao; calla frente a las agresiones del uribismo; calla ante la penetración paramilitar, y celebra con euforia el derrocamiento del gobierno constitucional hondureño. Siempre apuesta a favor de quienes desde el exterior, o en territorio nacional, atacan al gobierno bolivariano.

Actualmente la oposición tiene las características de una caja negra, cuya lectura es impredecible. Sólo que hay ciertos indicios sobre lo que contiene. Pero lo cierto es que no hay nada inocente en la actual realidad política venezolana. Todo tiene un propósito y determinada modalidad. Ejemplo: los feroces rumores que circularon sobre la crisis de importantes bancos del país, los de mayor peso, a través de medios electrónicos, confirma la existencia de un plan desestabilizador audaz y bien concebido. Consistente en combinar diversos hechos, el eléctrico, el bancario, reajuste cambiario, con lo cual se conforma un paquete subversivo. Lo económico, lo financiero, lo político, lo social, manejados con intención de colocar al gobierno constitucional ante la disyuntiva de actuar o permitir que se repita el vacío --y la permisividad-- que permitió a los golpistas de abril de 2002, empresarios, banqueros, partidos políticos, central obrera adeca, medios de comunicación, militares traidores y la embajada norteamericana, arremeter contra la democracia y repetir la aventura meses después con el golpe petrolero.

Con la experiencia acumulada por el proceso revolucionario, y lo que aprendió el gobierno de Chávez durante los años de la gran ofensiva fascista, es absurdo que la oposición piense que el chavismo repetirá los errores del pasado en materia de defensa del Estado de derecho y de la democracia. Pero lo que sí es una verdad del tamaño de un templo, es que la oposición, con su proverbial capacidad para repetir errores, está a punto de incurrir de nuevo en los que la condujeron al fracaso hace 7 años. Lamentablemente, en el proceso comicial de septiembre esa oposición, irreductible en su propósito de acabar con Chávez, parece dispuesta a tomar otra vez el atajo de la violencia. Intenta incluir la participación electoral en el contexto de sus planes golpistas. Todo confirma que otra vez está dispuesta a bailar con el diablo. Su danza satánica de las últimas semanas lo indica. Quizá por eso Chávez ordenó contraatacar con todo. Por aquello del picado de culebra.

LABERINTO

Díaz Rangel tocó un tema bien importante en su columna de hace dos semanas --si mal no recuerdo-- la nueva modalidad de golpes contra los gobiernos que representan los procesos de cambio en la región. Como son gobiernos impecablemente legítimos, producto del voto popular, la reacción concebida por la derecha y los círculos de poder de EEUU tiene una sofisticada elaboración. Se trata de derrocar presidentes constitucionales con cualquier pretexto y con cierto barniz de legalidad. La fórmula ya se aplicó en Honduras con el resultado que el mundo conoce. Pero el formato se proyecta a otros países. Está, por ejemplo, la terrible campaña contra la presidenta argentina Cristina Fernández, en la que coinciden dinosaurios de las dictaduras militares, el vicepresidente Cobos y el expresidente Duhalde, más un conjunto de grupos que no le perdonan a los Kirchner haber puesto en marcha una política soberana, de corte social y defensa de los derechos humanos. La amenaza también se cierne sobre Paraguay donde el vicepresidente conspira abiertamente. Lo mismo Nicaragua y Ecuador. En Bolivia, pese a la aplastante victoria electoral de Evo Morales, se mantiene activa la conspiración, y, desde luego, la presión se acentúa sobre Venezuela…

Se puede hablar de una nueva doctrina, la de la señora Clinton o el presidente Obama, la del guante de seda, sin la brutalidad de otros tiempos, pero con propósitos similares. El tema abordado por Eleazar da para muchas reflexiones, y para detectar el camino por donde viene ahora la reacción de los sectores nacionales y transnacionales que se oponen a los cambios en Latinoamérica…

El nuevo presidente de Chile, el multimillonario empresario Sebastián Piñera, -réplica de Berlusconi para muchos--, empieza con problemas. Hay una importante reacción en el país por la manera descarada como Piñera eludió desprenderse de los paquetes accionarios de sus empresas antes de las elecciones. Si ahora lo hace, como parece dispuesto, se beneficiará obscenamente con el incremento del valor de esos instrumento con motivo del resultado electoral...

Por cierto, la lección de Chile es ésta: la división del sector progresista --lo dijo Lula--, y la falta de un claro deslinde con la derecha, determinó su derrota…

Observación. Hasta los banqueros abandonaron a la oposición… Lo he dicho siempre en esta columna: la oposición es obsesiva e insiste en los formatos guarimberos. No renuncia a la ilusión de otro año 2002.


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José Vicente Rangel

Periodista, escritor, defensor de los derechos humanos

 jvrangelv@yahoo.es      @EspejoJVHOY

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