El periodista y el canalla

 Somos, no sabemos si muchos o pocos, los que pensamos que no es conveniente insultar a una persona para denunciar lo que pudiéramos considerar su degradación, su envilecimiento, por su acción contraria al bien colectivo.

 Así se obtiene la mayoría de las veces el resultado contrario al buscado pues a un individuo que por sus realizaciones, por su conducta, o por ambas que a nuestro juicio dejan mucho que desear por execrables, y que por eso mismo merece nuestra más severa censura, si en vez de resaltarle precisamente eso que le es recriminable para que se conozca por quienes no saben la razón por la que reprochamos, y así el repudio sea general  optamos por el denuesto, nada decimos de él. O victimizamos con ello al criminal exonerándolo de su probable culpa, lo que es aún peor.

 Aunque hay veces que se hace muy cuesta arriba mantener esa posición. Y en el caso de Vargas Llosa es eso lo que nos sucede. Estuvo en Venezuela junto con otros personajes cuya actividad está al servicio de los peores intereses, esos que han sumido a la humanidad en la gravísima tragedia que vive. Porque son las políticas para usufructo de una minoría en detrimento de las mayorías, las que postulan estos individuos. Desde siempre. Desde el inicio del sistema, hace ya más de 500 años.

 Los “intelectuales”, era el epíteto usado por GLOBOVISION cuando se refería a ellos. Suponemos que precisamente esos quídam a los que involucraban con ese término, fueron los primeros sorprendidos por el calificativo con que se les designaba, pues saben que el único de ellos a quien sin mucho exagerar así se puede calificar, es al escribidor, que sin duda en su oficio lo hace bien.

 Pero, ¡cuidado!, lo hace bien y es bueno pero como ficcionador, como quien crea situaciones y personajes imaginarios recreándolos, que juega con ellos y los mueve de acuerdo a su antojo. Podrá parecernos que, en una descripción de esa quimera, alude a alguien concreto que tiene o tuvo vida. Tal vez lo hace, que duda puede caber, esa es la licencia literaria de la cual goza todo el que escribe ficción, que disfraza acrecentando o disminuyendo aquellas facetas del modelo que le sirvió para fabular, que es de eso que se trata su labor. Si de la lectura de su obra, el lector “descubre” el personaje que el novelista dibujó con esos malos trazos deliberados, el autor ha logrado su propósito.

 Trabaja Vargas con irrealidades, con cosas que crea su ingenio espoleado por algún hecho que se destacó en un momento de su habitualidad, y la fabula. Vargas Llosa escribió una novela sobre Trujillo. Debió, pese a ser ficción, acercarse al momento histórico en el cual se dio el dictador esbozando el contorno de un país que, aun borroso se entendía como una referencia a República Dominicana. Eso es lo que llamamos la novela histórica.

 Pero, si se hubiera atenido fielmente a las condiciones reales que contextualizó esa época, esa de la figura que le inspiró y sobre la cual escribe, y se hubiera ajustado también a aquello que caracterizó al personaje precisando su veracidad, deja de crear novela para realizar una biografía histórica. Se la criticará -pero ya no como novela, sino como un comentario de una época que otros también habrán reseñado-, tomando muy en cuenta solo lo fidedigno  de la información tomada para su elaboración.

 Pretendemos dejar claro, que su calidad de escritor en forma alguna acredita la veracidad de un juicio de valor que exponga sobre la realidad. Él cree que por esa condición que se le reconoce, tienen que aceptarse todas sus opiniones como infalibles. Y eso no es así. Si habla de literatura, cualquier opinión suya tiene que respetarse pues está avalada por una trayectoria que le da valor. Pero, si lo hiciera sobre un hecho de la vida real, su mérito se supedita al resultado del contraste con la que tiene su receptor. 

 El uso que se hace del término –intelectual-, induce muchas veces a la confusión. En el caso concreto de GLOBOVISIÓN su intención fue precisamente esa, confundir a sus espectadores tratando de hacerles creer que quienes llegaban estaban en el pináculo del pensamiento. Ellos saben que mienten al hacer esa afirmación, pero lo hacen a conciencia confiando en el despiste de su audiencia, porque les es imprescindible para su ulterior propósito -que es el desprestigio de las autoridades-, inflar y fortalecer el supuesto prestigio de esos señores y así darles una autoridad, una contundencia y una credibilidad que realmente no tienen.

 No vinieron a elucubrar sobre la sociedad en general y la forma que en su criterio habría que modelarla. No, para nada eso. Llegaron no para criticar al gobierno -que es una cosa sana y útil hacer-, sino para tratar de perjudicarle. Fueron pagados como publicistas para proyectar del país en el exterior una falta de libertad que gozaron hasta el abuso, pues irrespetaron el Estado de Derecho con algunas afirmaciones que hicieron de sus autoridades, buscando con ello que se les llamara la atención para gritar entonces al mundo, el presunto atropello sufrido.

 Eso es lo único que vinieron a hacer con su paseo, además de ganar el dinero que obtuvieron. Se trataba de afectar al gobierno de la forma que fuera. Esa era la intención. Hurgar en la tolerancia hasta molestar para que se les reclamara. Pero se quedaron con los crespos hechos pues solo generaron risa. En el canal actuaron más que como grupo mediático, como agentes políticos de la oposición, que es lo que verdaderamente son: un movimiento de oposición.

 Vargas Llosa, dijimos ya que es un buen escritor, pero es un deficiente pensador social. Es decir, ve la realidad a través de su prisma deformado por su interés que se la aleja. Pasa con sus opiniones a propugnar posiciones que son indefendibles. El capitalismo es uno, solo uno, y viene predominando en el planeta los últimos 500 años, tiempo suficiente para habernos demostrado su validez. Pero ha sido todo lo contrario. En ese lapso tan extenso para un período histórico, jamás se vio la injusticia tanto como la que hoy se ve en cualquier lugar del mundo.

 Cuando este señor opina de economía, pareciera que sus palabras fueran emitidas por un oligofrénico o algún paciente de agudo cretinismo. Sus muletillas son “el libre mercado”, “la democracia”, “la libertad” y otra serie de vacuas afirmaciones buenas solo para auditorios de idiotas. Que los hay, cosa que él sabe bien, naturalmente, pues estos especímenes abundan.

 Indica que hay que seguir el camino del libre comercio que es según dice, el que han transitado los países desarrollados para alcanzar el nivel al cual han llegado. Oculta y miente pues él conoce, que se desarrollaron por no permitir precisamente ese libre mercado que él promueve. Esas naciones hoy desarrolladas y en franco proceso de descomposición, estimularon y estimulan con subsidios a sus productores y los protegieron y protegen de la competencia con barreras arancelarias. Inglaterra en relación con la India es ejemplo elocuente de lo que manifestamos. Los tratados comerciales que ha firmado EEUU coliden con esos principios pues permiten, pero para ellos, la protección de sus productores. Los tratados que propone Europa tienen el mismo propósito.  

 Ronald Reagan en EEUU aparentemente gran propulsor del libre comercio, demostró con sus hechos de gobierno todo lo contrario a lo que postulaba. Chomsky realiza en un trabajo suyo un detallado análisis del gobierno de ese personaje, emblemático de esas premisas que él en su gobierno no cumplió. En tanto que aquellos que siguiendo los imperativos de los organismos internacionales los siguieron a pie juntillas están padeciendo aún sus resultados. A Vargas no le creemos tan bruto como para que no sepa esto.   

  Vargas Llosa fue entrevistado por el canal ya mencionado, que es la razón por la cual escribimos esto, por una muy bella periodista, lamentablemente cabeza hueca y más desubicada que ratón borracho y provocador ingresando en baile de gatos. No entiende aún ella, que un reportaje no es solo hablar bien de la celebridad que entrevista, sino dejarle a aquel que le vea, o escuche o lea, las pistas suficientes como para que comprenda a través del desarrollo de su trabajo, la valía del personaje.

 Lo patético de estos tiempos es también no comprender el período actual y los peligros que entrañan para la humanidad. No ha entendido tampoco esta señora todavía, que el oficio de periodista es agredido cuando escudado en él se asumen posiciones políticas. Y esto es como frecuentemente vemos, un mal que padecen ella y muchos colegas suyos. Y esto es válido para tirios y troyanos. Si es de los nuestros el que opina, su mayor disparate es casi una verdad revelada. Si es de los otros, el once que obtiene producto de la suma de su cinco más seis, no es correcto. Es muy mala práctica esta.

 Las preguntas de esta señora habrían sido superadas en ingenio por un bachiller. Hechas para el destaque del invitado que se solaza dando una clase ahíta de frases hueras, nada incomodado con las preguntas que se le formulan. Los lugares comunes es la recurrencia de estos personajes que saben que no tienen argumentos para justificar políticas que han acrecentado el hambre, la desnutrición, que han permitido la reaparición de enfermedades que habían sido erradicadas, el analfabetismo, la prostitución, el tráfico de armas, la esclavitud y otros males que solo por estupidez no se reconoce que seguirán aumentando. Como dijimos arriba, sus insustanciales razones son dirigidas para los idiotas. Pero, casi finalizando, nos pateó la espinilla y se nos hizo imposible no escribir.

 La penúltima pregunta de la periodista la realizó con un librito del cual presumimos escasas 100 páginas. Era un trabajo de él sobre Irak. Le interrogó ella sobre la posición que había sostenido Vargas, antes de la invasión. Él dijo que en principio se había opuesto a la misma, pero que ya producida fue hasta el país agredido y habló con muchos de sus habitantes, lo que le permitió cambiar de opinión. Entonces dijo, como maravillado que ahora ahí había democracia en su mejor estado. Trató de comparar la República Dominicana de Trujillo y su terror, con el Irak de Saddam Hussein. Su intención fue hablar mucho sin decir nada y lo logró por la desidia de la periodista.

 Después de oírle en su brillante exhibición de perversidad es imposible no concluir que es un canalla. La forma como se destruyó ese país, con consecuencias que permanecerán por milenios, ¿son ignoradas por este canalla? ¿Desconoce este sinvergüenza que es total la contaminación dejada por el uranio empobrecido? No dejaron nada útil sobre ese suelo. Madeleine Albright, Secretaria de Estado de Clinton interrogada por un periodista sobre los inocentes muertos por sus tropas, contestó que era algo que había que sobrellevar por los fines que se procuraban. Hablando sobre los objetivos destruidos señaló que ya no había blanco sobre el cual disparar. Todo lo habían destruido. Lo hicieron con total deliberación. Procuraron que fuera imposible la reconstrucción.

 Cuando los genocidas se vayan de Irak iremos conociendo la magnitud del crimen, que este canalla no solo no condena sino que valida ¡por la democracia que hoy ahí se vive! ¡Bárbaro! ¡Canalla! Probablemente, la cifra de iraquíes muertos se acerque a los 2 millones. 4 millones migraron a países cercanos y padecen lo que nunca habían sufrido. Otros, en cifra cercana al millón y medio para salvar su vida debieron esconderse en su propio país. Esto, para el famoso novelista y pésimo individuo no merece ninguna reprobación. ¿Somos injustos o mentimos cuando decimos que es un canalla de la más baja estofa?

 Ya cerrando este, y solo por curiosidad ¿alguien le habrá escuchado alguna crítica sobre los traslados clandestinos de rehenes en toda Europa, condenándolos? ¿Cuál fue su posición respecto de la ayuda que países de ese Continente prestaron a EEUU con ese fin? ¿Y sobre las ergástulas clandestinas donde la tortura es práctica común? Y sobre la legislación que admite la tortura como medio para obtener información, Vargas Llosa ¿la ha denunciado y condenado, o como un ser despreciable ha guardado silencio?

 Para finalizar, ¿este desgraciado sobre el cual hemos escrito, realmente, es merecedor de nuestro respeto o de nuestro desprecio?

roosbar@cantv.net



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Roosevelt Barboza


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