Ravell no es palangrista, es un sucio paraperiodista

Todos los que nos queremos enterar de lo que verdaderamente ocurre en el país, hemos visto como el malandrín que dirige Globovisión, agrede y ofrece “coñazos” a los periodistas en cada ocasión que es interpelado con una pregunta incómoda.

Una de las ya frecuentes explosiones de violencia de Alberto Federico, la vimos a raíz de la firma del Pacto de Puerto Rico, cuando un periodista de Avila TV lo calificó de palangrista. El calificativo lo descompuso y a pesar de estar frente a las cámaras no se limitó en insolencias, amenazas y agresiones, pues según su manera de ver el mundo, él no es un PALANGRISTA.

A pesar de las rabietas de Ravel, diferentes personalidades de la política y medios de comunicación han renovado las calificaciones de
palangrista contra el guapetón; a raíz de la posición asumida por él y su medio luego de los primeros temblores que se sintieron en Caracas el
pasado lunes 4 de mayo.
Como es ya costumbre, Ravel y Globovisión intentaron alarmar a la población venezolana en medio del nerviosismo que crearon los sismos. En
esta oportunidad, y con la ridiculez que lo caracteriza, declaró que tuvo que llamar “al gobierno de América” para que le informara de lo que
estaba ocurriendo en Venezuela ya que las autoridades de nuestro país no daban señales de vida.

No tenemos la menor intención de ahorrarnos insultos con un gusano como Alberto Federico, pero creemos que se equivocan quienes lo califican de palangrista.
Quienes se empeñan en hacerlo, con él y con todos los de su equipo, no se ajustan a la verdad. Ellos, en comparación con los palangristas, están varios escaños más abajo en degradación moral.

Ellos no son palangristas, son PARAPERIODISTAS y la diferencia entre estos dos términos no es simplemente semántica.
Son dos conceptos que definen a delincuentes que cometen delitos diferentes en el ejercicio de la misma profesión.
Un palangrista es un ser despreciable que coloca su “pluma” al servicio de un buen postor, cuando no del chantaje; pero normalmente intenta
ocultar su accionar, pues es capaz de sentir vergüenza en cada ocasión que es puesto al descubierto. Sus actos delictivos los realiza a la
sombra y movido por el interés del dinero. .

Un Paraperiodista es mucho más peligroso y actúa como los paramilitares que abundan en la vecina Colombia. No siente vergüenza por sus crímenes; por el contrario así como aquellos se enorgullecen de la cantidad de víctimas que cargan a cuestas y de la crueldad con las que las
eliminaron; estos se vanaglorian de cada crimen que cometen contra la verdad y del número de personas que enferman o engañan con sus campañas.
Además del beneficio personal que obtienen colocando su pluma, su imagen, su voz, su cerebro y su alma al servicio de una causa perversa, los
paraperiodistas (al igual que los paramilitares) tienen un objetivo asociado a la toma del poder político; no por ellos sino por aquellos que
los financian y los protegen.

El palangrista es un pendejo que recurre a un acto inmoral para poder obtener con que pagar sus vicios. El paraperiodista, tal como el
paramilitar, se cree miembro de la élite para la que opera. Por ello actúa con la arrogancia con la que lo hace Ravel y sus cagatintas.
Tiene razón Ravel, él no puede ser calificado de palangrista. Hacerlo sería repetir la experiencia de Posada Carriles, que probablemente morirá
de viejo enfrentando un juicio por violación a las leyes de migración en lugar de ser juzgado y condenado por terrorista.

arellanoa@pdvsa.com



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Alexis Arellano


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