Cada semana Casto Ocando les mete su inyección de cocaina

El Nuevo Herald exalta su odio a Venezuela

De vez en cuando les llega un poco de sustancia alucinógena, para mantenerse animados, es de decir los inventos de El Nacional, de Globovisión, que por supuesto El Nuevo Herald copia íntegramente. Todo se lo envían hecho a El Nuevo Herald desde El Nacional. Y por su parte los sifrinos venezolanos refugiados en el Norte se lo tragan como esteroides para seguir contentos con la vida y con el sueño americano. Pero eso sí, aburridos y vacíos, sin alma y sin destino; así en cueros, sin moral ninguna salen a darse un baño virtual de fantasías: a recrearse por la playa, por los centros comerciales; se meten una buena dosis de películas violentas, se hunden en rutilantes discotecas, juegan al Bingo, se asoman a los super iluminados casinos, como ludópatas excoito hartos de deambular y de bañarse en deseos impotentes de tener más y más, y constatar que cada vez hay cosas incansables para los latinos, mulatos, para los blancos de orilla, para los negros. Esa es la vida para ellos. Se la metieron de niños a empellones, y allí están aherrojados sin salida posible. Darían cualquier cosa por no tener la sangre con que les parieron, el color de su piel como un estigma, el pasado de una gente que para ellos no vale nada. Odian a Bolívar porque no se parece a Washington ni le han hecho un monumento tan espectacular como el de Lincoln o Jefferson. Todo lo de ellos es lo monumental, la virguería de lo tecnológico, lo chic de lo sofisticado, lo terrific. Es decir, ni cabeza para piojos. Y así se morirán, se lo merecen.

El periodista de El Nuevo Herald, Casto Ocando, no los olvida y le mete también sus tetero de nepe con espesa chicha fermentada de pánicos estructurados. Es decir, los mantiene “informados” sobre el pedazo de tierra podrida, asquerosa, miserable, que dejaron atrás. ¡Huy, pero qué fea es Venezuela! No cogieron balsas, no huyeron por las selvas, no han sufrido un aruñazo ni les han arrancado un pelo, pero viven allá como si hubiesen huido de las más horrible dictadura, y todos los días hablan del horror que es vivir bajo una tiranía tan cruenta y abominable como la que rige nuestros destinos. El enano miserable del Ocando les da casquillo y les pone en titulares a ocho columnas, que ya Chávez sacó el ejército a la calle para volver mierda a la oposición, y les tira esta: “Una semana después de haber expresado su abierto apoyo a la invasión de tropas rusas a Georgia, el presidente Hugo Chávez ha dejado en claro que está dispuesto a utilizar la fuerza de los tanques para enfrentar a opositores y a empresas privadas, luego de sacar el ejército a la calle para aplacar la disidencia en el estado central de Guárico e intervenir compañías y medios con fuerzas de asalto esta semana.” Los sifrinos entonces se arrechan, se escuecen por dentro y chillan como nenas malcriadas como siempre lo han sido: “Pero mami, yo no quiero ir para Caracas, mira lo que está contando allí Casto Ocando”. La mami está dormida, la mami está soñando, y en el sueño se imagina cuando caiga el tirano.

El niñito sifrino sigue metiéndole droga a su inicuo cerebro: “Unos 200 soldados y varias tanquetas de combate ocuparon el lunes las calles de la localidad de San Juan de los Morros, capital del estado Guárico, para participar en el cierre de dos emisoras de radio que presuntamente operaban ilegalmente. El martes por la madrugada centenares de efectivos de la Guardia Nacional ocuparon las instalaciones de la cementera mexicana Cemex en Maracaibo para su nacionalización.

- Es la guerra mami, Georgia está en Caracas. Despierta mami, y trata de traerte al perrito de Checha, mi colección de estampitas de béisbol, mi playstation y los headphones que dejó Carolina.

Casto le mete a fondo el sodomizador de sus angustias y les espeta: “Y desde el lunes contingentes de la Guardia Nacional participaron también en el decomiso de alimentos de consumo masivo en varios supermercados de Caracas, que supuestamente se vendían a precios excesivos. Las tanquetas y los soldados causaron "momentos de miedo y pánico'' en la capital de Guárico, denunció Lenny Manuitt, hija del gobernador y candidata a sucederlo en el cargo. La militarización temporal de Guárico coincidió con otra intervención militar el martes en Maracaibo por la Guardia Nacional, que apoyaron a cuatro jueces y funcionarios de la petrolera estatal PDVSA en la expropiación de la cementera Cemex, de capital mexicano, el martes por la madrugada.”

El niño sifrino de cuarenta años de viejo, aterrado para sí se imagina a su tierra ya calcinada, y ahora con la cosa mucho peor, porque según Casto: “Significativamente, el Presidente dijo en el evento que de ahora en adelante "les enseñaré a la oposición que en Venezuela quien manda es Chávez". Los eventos de despliegue militar para apoyar acciones eminentemente civiles no tienen precedentes, según expertos, y se producen dos semanas después que el presidente Chávez aprobó un polémico paquete de 26 leyes mediante poderes especiales, entre ellas la nueva Ley de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.

Menos mal que niño sifrino, tiene con qué consolarse, menos mal que está muy lejos del monstruo. Él lo ha dicho mil veces cada vez que lee a Casto: “El día en que comience a joderse nosotros estaremos a mil leguas de distancia.” Se les está acercando el día en que querrán venir pero aquí no habrá espacio para ellos, y que se jodan bajo la bota de la FAN que continúa expropiando, tomando emisoras radiales, decomisando artículos en los automercados, y ahora para completar el gobierno ruso metiéndonos una flota por el Caribe. La flota rusa que será bienvenida en las aguas venezolanas. Esa Venezuela que ha firmado contratos de compra por más de $4,000 millones en armas rusas, como helicópteros, misiles, aviones de combate Sukhoi, municiones y submarinos. Dios mío, cómo se ha montado la gata en la batea, Ocando.


jsantroz@gmail.com


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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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