Plomo Comunicacional

Todo empezó cuando algunos periodistas creyeron que la condición de profesionales de sus colegas era la garantía de sus buenos modales comunicacionales, sin embargo traicionados hoy, descubren que muchos de sus colegas no son ni tan amigos, ni tan camaradas...

Pensaron que entre académicos y colegiados, no se podían pisar las plumillas, pero resulta, y eso lo saben algunos de ellos, que no todos son iguales, y que al ejercicio de las letras se le está torciendo la plana…

Profesionalmente iguales, pero colocados en bandos distintos, frente a lucha de clases, no pueden ya conciliar sus diferencias. Dígalo ahí Marx.

Pretenderse igual al diferente por cuestiones gremiales, conduce a colisiones tan profundas como las caídas de los cristos del alma… profesional.

Finalmente hay quienes están despejando las ecuaciones y descubriendo que el incordio periodístico del país hay que extraerlo completo, porque esos callos no dejan a la conciencia nacional andar derecho. A final de cuentas el periodismo debe ir al paso de la ética de las naciones y esa cojera no la aguantamos más.

No se deben molestar los periodistas, porque fueron ellos los que escribieron los millones de palabras que los han puesto unos frentes a otros, por convicción o por presiones, por negocios o por principios. Lo cierto es que el resultado es este y está visto que las conciliaciones son peligrosas, porque detrás del apretón de manos está el puñal, sino vean al Echeverría y su premio; sorprende la infeliz idea de dar un premio con nombre marxista leninista – de ñángara impenitente- , como lo fue el camarada Aníbal Nazca, a ese hijo de la derecha y hasta medio marista de paso “Cosas veredes Sancho…”

El periodismo es una trinchera dura; los gringos habían comenzado a armar sus comandos de reaccionarios integrales: Julio Borges, Elías Santana, Carlos Fernández con su talante de falangista, el finado Mingo. Por supuesto, no podemos dejar de mencionar a los “clásicos de la izquierda del ayer” Tulio Hernández, Kiko; y un largo etcétera lleno de tintas variopintas. Caso especial es Pablo Antillano, ahora maniobrando por colarse entre palos al chavismo con una pequeña ayuda de sus amigos…

Pero antes de iniciarse esta “Guerra Civil” de las letras, ya se conocían entre ellos y ahora, desde este lado de la trinchera Earle Herrera, Luis Brito García, Helena Salcedo, Vanessa Davis y otros tantos, miran desde sus catalejos a sus otrora panas, hacer maniobras con las banderas al revés.

Inicialmente se quiso minimizar el conflicto reduciéndolo a “chavistas” y “antichavistas”, como si se tratase de Montescos y Capuletos, pero la cosa no es tan epidérmica, más bien llega a los tuétanos. Se trata de lucha de clases aletargada en la somnífera pax gremial de la última etapa de la IV República.

Está visto, prestarse a los llamados de reconciliación de la derecha es tan ingenuo como pensar que pueden pastar juntos el cordero y el leopardo (¿no han sido ya bastante los mordiscos? Memento puente Llaguno). Eso tan comeflor que se duda de su ingenuidad.

“Todo pendejo es malicioso”, dicen en mi pueblo; por eso vemos imposible eso de andar conciliando; en ésta confrontación ideológica “ya es demasiada sangre para mirar atrás”.

elmacaurelio@yahoo.es


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Marco Aurelio Rodríguez G.

Periodista, Politólogo, poeta, escritor, humorista y ensayista. Columnista en varios medios, digitales e impresos.

 elmacaurelio@yahoo.es

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