Dos recuerdos y un presente de RCTV

Los comerciantes de Catia afectados por los saqueos del 27 de noviembre de 1992 también tienen algo que decir sobre el comportamieto ético de RCTV en cuanto al tratamiento de la información sobre esos sucesos. Reseño aquí, por ser testigo de excepción en ambos casos, estos dos ilustrativos recuerdos.

“Alguien llamó a la gerencia”

Días después del saqueo se acercó al Centro Comercial Propatria Begoña Caraballo, para ese momento periodista de RCTV. Ya las empresas aseguradoras habían manifestado su decisión de no reconocer el pago de los siniestros. Los comerciantes valorando la posibilidad de que su situación fuese conocida por el país y llamar así la atención sobre la dramática situación en que se encontraban, se mostraron colaboradores y le dieron toda la información relacionada con el asunto. A su vez, la periodista se esmeró en entrevistar a la mayor cantidad de afectados, en interrogarlos sobre sus pérdidas; constató la situación en que se encontraban los negocios; leyó las polizas que protegían los comercios, revisó las cláusulas específicas que cubrían este tipo de siniestros y recogió los montos estimados en pérdidas.

Todos esperaban que esa noche, en la emisión estelar de “El Observador” saliese un buen reportaje que informara al país sobre este importante problema. A primeras horas de la noche, en los avances informativos, apareció en pantalla la imagen de la periodista Caraballo invitando a la audiencia a sintonizar la emisión estelar de “El Observador” para que conocieran la situación en que se encontraban los comerciantes del Centro Comercial Propatria víctimas de los saqueos y de su reclamo a las compañías de seguros. Sin embargo, en el resto de la noche no se mencionó más el asunto y no hubo ninguna referencia en el noticiero.

Al día siguiente los comerciantes logran contactar a la periodista y le preguntan sobre porqué no apareció el reportaje. Muy apenada, Begoña Carabaño, les dijo que en realidad su trabajo llegaba hasta la elaboración del reportaje; pero, la decisión final de su divulgación le correspondía a la gerencia informativa y, a pesar de que en pricipio se había aprobado su divulgación, “alguien llamó a la gerencia” y lo excluyeron del noticiero.

Los comerciantes por su propia cuenta averiguaron que el avance informativo de las siete de la noche llegó al conocimiento del Presidente de una Compañía de Seguro y éste de inmediato llamó a RCTV, ordenando la suspensión del reportaje. De esta manera, se pisoteaba el trabajo profesional de una periodista y se irrespetaba a una comunidad urgida de informar al país sobre su situación.

“No hago programas que perjudiquen a mis anunciantes”

En febrero de 1993 se realizó una asamblea de comerciantes afectados por los saqueos de noviembre de 1992. En ella se discutía la conducta asumida por las compañías de seguros que se negaban a cancelar las indemnizaciones a las que estaban obligadas de acuerdo a las polizas que habían vendido a los comerciantes. Los asistentes insistían en la necesidad de hacer presión para que se resolviera esta situación. Un comerciante plantea que a través de un familiar es posible hablar con Marieta Santana y pedirle que se lleve al programa “A Puerta Cerrada” la problemática. De inmediato, la asamblea aprueba la proposición y nombra una comisión para que acuda a conversar con la mencionada periodista.

La comisión efectivamente logra conversar con Marieta Santana quien -después de escucharlos y enterarse de lo que se trataba- sencillamente les espeta: “Yo no hago programas que puedan perjudicar a mis anunciantes”. Así, sin anestesia. Los integrantes de la comisión se quedan sin habla. Ni siquiera atinan a llevar sus argumentos más allá de insistir en su terrible situación de haber perdido el fruto de su trabajo por años y no tener a nadie que respondiese por aquello.

Hacía falta mucho tiempo y mucha revolución para bajarse de la ingenuidad de creer en que esa televisora orientaba su política informativa en función de la verdad.

Las lágrimas degradadas

El comportamiento de RCTV en las últimas semanas ha sido moralmente degradante. Si a estas alturas alguien creyese que no hay suficientes motivos para no renovarle la concesión a ese canal, los últimos días han aportado nuevos elementos a favor de esa decisión. No han escatimado recursos en función de sus intereses particulares. Han puestos a sus artistas a derramar lágrimas mientras cantan el Himno Nacional; acuden a los barrios para explotar la miseria o el dolor de la gente para ponerlos al servicio de sus pretensiones; le han pedido a la gente que salga a las calles a protestar la decisión del gobierno y a defender los intereses de Marcel Granier; han difamado al país en los foros internacionales recurriendo a todo tipo de componendas, divulgando mentiras y calumnias; han manipulado y tergiversado información para convencer a la gente de que se quiere cercenar la libertad de expresión y limitar la democracia cuando de lo que se trata es de intereses económicos y políticos particulares atrincherados en un espacio público.

Uno ve las lágrimas de Amanda Gutiérrez cantando el Himno Nacional e inevitablemente la recuerda durante los días de “rebelión” acosando con gritos y expresiones soeces a un militar que acompañado de su familia cenaba en un restaurant del Este. Uno ve a Marieta Santana convertida en adalid de la libertad de expresión y la recuerda diciendo “con mis anunciantes no te metas”. Uno ve a Marcel Granier diciendo “nos castigan por decir la verdad” y sólo puede ver la verdad del billete, la insolencia de quien se cree que el país es suyo porque tiene dinero.

El pueblo toma la pantalla

El 27 de mayo, a las 11:59 p.m., se vence la concesión que durante cincuenta y tres años usufructuó el grupo empresarial 1BC. Durante ese tiempo, RCTV amasó poder económico e influencia política. Su directiva decidía sobre los gobiernos, los políticos, los poderes públicos, etc. Censura, proclamación, silencio, escándalo, eran medios habituales a través de los cuales el canal impulsaba sus intereses. Trasmitir y exagerar lo que conviene; callar o minimizar lo que perjudica; censurar o difundir posiciones y personajes.

Pero, lo que desbordó el vaso fue su comportamiento conspirativo y golpista durante el golpe de abril del 2002 y el paro petrolero. Allí perdieron los tiempos, el sentido de las formas, la objetividad, el equilibrio y se burlaron de la constitución nacional. Inventaron el vacío informativo que se llena con comiquitas y bagatelas. Es verdad que en esto no estuvo sólo RCTV. Pero fue quien exhibió la mayor desfachatez y prepotencia. Sin ninguna rectificación posterior, sembrando el odio, la división y el enfrentamiento.

Pero, en Venezuela existe hoy un gobierno revolucionario que no cede a los chantajes de grupos económicos criollos asociados a las más oscuras perversiones del capitalismo internacional. La no renovación de la concesión a este grupo es también una derrota a la soberbia y a la prepotencia de quienes se atribuyen para su uso exclusivo un espacio que es de todos los venezolanos, apelando a su condición de grandes propietarios.

Hoy se hace justicia en Venezuela. Hay doble ganancia porque ese espacio radioeléctrico va a ser copado de ahora en adelante por un canal de contenido social y con talento venezolano.



Catia Rebelde

rhbolivar@gmail.com


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Rafael Hernández Bolívar

Psicología Social (UCV). Bibliotecario y promotor de lectura. Periodista

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