La influencia eventualmente positiva que la llamada "gran prensa" venezolana llegó a tener en los otrora tres poderes Ejecutivo, legislativo y judicial, al inducirlos a corregir políticas que iban en detrimento de la ciudadanía, fue lo que de buena fe, les llevo a ganarse acá, el calificativo de IV poder.
Eran los tiempos de la IV República y de las llamadas democracias representativas ideológicamente derechistas, cuando los partidos AD y COPEI, se las arreglaban para, con el visto bueno de un denominado Consejo Supremo Electoral corrupto, sumarse los votos de los partidos de izquierda y, "ganar las elecciones democráticamente" lo cual les permitió monopolizar el poder y turnarse en el mismo durante 40 años.
La paradoja es que esa misma gran prensa, una vez ocurre la instauración de los cinco poderes: Ejecutivo, Legislativo, Judicial, Moral y Electoral; lejos de debilitarse se rebela como un poderoso misil mediático, contra los gobiernos progresistas de América Latina, inspirados en la visión anti imperialista de nuestro inmortal Hugo Chávez.
Sobre el particular es oportuno acotar que la comunicación implícita en esa gran prensa no puede verse como un elemento meramente negativo; todo depende del escenario político en que se desenvuelva y a los intereses que eventualmente respondan sus propietarios.
Es obvio, por ejemplo, que el diario El Nacional, una cosa fue su orientación cuando estuvo en manos de Miguel Otero Silva, un ilustre hombre de izquierda, y otra la que hoy sustenta al servicio del neo-fascismo más recalcitrante.
Es así como esa llamada gran prensa en ocasiones ha estado al lado de nobles intereses pero la mayor parte de las veces se ha alineado con aquellos que oprimen a los eternos excluidos.
No es por casualidad que hoy las mayorías de los medios de comunicación, tanto nacionales como internacionales, formen parte de la denominada guerra de IV generación que USA libra contra los países que luchan por su independencia.
La intervención mediática tiene como papel bajar la autoestima de los pueblos, sometiéndoles, con el apoyo de traidores vende patrias, a sufrir el sabotaje de instituciones de servicios públicos como el eléctrico, amén de las penurias propias de una carencia mal intencionada de los productos agroindustriales y farmacéuticos, indispensable para vivir dignamente.
Contra esa guerra de cuarta generación que busca así mismo avivar conflictos históricos con nuestros vecinos de Colombia y Guyana sin descartar una guerra civil, y maniobras financieras para impedir que las Misiones cuenten con recursos para seguir avanzando en el área social, es a lo que nos hemos estado enfrentando y cuya suerte nos jugamos el próximo seis de diciembre.
A menos de un mes de las elecciones legislativas, el imperio ante la posibilidad que ve cada vez más cierta de que la oposición venezolana está perdida electoralmente, (máxime si la reforma a la ley nacional de precios justos ha comenzado a hacerse sentir al anunciarse que ya ese cartón de 30 huevos por el que se cobraba 800 y hasta mil y pico de bolívares, nadie podrá venderlo ahora en más de 420 y que así, sucesivamente, se irán haciendo nuevos anuncios contra la especulación, mientras paralelamente se desmontan caletas de empresarios inescrupulosos que acaparan productos de la cesta básica como las más de 70 toneladas de comestibles subsidiados descubiertos en Bolívar, dejándolos sin argumentos para responsabilizar al gobierno de las benditas colas) arrecia sus embestidas contra nuestras instituciones como por ejemplo: poniendo en entre dicho la honestidad de nuestro CNE, contando para ello con la intromisión de la OEA, al pretender erigirse en juez de nuestro proceso eleccionario y violando nuestro espacio aéreo con aviones de guerra. No obstante a la hora de la verdad espero que todo termine como los desastres que se esperaban del huracán Patricia y, sin embargo, terminó en puro ruido pero como soldado avisado no muere en guerra, para todo debemos estar preparados.
