Líneas editoriales o la política comunicacional de farándula

“Conozca todas las teorías. Domine todas las técnicas, pero al tocar un alma humana sea apenas otra alma humana”. Carl G. Jung


No pretendo dictar cátedra aquí sobre el concepto de líneas editoriales. Mucho se reflexionó y se discutió en colectivos sociales caraqueños sobre la necesidad de entender integralmente esta práctica de socialización de la información relevante para el avance de las luchas populares, y según mi humilde experiencia, nunca se entendió que la enajenación farandulera de la cual fuimos víctimas durante más de siete décadas a través de los medios de comunicación, había hecho estragos, al parecer insalvables en el ciudadano promedio venezolano, y en particular, en muchos de los compañeros que se preciaban de militancia permanente, y quienes teorizaban brillantemente sobre el término en cuestión.

Siempre tengo presente la triste afirmación de un viejo amigo de luchas: “El capitalismo se nos metió en los huesos, y muchas de nuestras actuaciones y la de nuestros compañeros vienen sesgadas por su impronta”. No es exagerada ni paranoica esa afirmación. Por el contrario, cada experiencia de organización en la cual he estado inmersa, me ha llevado a corroborar el por qué del fracaso de la cohesión grupal y la consolidación de equipos de trabajo eficientes dentro del marco de las luchas populares.

Ese amigo hermoso, en permanente irreverencia aún a pesar de los años y los sinsabores, también reflexionaba sobre la forma de vencer ese terrible obstáculo: Debíamos hacer permanente reflexión de nuestras perspectivas de pensamiento y de nuestras prácticas, y tener la suficiente humildad para recibir críticas y observaciones de nuestros compañeros.

Los venezolanos, y quizás la humanidad completa, aún no está preparada para esta hazaña. Discursivamente, se alienta la autocrítica, pero cuando corresponde llevarla a cabo, muchos buscan cualquier excusa para justificar pensamientos y acciones inadecuadas. El ego siempre está allí para ocultar cualquier debilidad que posibilite que los demás nos vean tal cual somos. Y en ese ejercicio de ocultamiento, devienen seres humanos inauténticos e incapaces de estar unidos a los compañeros de lucha por verdaderos vínculos de afecto y respeto.

Jamás podremos construir grupos de trabajo, si no somos capaces de hacer exorcismo de nuestros monstruos y brindar escenarios pedagógicos y solidarios para que los compañeros que nos acompañan en las batallas cotidianas, aprendan a mirar sin miedo los suyos, y a erradicarlos de sus actuaciones en el marco de las relaciones comunales. Y eso sólo es posible en el amor y en el respeto que merecemos los seres humanos. Sin verdadero afecto por el hermano en lucha, jamás podrá haber organización, y toda consigna que se esgrima sonará inexorablemente hueca: ¡Todos somos yukpa!, ¡Palestina aguanta que el mundo se levanta!. (Mientras la mayoría de los venezolanos decidieron permitir que la mal llamada revolución bolivariana exterminara a una parte importante y digna de la etnia yukpa, y el mundo entero, que se perpetrara una nueva masacre contra los palestinos).

Sin embargo, la desgracia del hermano yukpa o palestino, de seguro hizo posible que muchos se sintieran súper revolucionarios levantando banderas, pintando y gritando consignas que viajaban irreversiblemente hacia la nada.

¿Es casual que todo esto ocurra, y se repita una y otra vez hasta producir en nosotros una sostenida sensación de pesimismo y de inacción? ¿Es casual que conocidos militantes de la lucha popular que impulsan sistemas comunicacionales alternativos, permitan que parte de la agenda de la línea editorial de esa añorada “otra comunicación” la coloque el crimen de Mónica Spear, el veredicto de no culpable de Pistorius , que El Puma está cada vez más ultra opositor o que Oscar D' León acusa a los consejos comunales de invadirle su propiedad?

A los “iluminados ideológicos”, a los “cuadros revolucionarios” y a muchos militantes de la “otra política”, sus mediocres academias y su estado de poco alerta, también les hicieron una mala jugada.

Como solemos repetir los estudiosos del lenguaje: ninguna palabra es inocente en su vuelo; y en consecuencia, ninguna política comunicacional que pretenda “atrapar” espectadores empleando noticias “ligeras”, “farandulescas” que establezcan nexos neuronales con nuestra formación como pueblos colonizados para causar enganche o avidez de consumo, puede ser una decisión guiada por principios libertarios.

Quien no respete la inteligencia humana y pretenda manipular comunicacionalmente con las debilidades cognitivas propias de pueblos colonizados, que no se atreva a hablar de “otro mundo posible o necesario”, “de otra comunicación” o “de otra política”... No empleen los códigos propios de las luchas libertarias para consolidar con sus actos cotidianos el mismo asqueroso orden burgués que anuncian falsamente querer destruir, porque el pueblo en furia ciega, tarde o temprano les cobrará caro tamaña profanación.

Creo firmemente en la manifestación de una fuerza ancestral que siempre acompaña a los pueblos, al margen del enajenamiento sistemático que este sufre, sobre todo cuando habita en grandes ciudades; y creo, en consecuencia, en la posibilidad de que sistemas de comunicación autónomos, construidos sobre la base del interés colectivo de las más vulnerables, puedan en sus prácticas inteligentes, horizontales y cooperativas, dar al traste con esta forma de subestimación que practica la “derecha”, pero que también asumen no pocos de los que se llaman “izquierda” en nuestro país.

Todos los que trabajamos por impulsar el surgimiento de sociedades más justas tenemos la obligación de andar bien despiertos, de no abandonar el camino que escogimos de entre un millón posible de caminos. Siempre habrá en el trayecto la tentación de los atajos. Por ello debemos recorrerlo como bien dice el manual del guerrero: sin ambición, con humildad y libre de miedos.


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Gladys Emilia Guevara


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