La libertad de expresión no puede ser el principal derecho del hombre

Es sorprendente observar como los dueños de los medios hacen en Venezuela lo que les da la gana, especialmente permiten que los periodistas distorsionen las noticias, que desinformen al pueblo, que aterroricen a la población maximizando los acontecimientos que acontece en algún lugar especifico y lo hagan ver que es en toda la ciudad o en todo el país, que ofendan a personas e instituciones y que alienten a sus entrevistados para que insulten a cualquier persona del sector público o privado. Es tanto el énfasis que hace el presentador de las noticias e informaciones que ello motiva que a cada momento algunas personas al salir a la calle repitan las estupideces que han visto por TV., oído por radio o leído en algún periódico y/o revista. Al tolerarse que algunas personas llenas de odio y envidia se presenten en las estaciones televisoras y radiales y pasen el día lanzando al aire mensajes infamantes y hasta hagan apologías de hechos indignos y delictuales, tratando con ello desestabilizar al país y aupar insurrecciones sin importarles para nada la tranquilidad de la población, se está incumpliendo el juramento de las autoridades cuando dicen que: “Juro cumplir y hacer cumplir las leyes de la república”. Con solo deformar las noticias sobre los esfuerzos que hace el gobierno venezolano por conseguir un efectivo desarrollo socioeconómico a todo lo largo y ancho del país, busca sembrar en el pueblo un trauma psicológico que a parte de él le afecta.

Definitivamente las autoridades tienen que priorizar los derechos del hombre y no hay la menor duda que el primero es a la vida, a la tranquilidad y a la paz, estos derechos superan en importancia a cualquier otro derecho y así tiene que ser entendido por el mundo entero, de tal manera que todo aquello que afecte esos derechos no se puede consentir impunemente. Como es eso que los periodistas quieran imponer que sea el derecho a la libertad de expresión el que supere al de la vida y al de vivir en tranquilidad y paz, y entonces se den informaciones sobre la seguridad nacional de Venezuela, y llegan algunos apátridas a viajar al exterior para llevar personalmente tales informaciones y el gobierno aun sabiéndolo no llame al sapo o soplón para investigar sobre este delicado asunto. En Venezuela se deja que libremente los medios de comunicación escritos, visuales y/o sonoros se metan en todas parte: en los hogares, en las instituciones privadas, en las instituciones públicas, en instalaciones civiles, en instalaciones militares, y la razón que esgrimen las personas que laboran para aquellas empresas mediáticas es la de que ellos son periodistas y que con sus equipos de grabaciones y transmisiones tienen derecho a trabajar para poder informar a la colectividad y que nadie puede coartar su trabajo.

De manera que bajo el pretexto del derecho de la libre expresión del pensamiento, desnaturalizado por muchos periodistas y dueños de medios de comunicación, tratan y a veces logran impedir la determinación de los pueblos por vivir de acuerdo a su soberana decisión, y es por eso que los comunicadores sociales procuran introducirse, sin más ni más, en cualquier parte y si alguien se atreve a impedírselo por tratarse de un acto privado, estos comunicadores salen diciendo que se les han coartó su derecho al trabajo y el derecho al pueblo de estar informado. Hoy se vive una época en la cual hay que tener mucho cuidado con lo que se relacione a la seguridad del Estado, y corresponde al Presidente de la República de Venezuela no ser infinitamente tolerante con los medios de comunicación social, y debe hacer que se ajuste tal comportamiento en defensa de la integridad de su gobierno y más aun, por la integridad del territorio venezolano. El Presidente de Venezuela no puede permitir impunemente se siga la opresión contra la nación de los medios de comunicación en manos de los apartidas, tiene que estar ojo avizor con la oligarquía criolla que está atenta y deseosa de dar al traste con este sistema de gobierno, donde la felicidad de los hombres, mujeres, jóvenes y niños de la patria es la meta; lo cual causa a la oligarquía la más grande y terrible fobia. La libertad de expresión en Venezuela se ha respetado en demasía, y eso no debe ser así, esa libertad tiene su límite y quien traspase ese límite debe ser castigado ya que el derecho a la vida, a la tranquilidad y la paz tiene que estar muy por encima del derecho de expresión. La impunidad con los medios, periodistas y comunicadores que difunden trasgresiones a las leyes no puede seguir existiendo. Basta ya de tanta impunidad.



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José M. Ameliach N.


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