¿Qué pasa en Aporrea?

Es indudable que Aporrea ha demostrado ser una gran plataforma de pensamiento revolucionario crítico. Una originalidad creada en la Revolución Bolivariana, ya que otras revoluciones anteriores no contaron jamás con algo semejante. Siempre estaremos en deuda de gratitud y reconocimiento con sus creadores y con aquellos que la hacen posible.

La relevancia de Aporrea es tal que hasta los propios enemigos de las Revolución han pasado de su rechazo inicial a prestarle mucha atención. La usan como estudio de opinión del chavismo y como referencia cuando les conviene para fundamentar sus matrices. Esto ha ido evolucionando hasta llegar a la estrategia de infiltración de sus laboratorios. De manera que Aporrea está también en la mira de la brutal guerra sicológica que el imperio y sus mercenarios desarrollan contra Venezuela. Aquí no estamos solos los revolucionarios, no creamos que el enemigo de alguna forma no intente bombardear el debate que se desarrolla en esta plataforma para confundir, desmoralizar y dividir.

De ahí nuestra perplejidad con ciertas tendencias que estamos observando en el debate en Aporrea, tal vez una mezcla de ingenuidad y secuelas de la guerra sicológica y además una posible infiltración. Poco a poco observamos que algunos van elevando el tono de una crítica desacertada contra el Presidente Nicolás Maduro. Al principio era algo sentimental y subjetiva con aquello que “Maduro no es Chávez”, pero ahora hay un salto extraño en un articulista que se dice “revolucionario” y la matriz es que “Maduro está contra Chávez” y que si sigue así “lo debemos bajar del coroto”, lo cual extrañamente se identifica con la estrategia anunciada de la oposición de organizarle un referendo revocatorio.

Otros, posiblemente con buena fe han criticado duramente la reunión del Presidente Maduro con el empresario Mendoza y sueñan con un inmediato asalto a la gran propiedad capitalista. Conceptualmente ese no es un mal sueño para un socialista revolucionario verdadero, pero en la realidad deseos no preñan. ¿Acaso centrar todo el fuego de la crítica en la persona del Presidente Maduro, no es una trampa?¿Acaso no estamos acostumbrados y obnubilados por la descomunal personalidad histórica del Presidente Chávez y que todo lo veamos a través de ese prisma?¿Acaso emocionalmente nos hayamos olvidado que quien pretenda hacer un análisis de la realidad con enfoque marxista no puede caer en el reduccionismo de ver solo la personalidad sin el entramado del conjunto de condiciones objetivas y subjetivas y correlaciones de fuerzas que están detrás de ésta y que le condiciona el margen de sus posibilidades?

No es posible enjuiciar objetivamente el accionar de nuestro actual Presidente si solo vemos el lado personal de las cosas y no hacemos un análisis profundo de la coyuntura por la que atraviesa la Revolución Bolivariana. Si no lo hacemos sólo veremos los árboles y no el bosque, caeríamos en brazos del voluntarismo. No tenemos aquí el espacio para hacer ese análisis, que además debe ser colectivo, pero basta con mirar la realidad para observar que la coyuntura actual no es muy favorable para la Revolución Bolivariana, ha habido un cambio brusco de la correlación de fuerzas a favor de sus enemigos, pero por suerte no es aún suficiente para derribarla, pero están creando las condiciones para lograrlo si nos dejamos. Ya sabemos cuáles fueron los resultados electorales y en la economía tenemos una situación delicada. En fin, de momento el margen de maniobra de la Revolución es más limitado, independientemente de la personalidad que se encuentre al frente del país.

Esto lo podemos ver más claro si comparamos las condiciones del inicio como Presidente del Comandante Chávez con las condiciones de inicio del Presidente Maduro, indudablemente que podemos apreciar que Chávez contó con condiciones más favorables. Se venía entonces de una elección con elevada legitimidad de un apoyo inmenso de la población, incluso de las llamadas capas medias, estaba fresco el recuerdo de los pecados de la IV República, las expectativas y el optimismo eran impresionantes, la situación económica si bien no era buena, había un potencial con el petróleo para mejorar las cosas en un plazo relativamente breve. Se estaba pasando de peor para mejor. Al Chávez Presidente le había antecedido una epopeya personal y un liderazgo reconocido por el pueblo. Maduro en cambio “nace” como Presidente en las condiciones más desfavorables de estos 14 años. Su liderazgo está apenas en construcción, carga con la pesada cruz de venir a sustituir al líder natural de la Revolución en las lamentables circunstancias de su muerte en una campaña electoral súbita y con una oposición unificada que también ha tenido su aprendizaje. Su presidencia se inicia con situación económica desfavorable con una devaluación de arrancada y una brutal guerra imperial contra Venezuela. En tales condiciones lo sorprendente no es que el Presidente Maduro pueda cometer algún error, sino que en poco tiempo esté avanzando a pesar de todas la adversidades. Además la situación económica actual no es solo el resultado de la guerra económica, es parte también de un acumulado que no es imputable personalmente a Maduro, es una herencia que recibe. La situación económica que le llega al ciudadano pasó de bien para peor. Todo esto condiciona las estrategias para salvar a la Revolución, cuando el margen de lo posible se reduce entonces hay que intentar ganar tiempo y aprender a maniobrar en condiciones adversas.

Lenin solía hacer una comparación gráfica de la lucha revolucionaria por el socialismo, decía que esa lucha no es como la avenida Alexandr Nevsky de San Petersburgo - que atraviesa de manera recta esa ciudad -, la lucha revolucionaria jamás es rectilínea sino que es tortuosa, con avances, retrocesos, repliegues y de nuevo retoma de la ofensiva. Decía que solo los revolucionarios románticos emocionales se imaginan la Revolución como un bello y continuo avance con banderas desplegadas, marchas e himnos revolucionarios a tambor batiente, pero los revolucionarios consecuentes y de convicción que no se desaniman, ni desmoralizan con las inevitables dificultades que surgen en el camino saben y comprenden que para llegar a la meta a veces también hay que atravesar pantanos. Cabe aquí también recordar la gráfica expresión de un clásico de la Revolución Bolivariana, Willian Lara, que advertía que la lucha revolucionaria se debe hacer más con las neuronas que con las hormonas.

¿Acaso el Comandante Chávez no tuvo también que maniobrar varias veces en estos años ante condiciones adversas? No olvidemos que maniobró después del golpe de abril de 2002, y volvió a maniobrar temporalmente a inicios de 2008, después de la derrota del referéndum del proyecto de reforma constitucional. Nada de esto lo demeritó, por el contrario demostró su enorme capacidad de conducción política. No olvidemos que Chávez se reunió a mediados de 2008 con representantes de la oligarquía económica y dialogó en los mejores términos. Recuerdo que algunos revolucionarios sobre todo jóvenes inexpertos y emocionales consideraban entonces esto como una “claudicación revolucionaria” de Chávez. ¡Pero ahora resulta que criticamos ácidamente al “hijo de Chávez” por hacer lo mismo que su padre! ¿Será que algunos pretenden que Maduro sea más revolucionario y chavista que el propio Chávez? Si algunos aún no les gusta lo que hizo el “hijo”, pues entonces tengan el valor también de criticar al Padre.

Con todo no se trata aquí de justificar todo error que pueda cometer en su ejecutoria el flamante presidente bolivariano, en realidad quien no se equivoca nunca es aquel que nada hace. Venga pues la crítica constructiva revolucionaria que viene acompañada de creativas y bien reflexionadas recomendaciones.

Algunos críticos se quejan que también son criticados y que es muy difícil ejercer la crítica en la Revolución. En una Revolución verdadera nadie puede pretender quedar fuera de la crítica, menos aún aquellos que asumen la crítica como oficio. ¿Qué es complejo ejercer la crítica en la Revolución? Si, en verdad lo es, pues ante fenómenos cada vez más complejos que enfrenta la Revolución, se necesita de mucho estudio, esfuerzo, experiencia, madurez, participación, compromiso, arte y muy buena puntería para que la crítica sea acertada y profunda. ¿Qué si no se posee lo anterior se puede criticar? Si, se puede criticar, pero es posible también más alto el riesgo que nos salga una crítica no bien reflexionada y de poco valor. En definitiva la crítica para que sea revolucionaria no puede tomarse como un ligero expediente para figurar, seguir una moda, hacerse el interesante o una fatua aspiración personal de protagonismo. Si alguien no comprende algo o tiene una duda, lo mejor antes que lanzarse a criticar es primero buscar información, exponer la duda o la hipótesis. Pregúntese primero antes de disparar la crítica si la misma ayuda o no a la Revolución. Si al final se decide a criticar, sea consciente entonces que criticar en Revolución es un oficio duro y muy responsable. ¿Por qué debemos ser muy responsables y cautelosos con la crítica en Revolución? Porque si bien en el plano nacional la correlación de fuerzas nos puede ser favorable, en el plano internacional es lo contrario, está todavía infinitamente a favor del imperio y sus secuaces. Frecuentemente los mercenarios imperiales infiltrados asumen el disfraz de críticos revolucionarios.

Como lección los revolucionarios socialistas jamás podemos olvidar lo que pasó con la famosa y malograda “glasnost” de la perestroika soviética. Era la llamada “transparencia” que venía para corregir y criticar los errores. Empezó sigilosamente, con pequeñas críticas pero cada vez más esta glasnost se fue volviendo en una crítica ácida, desmoralizante y manipuladora de todo lo que había acontecido en la Unión Soviética. Tal era aún el prestigio del socialismo que sus enemigos inicialmente no se atrevían a actuar abiertamente, adaptaron entonces la táctica de disfrazarse de críticos del socialismo para ir preparando el terreno para su desmontaje. Estos críticos no se detenían ante nada fueron demoliendo toda la historia de la Unión Soviética. Por cierto muchos de esos acérrimos críticos luego fueron quienes ocuparon cargos en los gobiernos capitalistas que se instalaron después de desmontar al socialismo.

Un exponente de esto fue lo ocurrido con aquella publicación llamada “Novedades de Moscú”, de ser inicialmente un medio insípido de difusión del socialismo soviético llegó a convertirse con su “crítica” en un pasquín abiertamente anti socialista que terminó siendo impreso por las burguesía en países como la República Federal Alemana. La intensión crítica socialista terminó naufragando en el amarillismo mercantilista de los medios soviéticos de la época. Para vender el medio se desató una desenfrenada competencia para ver quien decía la mentira más grande de lo ocurrido en la Unión Soviética, ya el objetivo no era la veracidad, sino la venta. Comenzaron a manejar cifras de muertos por culpa del represor Stalin, cada medio se aparecía con una cifra mayor para impresionar al público. Era una competencia macabra. Esto llegó a tales extremos que el periódico inglés The Guardian hizo una simple operación aritmética que tales cifras no podían ser ciertas, pues si lo fueran entonces no hubiese quedado población en la Unión Soviética.

Chávez representó muchas cosas positivas y una de ellas fue que unificó una izquierda que en los años noventa aún mantenía los vicios de la atomización, la descalificación mutua y la crítica ácida de sus propios compañeros y aliados. Chávez era y es un referente respetado por todos los revolucionarios independientemente de sus procedencias, creó una nueva identidad revolucionaria el bolivarianismo, donde cabían todos quienes querían una revolución. Debemos entonces evitar que su desaparición física nos haga retroceder a la época de la desunión de la izquierda, eso sería un terrible retroceso que pudiera dar al traste con la Revolución. Por eso debemos actuar preventivamente y combatir a tiempo que en el debate en Aporrea comiencen poco a poco a reaparecer e instalarse aquellos vicios de la crítica ácida, descalificadora y des unificadora de la izquierda de una época que al final solo sirvan para dividir. Cuidémonos de los infiltrados. Recordemos siempre que de cara a la muerte nuestro Comandante Supremo nos convocó a la unidad de los revolucionarios, que nunca se nos olvide eso.

El nuevo Gobierno Bolivariano presidido por Nicolás Maduro apenas está comenzando, démosle pues nuestro voto de confianza y nuestro apoyo.

 



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Juan Miguel Díaz Ferrer


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