(VIDEO) A 30 años del desastre nuclear de Chernobyl, la radiación sigue matando

El parque de atracciones de la ciudad de  Prípiat, abandonado, a pocos kilómetros de Chernóbil

El parque de atracciones de la ciudad de Prípiat, abandonado, a pocos kilómetros de Chernóbil

Credito: Agencias

25.04-16.-Hace exactamente 30 años, el fuego de la catástrofe de Chernobyl quemó el suelo de Ucrania, entrando en la historia como el mayor accidente de origen tecnogénico del siglo 20.

Como resultado de la explosión del reactor 4 de la Central Nuclear de Chernobyl en la madrugada de aquel fatídico 26 de abril de 1986 y del escape de una enorme cantidad de sustancias radiactivas a la atmósfera, solamente en Ucrania fueron contaminadas con radiación cerca de 3 mil localidades situadas en 12 de las 25 provincias del país.

El desastre de Chernobyl, además de provocar numerosas víctimas directas entre los bomberos, soldados y policías que recibieron dosis letales de radiación al apagar el incendio y tratar de “sellar” el reactor destruido, afectó las vidas de millones de personas, de las cuales más de 200 mil tuvieron que ser evacuadas de los territorios contaminados de Ucrania, Belarrusia y Rusia.

Existe cierto consenso que 31 personas fallecieron de forma directa por la explosión en el reactor 4 que liberó un poder nuclear 200 veces superior al de las bombas de Hiroshima y Nagasaki combinadas, pero la cantidad de muertes desde entonces por trastornos genéticos, malformaciones de órganos internos y cáncer como consecuencia de la radiación está en disputa, según algunos cálculos la cifra se eleva a 500,000 muertos.

Ese contador de víctimas fatales sigue en aumento con “cinco millones de personas que viven hoy en día en áreas contaminadas de Ucrania, Bielorrusia y Rusia y se ven afectados por partículas de estroncio y plutonio que son absolutamente peligrosas si se inhalan o ingieren”, indica Rashid Alimov, activista antinuclear de la sede Moscú de la organización Greenpeace.

El ambientalista explica que “cada vegetal que se cosecha, vaso de agua que se tome, pescado que se coma” son un peligro para la población, al igual que “el humo radiactivo de la gran cantidad de incendios forestales que hay alrededor de Chernobyl”, especialmente en el Bosque Rojo, llamado así por el color que tomaron los pinos al morir tras absorber grandes dosis de radiación.

En este panorama sombrío, Alimov lamentó que “la situación sobre lo que pasa y la inseguridad nuclear no está en el interés del público” y lo ejemplificó con que “el gobierno de Rusia está cortando la protección y los programa de apoyo” a sus habitantes en la zona afectada.

Los problemas en la salud que siguen generando son tales que existe la afección llamada “corazón de Chernobyl”, bautizada así por la gran cantidad de chicos que nacieron después de 1986 con problemas cardíacos, muchos de los cuales no son tratados o, si lo son, no es en forma adecuada y terminan muriendo.

“Sólo la mitad de los niños afectados recibirá las cirugías que necesitan para sobrevivir: el resto va a morir dentro de tres a cinco años”, advierten desde la ONG “Chicos de Chernobyl”, responsable de llevar hasta la fecha a más de 25,000 menores desde la zona de contaminación a Irlanda, donde familias los reciben de forma temporal para su recuperación en estancias que tienen un promedio de dos años.

El trabajo es arduo y continuo ya que según la organización unos 600 bebés nacen al año con el “corazón de Chernobyl”, condición cardíaca que además le dio el nombre a un documental de 2003 ganador de un Oscar y que relata los efectos de la radiación en el área alrededor de la accidentada planta nuclear soviética.

Solamente el 3% del material radiactivo fue expulsado durante el incidente de 1986 y por eso, más tarde que temprano, se está construyendo un nuevo sarcófago que prevé ser terminado en 2017 para evitar más filtraciones durante el próximo siglo. Si bien es un avance, las organizaciones humanitarias y sanitarias advierten que se necesita un plan integral ya que el plutonio tiene una vida media de 24,000 años.

Víctimas sin ayuda

“Nos abandonaron. No hay más doctores, ni hospitales. Y pronto no habrá más medicamentos”. Con 70 años, Anna Vendarenko se preocupa por el recorte del Estado ruso de ayudas a las víctimas de las radiaciones, 30 años después del accidente de Chernobyl.

Hasta ahora considerado “zona prohibida”, su pueblo, Starye Bobovichi, que los habitantes se negaron a evacuar, vio su nivel de radiactividad reducirse por decreto presidencial.

Como consecuencia de este cambio de nivel, la ayuda financiera del Estado, que consiste en subvenciones para los gastos médicos, las curas en sanatorios para los niños o incluso los programas socio-económicos, disminuirá de forma drástica.

Sin embargo, el nivel de radiactividad de la zona sólo se redujo levemente desde la explosión de la central nuclear de Chernobyl, el 26 de abril de 1986, asegura Alexei Kiselev y Rachid Alimov, especialistas de la radiactividad de la ONG Greenpeace.

Equipados con un aparato para medir el nivel de partículas radiactivas, calculan los niveles en la plaza principal del pueblo. “1.7 microsieverts por hora (mkSv/h)... Es más de 30 veces la dosis máxima recomendada”, advierte Rachid. “Será mejor no demorarse. Pensar que hay gente que vive aquí”, se apena Alexei.

En total, de las 4,413 localidades rusas afectadas por las repercusiones de Chernobyl, 383 verán sus subvenciones recortadas como las de Starye Bobovitchi. Otras 558 serán simplemente suprimidas de la lista.

“Con este decreto, el Estado rechaza reconocer que se necesitan 2 mil años y no 30 para descontaminar una zona”, denuncia Anton Korsakov, biólogo y especialista de las consecuencias de Chernobyl en la región de Briansk.

“Incluso si conseguimos descontaminarla, serán necesarias varias generaciones antes de que los niños nazcan sanos”, destaca, recordando que el índice de mortalidad infantil en la región es cinco veces superior a la media nacional.

Y cuando sobreviven, 80% de los niños desarrollan una o varias enfermedades crónicas, según las estadísticas oficiales, citadas por el especialista.





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