Semblanza, antología de su autobiografía y "Cantares y proverbios".

75° años de la muerte del Poeta Republicano Español Antonio Machado (1875 – 1939)

4 de febrero de 2015.- 

75º AÑOS DE LA MUERTE DEL POETA REPUBLICANO ESPAÑOL

ANTONIO MACHADO

(1875 – 1939)

La fatalidad del destino se fue tejiendo en aquellos últimos días de la vida del poeta Antonio Machado. Pero los homenajes que se le rinden por el 75º aniversario de su muerte (22 de febrero) demuestran que está más vivo que nunca y que dejó mucho para celebrar. El hombre que dio profundidad inolvidable a los campos de Castilla sufrió apenas un mes de exilio en el pueblito francés de Colliure cuando la causa republicana estaba ya casi perdida, por la inminente ocupación de Barcelona. La España franquista trató de borrar las huellas que había dejado en la cultura y la enseñanza. Pero no tuvo éxito. Si Machado fue el poeta del abandono y la ausencia, se hace muy visible y presente en los homenajes con motivo del 75º aniversario de su fallecimiento tanto en España como fuera de ella.

AUTOBIOGRAFÍA

“Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla y un huerto claro donde madura el limonero; mi juventud, veinte años en tierra de Castilla; mi historia, algunos casos que recordar no quiero.

Ni un seductor Mañara ni un Brandomín he sido —ya conocéis mi torpe aliño indumentario— mas recibí la fecha que me asignó Cupido y amé cuanto ellas pueden tener de hospitalario.

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina; pero mi verso brota de manantial sereno, y más que un hombre al uso que sabe su doctrina, soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.

Adoro la hermosura, y en la moderna estética corté las viejas rosas del huerto de Ronsard; mas no amo los afeites de la actual cosmética ni soy un ave de esas del nuevo gay trinar.

Desdeño las romanzas de los tenores huecos y el coro de los grillos que cantan a la luna. A distinguir me paro las voces de los ecos, y escucho solamente entre las voces, una.

¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera mi verso, como deja el capitán su espada, famosa por la mano viril que la blandiera, no por el docto oficio del forjador preciada.

Converso con el hombre que siempre va conmigo —quien habla solo, espera hablar a Dios un Día— mi soliloquio es plática con este buen amigo, que me enseñó el secreto de la filantropía.

Y al cabo, nada os debo. Debéisme cuanto he escrito. A mi trabajo acudo; con mi dinero pago el traje que me cubre y la mansión que habito, el pan que me alimenta y el lecho donde yago.

Y cuando llegue el día del último viaje y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, me encontraréis a bordo, ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos del mar.

Creo que la mujer española alcanza una virtud insuperable y que la decadencia de España depende del predominio de la mujer y de su enorme superioridad sobre el varón.

Me repugna la política donde veo el encanallamiento del campo por el influjo de la ciudad.

Detesto al clero mundano que me parece otra degradación campesina.

En general me agrada más lo popular que lo aristocrático social y más el campo que la ciudad. El problema nacional me parece irresoluble por falta de virilidad espiritual; pero creo que se debe luchar por el porvenir y crear una fe que no tenemos.

Creo más útil la verdad que condena el presente, que la prudencia que salva lo actual a costa siempre de lo venidero.

La fe en la vida y el dogma de la utilidad me parecen peligrosos y absurdos.

Estimo oportuno combatir a la Iglesia católica y proclamar el derecho del pueblo a la conciencia y estoy convencido de que España morirá por asfixia espiritual si no rompe ese lazo de hierro.

Para ello no hay más obstáculos que la hipocresía y la timidez. Ésta no es una cuestión de cultura —se puede ser muy culto y respetar lo ficticio y lo inmoral— sino de conciencia. La conciencia es anterior al alfabeto y al pan”.

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