13 de agosto de 2013.- El ex primer ministro maliense Ibrahim Boubacar Keita (IBK) se convirtió en el nuevo Presidente de la Nación, una vez que su rival electoral, Soumaila Cissé, reconoció este lunes su derrota en la segunda vuelta de los comicios presidenciales celebrados el domingo en todo el país.
Cissé, de 63 años de edad y antiguo ministro de Finanzas, reconoció su derrota, incluso, antes de la publicación de los resultados oficiales, aunque el escrutinio de dos tercios de los votos dan vencedor a Keita por amplia mayoría. "Fui a verlo para felicitarlo y desearle suerte para Malí", declaró Cissé.
Keita partía como favorito en la jornada comicial de este fin de semana, luego que 22 de los 25 candidatos eliminados en la primera vuelta le dieron su apoyo. En aquella jornada, celebrada el 28 de julio, Keita obtuvo 39,79 por ciento de los votos, contra el 19,70 por ciento de Cissé.
La Agencia Francesa de Prensa (AFP) reseñó este lunes -citando a una fuente cercana a la Comisión Nacional Electoral- "con cerca de los dos tercios de los votos escrutados, IBK está en cabeza con amplia mayoría".
En tanto, de acuerdo con observadores malíes independientes, el nivel de participación en la segunda vuelta gira en torno al 45 por ciento de la población votante, una cifra inferior al 48,98 por ciento de la primera jornada.
En ese sentido, el jefe de la misión de observación de la Unión Europea en Mali, Louis Michel, destacó que "no hubo en absoluto nada dudoso ni sospechoso que señalar y (la elección) se desarrolló en buenas condiciones, en un ambiente sereno y tranquilo".
La delegación consideró en su informe preliminar que “en un 99 por ciento las votaciones se desarrollaron de manera positiva", en los colegios electorales supervisados. "Quien salga elegido, lo habrá sido con legitimidad democrática, es mi convicción", agregó Michel.
De esta manera, Keita, de 68 años de edad, deberá trabajar para reconciliar a un país debilitado por 18 meses de profunda crisis política y militar, que se inició en enero de 2012 con la ofensiva de los tuaregs al norte del país.
El golpe de Estado militar del 22 de marzo de 2012 precipitó la caída del norte del país en manos de los grupos yihadistas (radicales islámicos), que acabaron con la rebelión tuareg y el Ejército malí, antes de ser expulsados con la ayuda de la intervención militar franco-africana que todavía se mantiene.
El conflicto hundió a Malí en la recesión, agravó la pobreza, reavivó las tensiones entre las comunidades tuareg, árabes y negros, y provocó cerca de medio millón de desplazados internos y refugiados.
