28 de septiembre de 2012.- La detención del dirigente campesino paraguayo Rubén Villalba revivió la investigación inconclusa de un hecho clave utilizado por fuerzas políticas para facilitar la destitución del presidente constitucional Fernando Lugo.
Villalba es acusado de dirigir una respuesta armada al desalojo por la fuerza de terrenos de un latifundio que fueron ocupados por campesinos sin tierra en la localidad de Curuguaty en junio pasado, el cual tuvo el saldo de 11 labriegos y seis policías fallecidos.
Durante los meses siguientes, permaneció oculto mientras se le buscó intensamente por la policía sin resultado porque, de acuerdo con la declaración hecha a un canal televisivo por el comisario que dirigió la operación de captura, fue ayudado por personas humildes de la zona.
La principal imputación contra Villalba, remitido por un juez a la penitenciaria de Tacumbé, en esta capital, es haber entrenado a los campesinos ocupantes del predio en el uso de armas y ejecutar los primeros disparos que dieron muerte a uno de los jefes policíacos.
Sin embargo, además de que Villalba negó esos cargos y dijo no estar armado el día de los hechos, las declaraciones de otros campesinos detenidos entonces, señalaron como la primera víctima de aquel día al líder agrario Abelino Espínola, al entrar en conversaciones con la policía.
Ello significó, según declararon esos testigos en aquel momento, que se provocó de esta forma el enfrentamiento por interesados en la generalización del choque con las trágicas consecuencias registradas.
Más allá de la trascendencia que tendrán las declaraciones de Villalba, citado por el juez para hoy, su arresto recuerda que los impulsores del expedito juicio político a Lugo responsabilizaron al presidente con los hechos y convirtieron lo sucedido en argumento para su destitución.
En ese escenario es que gana aún mayor importancia el aporte que pueda hacer Villalba como testigo de primera mano a la investigación considerada inconclusa por la fiscalía a la cual le fue asignado el caso.
