El silencio mediático protector de la dictadura de Túnez

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Credito: Librered.net

Caracas, 18 Ene. AVN (Leandro Albani).- El silencio por parte de Estados Unidos y la Unión Europea (UE) frente a las violaciones de los derechos humanos, la tergiversación de los grandes medios ante las censura de prensa, y las repetidas felicitaciones de entidades financieras internacionales explotaron días atrás cuando las masivas protestas del pueblo de Túnez obligaron al dictador Zine El Abidine Ben Al a abandonar el poder que ostentaba hacía veintitrés años.

Aunque la nación tunecina se estremece con el desempleo y la pobreza, la corrección de sus finanzas digitadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) permitieron durante mucho tiempo que un manto de complicidades protegiera a un régimen dictatorial.

Tanto el periodista Pascual Serrano, en su artículo “¿Pero había una dictadura en Túnez"”, como el comunicador Santiago Alba Rico, en el texto “Y de pronto, la revolución”, coinciden en estos puntos.

Serrano afirma que “el ciudadano medio europeo nunca había oído ninguna queja del presidente tunecino, los medios no denunciaban que aquello fuera una dictadura, los parlamentos no aprobaban resoluciones de condena contra aquel gobierno, no se escuchaban acusaciones contra la falta de libertad de expresión en ese país”.

Recordó que la propia Organización de las Naciones Unidas (ONU), “celebró una cumbre sobre el derecho a la información” en la capital del país, “donde no se puede acceder a Youtube”.

Como contrapunto al silencio mediático frente al régimen tunecino, Serrano señala que “las dictaduras siempre están en Cuba, Venezuela o Bielorrusia", donde "las elecciones las gana la izquierda”.

“Los países sumisos a los gobiernos occidentales y las instituciones económicas internacionales nunca son acusados de dictaduras”, indica.

Serrano explica que el partido de Ben Alí, la Asamblea Constitucional Democrática (conocida por sus siglas en francés RCD) pertenece a la Internacional Socialista (IS), donde comparte políticas en común con el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), el Partido Laborista británico, el Partido Socialista Francés, o el Partido Nacional Democrático de Egipto.

El periodista cita también el último informe del BM sobre Túnez, donde el organismo reconoce que en el país persisten “las altas tasas de desempleo”, pero se mejoró “su competitividad general y aceleró el crecimiento económico con la ayuda de una serie de préstamos”.

Si bien las protestas por la desocupación y el aumento de artículos de consumo básico fueron el detonante de las manifestaciones contra Ben Alí, el BM sostiene que “el país ha conseguido grandes avances económicos y sociales, entre ellos la cuadruplicación del producto interno bruto (PIB) per cápita y el aumento de la esperanza de vida hasta niveles cercanos a los del mundo desarrollado”.

Por su parte, Alba Rico analiza que Túnez “estaba amordazado”, pero que supuestamente disfrutaba “de una situación económica incomparablemente mejor que el resto del mundo árabe”.

“Mientras el gobierno vendía hasta 204 empresas del robusto sector público creado por Habib Bourguiba”, explica el periodista, “se multiplicaba el número de 4x4 en las calles, se construían en la capital barrios enteros para los negocios” y “hasta 7 millones de turistas acudían todos los años a disfrutar de la cada vez más sofisticada y sólida infraestructura hotelera del país”.

Tanto la UE y Estados Unidos, como las agencias de viajes y los medios de comunicación, “contribuían a alimentar la imagen de un país más europeo que árabe, más occidental que musulmán, más rico que pobre, en transición hacia la felicidad del mercado capitalista”, explica.

“No se podía ni hablar ni escribir, es verdad, y también es verdad que ocupaba el segundo lugar en el ranking mundial de la censura informática”, pero para los grupos de poder en la nación todo marchaba bien, expresa Alba Rico.

En el artículo, el comunicador apunta que mientras “veinte familias disfrutaban del ocio en los Alpes o en París”, el desempleo aumentaba hasta alcanzar el 18% y el 36% entre los más jóvenes.

Alba Rico además refiere que “Ben Alí y su familia política se habían apoderado, mediante privatizaciones opacas, de toda la actividad económica de la nación, convirtiendo el Estado en el instrumento de un capitalismo mafioso y primitivo o, mejor, de un feudalismo parasitario del capitalismo internacional”.

Aunque la dictadura tunecina parecía gozar de buena salud, “había que tender el oído para escuchar el ruido de la marea ascendente”, manifiesta el periodista.

A su vez recuerda el sistema represivo aplicado por el régimen, evidenciado en las últimas protestas donde las fuerzas de seguridad mataron a decenas de civiles.

Frente a este panorama, el país se encuentra a la espera de la formación de un gobierno de transición, mientras los partidarios de Ben Alí fueron denunciados por sembrar el caos con el objetivo que fracase la revuelta popular.


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