Bolivia, 12 de Sept. 2008.- No han sido suficientes las decenas de años de una situación de servidumbre en la extracción de goma y castaña, bajo el yugo de barraqueros, autoridades prefecturales y mafias brasileña, peruana y boliviana con las que se controla la triple frontera entre Perú, Brasil y Bolivia.
El tráfico de droga, madera y lavado de dinero van de la mano de la violencia con la que se somete a los pueblos diezmados desde hace más de un siglo en la explotación del caucho.
Como si no hubiera sido suficiente ahora corre la sangre de campesinos en Pando, a manos de las huestes prefecturales, montadas en la maquinaria del Servicio Prefectural de Caminos, con las que el jueves 11 de septiembre a las tres de la madrugada en la localidad de Tres Barracas, cerca de la población de Porvenir, fueron emboscados y salvajemente ametrallados, cuando se dirigían a un ampliado de su organización departamental.
Hombres, mujeres y niños corrieron para salvar sus vidas, pero fueron acribillados, heridos o tomados por la fuerza para ser torturados y luego cínicamente entregados por los grupos ilegales de la Prefectura a la Policía, pretendiendo que las víctimas de la barbarie, son los culpables.
"La carretera estaba bloqueada con camiones de la Prefectura, allí comenzaron a dispararnos, a los que escaparon hacia el río los persiguieron y terminaron de matarlos en la orilla. Algunos de los heridos que llegaron al hospital de Riberalta, los asesinaron", relató uno de los sobrevivientes.
Denunciaron que varias mujeres secuestradas, incluso ancianas y madres con sus bebes o embarazadas, fueron obligadas a desnudarse para ser torturadas. Existe preocupación por el profesor Víctor Choque de El Chivé, miembro de la Cooperativa Integral Agroextrativista de Campesinos de Pando, a quien torturaron en el hospital pero se cree que está vivo.
El gobierno boliviano ha decretado 24 horas de duelo nacional, pero los heridos siguen en la selva o en el río, sin ambulancias o vehículos que los auxilien. Ni la Cruz Roja, ni el Defensor del Pueblo, ni el párroco de Pando se hicieron presentes en el lugar de los hechos; nadie se atreve a prestar ayuda, los dirigentes están amenazados, aparecerán como muertos de la mafia brasileña, si aparecen.
Es hora de acciones nacionales desde todas las organizaciones del Estado, gobierno y sociedad. Legales, militares, policiales, de comunicación, denuncia internacional, expresiones de solidaridad y movilizaciones: Las responsables de la barbaridad deben ser juzgados y sancionados a nivel nacional e internacional.
Para los pueblos de Pando es imprescindible terminar con este doloroso e infinito luto.