La Revolución Sandinista en el contexto Latinoamericano

I. La  Historia como proceso objetivo-subjetivo 

El desenvolvimiento histórico es objetivo-subjetivo. Por ello, la pretensión de objetividad absoluta resulta completamente vana. Los aportes del ser humano al desarrollo de cualquier ciencia, institución o proceso son siempre los de un sujeto, los de un grupo de sujetos o los de masas enteras que jamás pueden escapar de su subjetividad, ni tienen porqué hacerlo, ni mucho menos afrentarse por ello. Es justamente por la subjetividad que somos seres humanos. Por ella, acertamos o erramos, en mayor o menor grado.  

Si no somos esclavos, ni nos vemos obligados a actuar en contra de nuestra propia voluntad, a la subjetividad debemos la posibilidad permanente de ser libres; la de no sujetarnos a programaciones ni a instintos ciegos; la de adoptar una u otra decisión; la de buscar uno u otro tipo de disfrute; la de ejecutar una u otra actividad humana; la de tomar partido en favor de una u otra causa, cualquiera que ésta sea; la de inclinarnos en favor de una u otra fuerza política; de una u otra clase social; la de identificarnos con uno u otro proyecto social. Pero la subjetividad es algo muy distinto al subjetivismo, al actuar voluntarista que responde a la ignorancia, a meros caprichos, a la inmadurez, a la ceguera intelectual o a complicidad con el enemigo de clase... 

La historia la hacen los hombres y las mujeres en su conjunto; la hacen las masas populares de todas las épocas, las fuerzas revolucionarias y las contrarrevolucionarias de todos los tiempos; la hicieron los pueblos sometidos por la conquista y la colonización europea, más aún, la hicieron miles de años antes de ser sometidos por la civilización europea; la hicieron sus conquistadores; la hacen los empresarios y terratenientes del capitalismo, los pueblos que se encuentran bajo la férula de este sistema de esclavitud asalariada; la hacen las transnacionales y los pueblos, naciones y territorios a los que imponen su nefasto dominio. En pocas palabras, la humanidad entera ha sido siempre la hacedora de su historia.  

Pero, por  más que la historia sea asunto colectivo, de todos y todas sin excepción, ella ha sido desde el esclavismo hasta el presente de capitalismo globalizado, una historia hecha por hombres y mujeres con intereses contrapuestos. De modo, pues, que la misma es la resultante objetiva del choque de subjetividades; es decir, de voluntades de hombres y mujeres con intereses materiales, ideológicos y culturales antagónicos. Dicho en palabras de Marx: “Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado.”1 No se debe, así, pecar de subjetivismo a la hora de emitir criterios o de valorar los procesos de transformación revolucionaria que se operan en uno u otro país, en una u otra región. Los deseos, aspiraciones y creencias carentes de sustento no deben, pues, confundirse con la realidad objetiva, con lo que ésta hace o no posible. Criticar es una necesidad, ser criticista o hipercrítico es otra cosa.  

Las ideas se convierten en una poderosa fuerza material cuando son abrazadas por las masas, decía Marx2. Pero las aspiraciones de los revolucionarios no son siempre las de todas las masas populares. Ello deriva de algo que, nuevamente, Marx se encargó de desentrañar: la ideología dominante es la ideología de la clase dominante.3 No por casualidad, la propuesta de Fidel de librar una decidida batalla de las ideas se lanza al ruedo de la necesidad, justamente, para rescatar a gran parte de nuestros pueblos de las cadenas invisibles que los hacen abrazar la ideología de los opresores. Y mientras en la sociedad domine el llamado “sentido común” y no lo que Gramsci llamaba “sentido correcto”, las fuerzas revolucionarias deben librar decididamente esa batalla, mas no desconociendo lo que piensa y siente la gente, sus gustos, prejuicios, temores, creencias, tabúes, etc. Por ello, Lenin llamaba a los comunistas a fundirse con las  masas trabajadoras, a  estar siempre al lado de  ellas.5 

II. El Contexto Latinoamericano 

1. La necesidad de la unidad latinoamericana contra el imperio  

Contra todo esquematismo teórico, en América Latina, pese a la existencia de gobiernos identificados plenamente con el imperio, con los cuales poco o nada se puede hacer en beneficio de Latinoamérica y el Caribe (como sucede con los de Álvaro Uribe, Alan García, Felipe Calderón, Ricardo Martinelli y Oscar Arias, ya no digamos con los golpistas de Honduras), con el resto de los gobernantes de la región se impone con urgencia la búsqueda nada fácil de la unidad y la integración de Nuestra América. El ALBA, PETROCARIBE, UNASUR, MERCOSUR y otras instancias regionales, así como los movimientos sociales, son la columna vertebral de esa integración  ya iniciada, pero que debe afianzarse. Ahora bien, se quiera o no, esa unidad es contradictoria, en tanto que encierra  proyectos sociopolíticos diversos, tanto en el plano de cada país, como en el de toda la región. Sin embargo, ello constituye el camino más certero para enfrentar al imperio en todas sus modalidades y la vía más apropiada para superar el subdesarrollo impuesto a nuestras naciones por el dominio capitalista internacional, sirviendo, además, de fundamento para aislar a las fuerzas proimperiales de nuestra región en los planos señalados.  

Al respecto, es importante anotar la imperante necesidad de que las fuerzas populares, las organizaciones políticas revolucionarias y progresistas  de Paraguay se esfuercen lo mayormente posible para impedir que el fascismo que se anida sobre todo en las fuerzas armadas de esta nación suramericana, alentadas desde Washington, puedan como en Honduras perpetrar otra “Sustitución Constitucional”, esta vez contra el presidente Fernando Lugo.    

La unidad de la izquierda en todas sus variantes y las fuerzas progresistas, aparece como asunto perentorio en Chile, país en el que la izquierda llama “a votar contra la derecha votando por Eduardo Frei”, a quien se exigirá el cumplimiento de compromisos que favorezcan a la población. Piñera, el candidato de la derecha es recordado por el pueblo chileno como defensor de Pinochet, a cuya sombra hizo su fortuna…6 

La  experiencia de El Salvador, también planteaba y plantea la necesidad de una amplia unidad democrática para evitar que la oligarquía ensangrentara o ensangrente hoy a esta nación centroamericana. En esta línea, el FMLN anotaba en noviembre de 2005 que, aunque su propósito ha sido cambiar el sistema capitalista por el socialista, el período vivido correspondía “al de la búsqueda de la democracia” que, por tanto, no se estaba “planteando para mañana un gobierno socialista”; sostenía que <<un modelo distinto necesita a una parte de la empresa privada participando en esto y tenemos conversaciones con familias grandes y ricas que nos piden: “No abandonen sus posiciones, sino esta oligarquía se vuelve aplastante y se destruye todo.”>> 7  Con todo, el FMLN no pierde para nada su carácter socialista. Por ello, pese a Mauricio Funes8, declara abiertamente su apoyo al ALBA y su adhesión a la V Internacional Socialista que propone Chávez9. Comprende que las fuerzas revolucionarias deben librar una batalla decisiva contra el capitalismo global como alternativa real contra un sistema que amenaza en todas sus formas la vida en el planeta, como bien lo expresa Fidel Castro10 .  

Justamente de unidad amplia, a escala latinoamericana y mundial, nos habla el líder cubano al sostener: “No nos dejemos engañar. Lo que Estados Unidos ha pretendido con sus maniobras en Copenhague es dividir al Tercer Mundo, separar a más de 150 países subdesarrollados de China, India, Brasil, Sudáfrica y otros con los cuales debemos luchar unidos para defender, en Bonn, en México o en cualquier otra conferencia internacional, junto a las organizaciones sociales, científicas y humanitarias, verdaderos Acuerdos que beneficien a todos los países y preserven a la humanidad de una catástrofe que puede conducir a la extinción de nuestra especie.”11    

En relación con la necesidad de la unidad entre nuestros pueblos y entre sus gobernantes, también el pasado enseña. Cuando Sandino encabezó la lucha contra la intervención militar yanqui en Nicaragua, lanzó una serie de ideas que, en lo esencial, conservan su vigencia y deben servirnos de norte para desplegar los cambios que nuestros países requieren. A lo interno del país, propuso conformar un frente único que involucrara a obreros, campesinos, comerciantes, industriales, “a todos los elementos cuyos intereses vitales” fueran “contrarios a los intereses imperialistas para que, pasando sobre sus divergencias particulares se unifiquen, formando un sólo ejército, con un mismo programa, una misma táctica, un objetivo común y una misma disciplina”. Gracias a esta estrategia de unidad, el ejército guerrillero, que él encabezó, logró el apoyo de distintos sectores del pueblo influenciados por el liberalismo. Ello permitió “reorientar la lucha nacionalista por el Partido Liberal" porque "el liberalismo reúne en su seno distintas capas sociales y si en estos momentos hacemos diferenciaciones entre esas capas solamente iremos contra la lógica en nuestro perjuicio.”12 Para el caso de toda la región, acotaba: “La América Latina, unida se salvará; desunida perecerá. /“Trabajemos compañeros, por esa unificación; para asegurar la verdadera independencia de nuestros pueblos...”13 

2. La batalla de las ideas frente a la influencia ideológica imperial en nuestros pueblos 

Los procesos revolucionarios en Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua y Venezuela, no son ni pueden ser idénticos. En consecuencia, no debe pretenderse su uniformidad. Todos buscan lo mismo, la felicidad  de los pueblos, pero las vías para lograrlo son diversas. En entrevista que Daniel Ortega brindara a Jorge Ramos de Univisión en marzo de 2006,  a la pregunta si él, de nuevo en la presidencia, “entraría en el grupo de Castro, Chávez, Evo Morales; o entraría al grupo de Kirchner, Bachellet en Chile…”, respondió: “Creo que no hay grupos, sencillamente, hay un proceso en América Latina donde, cada espacio se va abriendo, a partir de las características, las particularidades de los elementos históricos, sociológicos, culturales de cada nación latinoamericana…”14 Justamente sobre esa base, Daniel Ortega siempre ha declarado la vocación socialista del FSLN y, con más razón,  ahora que Nicaragua, es miembro del ALBA.    

Sobre nuestras naciones, las influencias culturales, políticas e ideológicas de los enemigos de clase son diversas. En unas, estas influencias pesan más que en otras. Es claro que el pueblo cubano es el más desembarazado de las influencias del imperio y sus lacayos. Aún así, a lo interno de la isla, también se plantea la batalla de las ideas. Refiriéndose a un medio de comunicación de la Revolución, Fidel anotó en abril de 2008: “Hay que tener mucho cuidado con todo lo que se afirma, para no hacerle el juego a la ideología enemiga. […] Medítese bien lo que se dice, lo que se afirma, para no hacer concesiones vergonzosas…”15 

En Venezuela Chávez insiste en la necesidad de derrotar a la burocracia y la corrupción para evitar que estos vicios acaben con la revolución.16 Y en el Congreso reciente del PSUV, hizo referencia a lo crónico que se han vuelto en algunos estados venezolanos el pleito y las confrontaciones entre compañeros.17 Roy Chaderton Matos observa que aunque hay cuadros que cumplen cabalmente sus compromisos con el pueblo, “otros, incrustados en el Proceso Bolivariano disfrutan las mieles del poder, subestiman a los trabajadores o abandonan a sus compatriotas humildes y en su autismo revolucionario no escuchan la voz de la calle”.18  

En Nicaragua, la influencia ideológica de la derecha sobre los sectores populares no es poca. En muchas mentes sencillas de la población se hace sentir una identificación ingenua con proyectos de la oligarquía. ¿Puede una revolución desconocer esta realidad? ¿Expropiar a diestra y siniestra a todo propietario privado? ¿Desconocer que el individualismo inculcado a lo largo de 16 años de desgobiernos neoliberales prendió con fuerza en gran parte de la población de Nicaragua, fenómeno del que no ha escapado cierto sector de la militancia sandinista? 

La influencia de la ideología neoliberal sobre los pueblos no debe ignorarse. De lo contrario, marcharemos por caminos inciertos que nos conducirían al abismo. La batalla de las ideas, aunque compleja, es una suerte de antídoto contra esa ideología; una forma eficaz de hacerle frente. Esta batalla librada de forma permanente y consecuente, más las transformaciones revolucionarias que se operen en nuestras naciones, son la garantía de que éstas inicien o consoliden la construcción del socialismo. Pero esta lucha está llamada no a convencer al enemigo de clase para que deje ser tal, sino al rescate de los sectores populares arrastrados por la ideología que él sustenta.    

III. La revolución nicaragüense ayer y hoy 

1. La experiencia sandinista en los años ochenta  

En Nicaragua, el triunfo revolucionario de 1979 liderado por el FSLN, abrió todo un proceso de transformaciones socio-económicas radicales que beneficiaron a la mayoría de la población: una profunda reforma agraria que entregó miles de manzanas de tierra al campesinado; la entrega de casas y terrenos a miles de pobladores de las ciudades; el establecimiento de servicios de salud y educación gratuitos; campañas nacionales de salud que eliminaron la poliomielitis, la malaria y el sarampión; una cruzada nacional de alfabetización que redujo sensiblemente el analfabetismo; el otorgamiento de créditos a los pequeños y medianos productores; la consecución de becas de estudios universitarios en el extranjero para miles de jóvenes; la adopción de una política interna y externa soberana, etc. Mas los enemigos internos y externos de la Revolución, en aras de liquidar el poder popular que esta instituyó, impusieron una guerra de agresión al país que, amén de provocar miles de muertos, heridos y mutilados, mermaron muy severamente las posibilidades de cambiar de raíz la suerte de los explotados.    

El poder revolucionario actuó siempre con buena intención, pero al tratar de cambiar, por ejemplo, la realidad de la costa Caribe del país, sin tomar en cuenta lo que los costeños deseaban, siendo ellos mismos los protagonistas principales de la transformación integral de su región, en correspondencia con sus propias costumbres e idiosincrasia, se sintieron defraudados y, por ello, muchos de ellos se alzaron en armas contra el Gobierno Sandinista. A la Revolución le faltó una visión antropológica de la costa Caribe. Por lo demás, la población de la misma no se sentía identificada con el Pacífico y fue presa de la propaganda anticubana inculcada por muchos años durante la dictadura somocista. De ahí que los costeños atribuyeran la escasez de alimentos a que “toda la comida” iba “al ejército” o a que, presuntamente,  se vendían “todos los frijoles a Cuba”. No extraña que el miedo al comunismo se constituyera en un gran obstáculo para la marcha de la Revolución  en el país.19

La dirigencia sandinista estaba conformada por un grupo de personas con mucha convicción, coraje y deseos de transformar el país en todos los campos, pero carecía de experiencia para administrar el Estado. De hecho, esa dirigencia, de un día a otro, pasó de la guerra al gobierno. Claro, el fondo sobre el cual aparecieron los problemas en los años 80 fue el hecho de que el país se viera sometido a agresiones de orden militar, económico y político por parte del imperio yanqui. Pero consciente de los errores cometidos, el Comandante Ortega pidió perdón por ello a los misquitos, habitantes del Caribe nicaragüense.20  Tomás Borge Martínez admite, entre otras cosas, la comisión de errores en la política económica. Pone de ejemplo, la nacionalización del comercio interior, que “provocó que muchos sectores campesinos se resintieran con nosotros porque les quitábamos sus productos para vendérselos a un precio que […] creíamos más adecuado para la población, todo lo cual implicó malestar e insatisfacción de los anhelos alimenticios del pueblo de Nicaragua.”21 

No obstante lo arriba expuesto, existe una izquierda que se aferra a ver las cosas en blanco y negro, sin matices, sin claros oscuros, sin tránsitos de ningún tipo. Juzga los procesos revolucionarios partiendo de  esquemas, dogmas. Por ello no es  extraño verla citando a Marx, Engels  y Lenin con la vana pretensión de  demostrar la terrenalidad de sus aseveraciones. Leamos una muestra de ese esquematismo aplicado, en este caso particular, como “plataforma teórica” para criticar a la Nicaragua Sandinista en los años ochenta:  

“La transición al socialismo sólo puede iniciarse si previamente son estatizados […] los medios de producción […] y estos medios de producción son gestionados directamente por los propios trabajadores y el resto de los explotados, destruyendo el viejo estado forjado por la burguesía […] y construyendo un estado revolucionario basado en consejos obreros y campesinos formados por voceros elegibles y revocables. Sin esto es imposible hablar de transición” al socialismo. Y a renglón seguido leemos: “Intentar mezclar socialismo y capitalismo es tan imposible como mezclar agua y aceite. […] Por las propias características del capitalismo, el mantenimiento de una parte de la economía en manos capitalistas somete inevitablemente al conjunto de la economía […] a las leyes de la economía de mercado. Esto imposibilita solucionar […] los problemas que el capitalismo ha creado.” 22  

Esa izquierda ni siquiera advierte los cambios operados en las posiciones de  los  clásicos. Para dar una muestra de  ello, en sus Tareas inmediatas del Poder Soviético, Lenin llamaba a “interrumpir”, en términos “metafóricos”, el avance rojo de expropiaciones contra el capital, partiendo de que la revolución no poseía aún suficientes cuadros técnicos y profesionales capaces de organizar la contabilidad y el control riguroso de la producción y la distribución por todo el pueblo, lo que imponía la necesidad de aprender de los cuadros de la burguesía. Sin ese paso de por medio, resultaba imposible continuar el tránsito al socialismo.23 

2. Nicaragua Sandinista hoy  

Con sus programas de transformación revolucionaria de la sociedad, el gobierno de Daniel Ortega, tan atacado por la derecha local e internacional (faena a la que se suma gustosa la izquierda renegada criolla), ha hecho “desaparecer” a buena parte de los niños de la calle. Dicho en palabras de Jorge Capelán: “A la mayoría […] se los debe haber tragado el ALBA. Se los debe haber llevado la salud y la escuela desprivatizadas, se los debe haber llevado el Hambre Cero, o algún proyecto que les dio a sus madres una manera de ganarse la vida. Tal vez se los llevó la tarifa de transporte urbano congelada a 2,50 córdobas.”24 Mas, no conforme con lo que hasta ahora se ha hecho por la niñez nicaragüense, el Gobierno de Unidad y Reconciliación Nacional, destinará este año que apenas se inicia, 15 millones de dólares para ampliar la cobertura de programas destinados a elevar el nivel de vida de la niñez, que soporta una situación de extrema pobreza generada por las políticas neoliberales aplicadas durante los 16 años de gobiernos neoliberales25, y no por las del actual gobierno como sostiene la derecha.  

Como señala Rosario Murillo, Coordinadora del Consejo de Comunicación y Ciudadanía para el Desarrollo y el Bienestar, solo un gobierno sensible, revolucionario y comprometido con el pueblo, en plena conjugación con la juventud y el Poder Ciudadano, pudo hacer posible que Nicaragua fuera declarada Territorio Libre de Analfabetismo. 26 Téngase en cuenta que,  en lo fundamental, son gobiernos con clara vocación por sus pueblos los que hacen y han hecho posible tan magno logro social: Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua y Venezuela.27  

Cuando Daniel Ortega asumió la presidencia, había un millón 750 mil nicaragüenses privados del derecho al servicio de agua potable, pero en sólo 3 años esa cifra se redujo a 750 mil nicaragüenses.28  

De enero de 2007 al presente, las exportaciones pasaron de $1050 millones a $1202 millones; las reservas internacionales netas de $859 millones a $1019 millones; la deuda externa bajó de $4527 millones a $3385 millones. Al siguiente día de su toma de posesión, Ortega decretó la gratuidad de los servicios de salud pública y de la educación pública primaria y secundaria. A estas alturas, la crisis energética ya fue superada; los apagones de más de 12 horas, son cosa del pasado neoliberal. Los salarios en el Ejecutivo bajaron de $7000 a $3000 dólares. Nicaragua se incorporó a la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) y a Petrocaribe-ALBA, asegurándose así, entre otras cosas, el suministro de 10 millones de barriles de petróleo anuales. Más de 35 mil nicaragüenses han sido beneficiados con la Misión Milagro que esta alianza impulsa.  

Se ha duplicado el número de sindicatos. Los afiliados a la seguridad social pasaron de 440 mil a más de 490 mil. El Programa Hambre Cero y el bono productivo alimentario de $1500 para cada mujer, han beneficiado a más de 30 mil familias. Se han abierto más de 1000 puestos de distribución de granos básicos para combatir el hambre y la inflación especulativa; el crédito agropecuario se ha triplicado, beneficiando sobre todo a los pequeños y medianos productores. Se han entregado semillas mejoradas a más de 200 mil productores. Pese a la crisis internacional, Nicaragua está ampliando sus mercados con Venezuela, Rusia y China. Dentro del ámbito revolucionario reinante en el país, Miguel D´Escoto Brockmann fue electo Presidente de la LXIII Asamblea General de la ONU; el FSLN pudo ganarle a la derecha unida en las elecciones municipales de noviembre de 2008, alzándose con 109 alcaldías. 29 

En entrevista brindada a Karla Jacobs, Scarlet Cuadra Waters, editora de la revista Correo, declara que en Nicaragua Sandinista se está poniendo énfasis en la creación de oportunidades para que hombres y mujeres en general tengan acceso a la educación. En cuanto a política económica se refiere, señala que está dirigida en lo esencial a apoyar a las mujeres. “En el programa del bono productivo, conocido como el Hambre Cero, dan prioridad a aquellos hogares donde la mujer es jefa de familia […]. Y se le deposita poder en las manos de la mujer.” A las mujeres se les dan “sus gallinas, sus chanchitos, su vaca, etc. […] Hay gente que se ríe y se burla de este programa pero no saben el impacto que tiene en la familia saber ser poseedora de bienes que van primero por la sobrevivencia pero también […] por la gestión y producción de recursos que va[n] a significar cambios importantes en su vida desde el nivel de la alimentación de la familia”. 

La presencia de mujeres en cargos públicos, asegura, aunque es formal, se  constituye también en ayuda porque va creando otra imagen de las cosas: “Incide en que los colectivos de mujeres vean a mujeres tomando decisiones, participando. Y no solamente a nivel de las esferas de gobierno sino […] también en sus propias comunidades”. Los Consejos de Poder Ciudadano (CPC) son, a su entender, espacios efectivos de participación de hombres y mujeres por igual. Los ministros del país son hijos del pueblo, se acercan “más a la gente”. A pesar de la penalización del aborto terapéutico a fines del 2006, acota Cuadra Waters, “los avances en el campo de la salud que ha impulsado este gobierno han significado también salud para la mujer”, expresada en un descenso en el índice de mortalidad materna.30  

En el artículo “El mundo que el imperio nos impone”31, expresamos: “El trato diferenciado que el imperio y sus medios dan a los países a partir de que sus gobernantes le sean o no fieles, es expuesto magistralmente por el autor Vicent Boix, actuando desde los medios alternativos. Refiriéndose a una resolución que el Parlamento Europeo (PE) suscribiera en diciembre pasado [2008] en contra del gobierno de Daniel Ortega, comienza a explicarse la misma a partir de lo que “no ha sucedido” ni dentro ni fuera de Nicaragua, pero haciendo clara alusión a lo que sí ha hecho Israel, con la abierta venia del imperio, en contra de la población de Gaza y de otros territorios árabes.”  Y a renglón seguido lo citábamos textualmente: 

“El ejecutivo nicaragüense […] no ha orquestado ningún asesinato sistemático. No ha bombardeado a nadie. No ha ocupado violenta y militarmente ningún espacio ajeno. No mantiene a miles de presos políticos. No dispone de alta tecnología militar, ni de armas nucleares de destrucción masiva, ni disemina fósforo blanco entre la población, ni destruye colegios de la ONU. Tampoco ha ensamblado bloqueo económico contra nadie. No ha atacado ni destruido mezquitas, catedrales o universidades. No viola las resoluciones, ni chulea a las Naciones Unidas. No ha provocado exiliados ni campos de refugiados. No ha diseccionado territorios ni aislado a personas mediante muro alguno. No ha edificado asentamientos ilegales en países vecinos, y como no hay colonos, éstos no amedrentan a la población autóctona. No ha robado impuestos a las naciones colindantes. Y no impide el transporte de ayuda humanitaria, alimentos o medicinas.”   

3. Gestión internacional del Gobierno Sandinista 

En un plano diametralmente opuesto al que juegan en el continente americano, países que actualmente se ven gobernados por agentes del imperio, como Uribe en Colombia y Alan García en Perú, y fuera de nuestro continente, en Medio Oriente, el gobierno israelí; Daniel Ortega, desde que asumió la presidencia se ha venido destacando por una política exterior destinada a la búsqueda incesante de la unidad latinoamericana; a combatir las políticas guerreristas de Washington y sus aliados europeos; a entablar relaciones con diversidad de países del mundo, sobre todo con aquellos que, según el imperio, son terroristas como Cuba, Irán, Líbia y Venezuela; a declarar su franca amistad con grupos guerrilleros como las FARC, a cuyos miembros llama hermanos. 

Como dice Jorge Capelán refiriéndose al gobierno de Ortega, “fue de los pocos con el valor de dar asilo a las compañeras mexicanas del campamento de las Farc que Uribe bombardeó en territorio ecuatoriano a inicios de 2008, que sin vacilar le abrió las puertas de par en par al presidente Manuel Zelaya […], un país [Nicaragua] con un presidente que le recordó públicamente a Obama que no podemos olvidar nuestra historia, un país que, cuando tuvo un ciudadano suyo al frente de la Asamblea General de las Naciones Unidas, con toda claridad llamó por su nombre al genocidio israelí contra el pueblo palestino de Gaza.”

No debe causar sorpresa que Daniel Ortega sostuviera en la VII Cumbre del ALBA, celebrada en La Habana, Cuba, que debemos pensar más seriamente que nunca qué tipo de relación se establece entre los pueblos latinoamericanos y EEUU, dado que en esa relación, anotó, la potestad la tiene el imperio, que conspira todos los días en contra de los pueblos de la región. “El imperio no entiende de diálogo […] está acostumbrado […] a ordenar, a mandar”, y de no hacerse lo que él quiere, “entonces viene la sanción…”. En cambio, en “el ALBA ninguno de sus países desarrolla políticas de guerra, políticas de muerte”; ninguno “apuesta a mantener el status-quo de explotación de los pueblos, de empobrecimiento de nuestros pueblos…”

Refiriéndose siempre a EEUU dijo: “La cabeza del terrorismo en el mundo está en el norte, no está en el sur”. Este terrorismo se manifiesta en el fracasado golpe de Estado lanzado contra el comandante Hugo Chávez; en el golpe militar en Honduras contra el presidente Manuel Zelaya; en los bombardeos brutales en Irán y Afganistán. Terrorismo es igualmente, acotó, “continuar con esa política de querer definir la actuación de cada uno de los países en el mundo…”, agregando que el imperio “tiene un presidente que en la reunión de Trinidad y Tobago habló de una nueva relación con América Latina y que en su campaña electoral habló de una política de paz”, pero tras ordenar el envío de tropas a Afganistán, se fue a recibir el premio Nóbel de la Paz.32 

Al igual que en los demás países del ALBA, mucho está por hacerse en Nicaragua, pero la meta hacia el porvenir socialista, aunque llena de obstáculos y de peligros que provienen del imperio, está claramente trazada. Nada, ni nadie detendrá al Sandinismo para cumplir cabalmente con la misma; como tampoco nada detendrá a los países del ALBA en su conjunto a continuar su lucha por unir e integrar a toda Nuestra América para aislar y vencer al imperio y, sobre todo, para realizar los anhelos de una segunda y definitiva independencia. 




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