Afirmación y vida

Álvaro Uribe ha declarado recientemente en México que no se arrepiente de lo que hizo en Ecuador y que lo haría de nuevo si lo considerare necesario. Este personaje, generalmente sinuoso como una serpiente, se abre ahora engallado, echando al cesto sus promesas y compungidos gestos frente a los presidentes en Santo Domingo, así como los compromisos derivados de las resoluciones de la OEA. Evidentemente, el resto de pudor que le quedaba ante los sentimientos patrióticos latinoamericanos saltó hecho trizas bajo la presión del genocida de la Casa Blanca.

¿Significa que podría agredir a Venezuela, como punta de lanza de la despedida con que sueña el señor Bush, o forma parte de un cuadro intimidatorio dirigido a influir en nuestro proceso electoral de noviembre? Otros signos ominosos se dibujan tanto dentro como fuera de nuestras fronteras nacionales. La consabida balumba mediática aumenta sus truenos, los voceros imperiales trabajan extra, una flota gringa encabezada por su mayor portaviones viene “con intención protectora” a ejecutar maniobras ¡durante seis meses! en aguas caribeñas.

Puertas adentro vemos desenvolverse el juego conocido, con los capitostes del fascismo mostrando una carta “democrática”, asomando la artera de la violencia --con paramilitares y otros agentes de terror-- y manteniendo en sus manos el control del oposicionismo, mientras quienes parecieran querer jugar con decencia hacen tímidas apuestas pero no muestran el fuelle necesario para liberarse de aquellos. Y en conjunto, no hay siquiera una --¡una!-- postura positiva, ninguna propuesta en torno a los problemas sociales, ningún planteamiento que apunte al porvenir. Todo es negar, deformar, desconocer y mentir. Claro, porque su desiderátum inconfesable es el retorno al pasado, adonde no volverán.

Entre tanto el Presidente y su gobierno, indistintamente de las infaltables limitaciones y problemas, y de que no todo el equipo se mueve acompasado con el mánager, continúan enhebrando con el pueblo el hilo de una historia superior. Se están cumpliendo cinco años de Barrio Adentro, el maravilloso programa que llevó la atención médica, desde la fase preventiva, a millones que jamás la tuvieron; programa que viene siendo repotenciado y forma parte básica del proyecto de Servicio Público Nacional de Salud, el cual concibe ésta, no sólo como ausencia de enfermedad –logro que en sí sería singular--, sino como calidad de vida, y por ello es la concepción más grandiosa imaginada en relación con esta área humana fundamental y envuelve la acción multisectorial del Estado, junto con la participación popular.

Se impulsa así mismo el desarrollo de las otras Misiones, y la creación de la denominada 13 de Abril, trascendentales todas, especialmente referidas a vencer la discriminación sistemática en los ámbitos de educación, alimentación, trabajo, ciencia, tecnología, cultura y muchos otros y a la recuperación por el pueblo del poder que los bloques dominantes históricos le habían usurpado. Ya hay más de quince mil mercalitos y empiezan a multiplicarse los pdvalitos, ideados para que la gran mayoría agredida supere el vil tejemaneje del desabastecimiento y los altos precios inducidos, y se echan las bases estratégicas para conquistar la suficiencia en materia de producción de vegetales, cárnicos y lácteos. Los consejos comunales empiezan a proliferar y caminar solos.

La juventud se organiza y asegura el futuro del proceso revolucionario. Se dan pasos para que las universidades nacionales sean eso y no centros de exclusión social pagados por todos. Se recuperan espacios públicos. Se obtienen éxitos en la incautación de drogas. Avanza la red ferroviaria. Los centros de recreación se llenan, los pasajes se agotan. El acero y el cemento son ahora de la nación, cuya condición soberana sigue fortaleciéndose. Ante la clase obrera se abren horizontes de unidad y sostenidos avances legales y políticos con el nuevo ministro de firme conciencia proletaria Roberto Hernández. La proyección internacional camina: Banco del Sur, acuerdos múltiples, ALBA, liderazgo, transnacionales vencidas. Y mucho más, sin una palabra de los medios. Esto es: negación y muerte versus afirmación y vida.



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Freddy J. Melo / ABP


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