El honorable cerdito de Oscar Arias

Costa Rica es otro país de Centroamérica cuyos presidentes son cuidadosamente elegidos por el Departamento de Estado norteamericano. Es una pequeña factoría gringa, y todos sus jefes de estado llevan el sello de Pepe Figueres y Rómulo Betancourt. Oscar Arias es de los más deprimentes vasallos del Norte, y lo hemos visto con persistencia procurando coger pantalla, con cara de borrachito trasnochado, pero casi nadie le para. Por su extenuante y muy bien pagada aspecto de pendejo, recibió el Nobel de los Pendejos, más bien. Pero qué podemos pensar de este tipo a quien en 1970, el Presidente José Figueres lo nombró su asesor en la Casa Presidencial y luego lo hizo Ministro de Planificación Nacional. Esto lo dice todo. Ha sido Oscar Arias toda la vida un perrito faldero de lo yanquis, y he aquí algunos de los cargos que ha ocupado: Miembro del Advisory Board Member the United Nations Miembro del Staff College Project. Estados Unidos de América; Miembro del Proyecto The 2B1 Foundation (donde trabaja Nicolás Negroponte, hijo del asesino Dimitri Negroponte, quien persistentemente agrede a Venezuela). Miembro de No Peace without Justice, Miembro del International Advisory Board, New England Circle. Miembro del International Phisisains for the Prevention of Nuclear War; Miembro de Transparencia Internacional. Berlín, Alemania. Miembro del Programa Internacional de Liderazgo de la Fundación Rockefeller (dependiente de la CIA).

En los últimos tiempos Oscar Arias ha estado tratando, ferozmente, de disputarles el puesto de enemigo de Número Uno de Chávez en América Latina (y gran defensor de la democracia americana) a Alan García y a Vicente Fox, entre otros genuflexos mandatarios, pero, lástima, nuestro comandante no le ha parado.

Pero veamos someramente, quién fue Pepe Figueres, el padre ideológico de Arias, para que entendamos además cómo esta formada la pasta de los hombres que gobiernan a esa colonia gringa llamada Costa Rica: El periodista Alan Riding define a Pepe Figueres, en un artículo del 26 de enero de 1981 del The New York Times: “Es un admirador incondicional de los Estados Unidos, que habla inglés con bastante fluidez, estudió en la universidad de Harvard y bromea cuando dice que él es primero catalán, segundo gringo y tercero costarricense; acepta haber trabajado para la CIA… “Fui –dice Pepe- buen amigo de Allen Dulles, quien como ustedes saben tenía un hermano muy estúpido, John Foster… No importa, el Departamento Cultural de la CIA me ayudó a financiar una revista y algunas conferencias para la juventud de Costa Rica.”.

En el libro de Sáez Mérida[1], infaltable para cualquier análisis sobre la personalidad de Betancourt, encontramos con claridad quién era este Pepe Figueres. Ante todo un fellow traver sin secretos tanto de Betancourt como de Luis Muñoz Marín. A mediados de la década de los setenta, cuando se suponía que ya el comunismo no era peligro alguno para el hemisferio y definitivamente la Doctrina Betancourt lo había extirpado por los siglos de los siglos, pues Pepe Figueres se consideraba un héroe latinoamericano quien había colocado su grano de arena para acabar con esta plaga política. De modo que ya podía explayarse a sus anchas y revelar cosas del pasado que se habían mantenido en sumo secreto. En aquellos años se encontraba sobre el tapete el asunto horrible de la matanza de Tlatelolco en México, y Figueres se sintió en la obligación de defender al ex presidente Echeverría a quien se “estaba atacando tan injustamente”. Fue entonces cuando él dijo que muchos presidentes y dirigentes políticos latinoamericanos habían tenido estrechas relaciones con la CIA, y se “aprovecharon de sus servicios… y no tengo empacho en reconocerlo así”. Cuando se planifique la invasión a Cuba por Bahía Cochinos, a Figueres no se le informará desde la CIA, como sí se le hará a Betancourt. Cuando estalla la operación, llama desalentado a Arthur Schlesinger y muy deprimido le pregunta que cómo es posible que se le haya dejado de lado, siendo él un hombre que se debe considerar clave y muy importante para las operaciones encubiertas de EE UU en el continente. Schlesinger narra este estado de desesperación de Figueres en los siguientes términos: “Aquella noche vino a cenar a mi casa José Figueres. Nunca lo había visto tan desalentado. Estaba resentido por el hecho de que el gobierno de los Estados Unidos no hubiese tenido la suficiente confianza en él o en Betancourt para informarles de ella. “¿Cómo podemos tener alianza”, dijo casi con encono, “si nuestros amigos no quieren creer que se nos pueden fiar secretos? Yo puedo estar en desacuerdo con una cosa, pero aún así se puede confiar en que no diga nada sobre ella”[2]”.

Concluyó Schlesinger que la reunión se mantuvo malhumorada y ensombrecida por las precauciones y recelos de Figueres[3].

Pepe Figueres fue uno de los casos más representativos, de esa clase dirigente que tempranamente, desde la década de los cuarenta, comienza a ser entrenada por el Departamento de Estado para tener una decisiva participación en defensa de los intereses norteamericanos en el área del Caribe y Centroamérica. Ya en mayo de 1951, a los 45 años de edad, Figueres estaba recibiendo en Nueva York un homenaje de la Asociación Interamericana Pro Democracia y Libertad, dependiente de la CIA. Con todo un programa entre manos para entrar en acción, siempre pendiendo de la Casa Blanca, en octubre de este mismo año, funda el Partido Liberación Nacional. Su trabajo político fue muy provechoso y eficaz, bajo la dirección de Rómulo Betancourt, y en 1953 Figueres es elegido Presidente de la República con el 65% de los votantes. Siguiendo la línea que un grupo de senadores norteamericanos le dictan, con el fin de Betancourt pueda volverse hacer con el poder de su país, Figueres decide mantener ausente a Costa Rica de la X Conferencia Interamericana en Caracas (en protesta contra la dictadura de Pérez Jiménez y en solidaridad con los presos políticos de ese hermano país). Manteniendo sus estrechos lazos con los hermanos Foster y Allen Dulles (para lo cual entre otras cosas ha llegado a ser Presidente), firma los nuevos contratos bananeros entre el Gobierno y la United Fruit Company.

En febrero de 1956, lo encontramos de visita Puerto Rico invitado por el Gobernador Luis Muñoz Marín y el julio de ese mismo. En junio de 1958 es invitado por el Congreso de los Estados Unidos a rendir testimonio sobre la política de Washington hacia la América Latina, y en julio de este mismo año aparece la publicación de "Combate" que hoy se sabe estaba totalmente financiado por la CIA y en cuyo consejo editorial figuran también Rómulo Betancourt, Víctor Raúl Haya de la Torre, Eduardo Santos y Norman Thomas, mientras quien funge de Director es Luis Alberto Monge.

En febrero de 1959, es invitado a la toma de posesión de Betancourt y firma la conocida Declaración de Caracas. En marzo de ese mismo año, y con fines de pretender sabotear la Revolución Cubana, tiene el tupé de decirle a Fidel Castro sobre las desviaciones ideológicas que observa y lo declara en La Habana en un acto de masas en el que se le quita el micrófono y se le manda al carajo. Es entonces cuando decide en abril de 1959 tratar la delicada situación que se está generando en Cuba con Adlai Stevenson, el Vicepresidente Richard Nixon y Nelson Rockefeller.
En diciembre de 1960, Adolf Berle, coordinador del grupo de trabajo del Partido Demócrata sobre América Latina, solicita opiniones a Figueres para definir la política de John F. Kennedy hacia la región, y de aquí sale la propuesta de anunciar en la Unión Panamericana de Washington el programa de Alianza para el Progreso. En abril de 1960, Figueres se reúne en la Casa Blanca con Kennedy como portavoz de la Social Democracia Latinoamericana, entregándole una declaración de apoyo a la Alianza para el Progreso suscrita por 24 partidos populares. El 11 de abril de 1962, pronuncia una conferencia en la Unión Panamericana de Washington sobre la Alianza para el Progreso dentro de un ciclo que contó con el Secretario de Estado, Dean Rusk, Raúl Prebisch de la CEPAL y Milton Eisenhower de la Universidad Johns Hopkins. En mayo de 1962 viaja a Venezuela para dictarles líneas emanadas de Washington a los líderes de AD y de COPEI, elativas a cómo enfrentar el problema de la subversión y de la guerrilla.

En 1965 se perfila como un de los arquitectos ideológicos de la invasión a la República Dominicana, y por este motivo es llamado a la Casa Blanca por el Presidente Lyndon B. Johnson para consultas junto con Rómulo Betancourt y Luis Muñoz Marín. El 27 de mayo de 1965 pronuncia un discurso explicando a los costarricenses su participación en la crisis de la República Dominicana. En 1967 viaja a Taipei invitado a la Primera Conferencia Mundial de la Liga Anticomunista. De regreso, visita a Rómulo Betancourt en Berna, Suiza, donde se encuentra también con Luis Muñoz Marín. En febrero de 1970 vuelve a ganar la elección para Presidente con el 54,8 por ciento de los votos.

En octubre de ese mismo año, el Presidente Richard Nixon en la Casa Blanca le hace una fastuosa recepción.



[1] Ut supra, págs. 365-367.

[2] Citado en “La cara oculta de Rómulo Betancourt”, Simón Sáez Mérida – Fondo Editorial almargen. Caracas, 1997, pág. 367.

[3] Hay que tener en cuenta, que cuando Carlos Andrés Pérez asuma el poder en 1974, Figueres lo actualizará en relación con lo que tenga que ver con las actividades diplomáticas de nuevo tipo que la CIA pondrá en práctica en todo el continente latinoamericano. Trabajarán muy intensamente en este rediseño a favor de las políticas de Washington: Ramón Escovar Salom, Carmelo Lauría, Simón Alberto Consalvi y David Morales Bello.

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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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