A la "brillantísima" Canciller, hermana del no menos "genial" Jorge Rodríguez, a última hora se le prendió el bombillo cuando decide darnos un golpe efectista con la intempestiva visita de Maduro a la sede del Vaticano para solicitar un auxilio, suerte de analgésico que busca calmar temporalmente los fuertes dolores que padece hoy la Republica, como consecuencia de esos abusos continuistas de camarillas que llevan diecisiete años secuestrando el poder, y ahora nos sumerge en una espantosa crisis de liderazgo, solo comparable a los días postreros cuando la historia sepultaba ciclos que perdieron su vigencia.
En reiteradas ocasiones hemos dicho que los gobiernos no los tumban, que caen cuando los gobernantes se vuelven un ocho por incapacidad y falta de pertinencia para sortear las dificultades. Y conste que hay otras implicaciones que ocasionan el vacío de poder que agrieta la vida institucional; y que la crisis va más allá de ese estúpido duelo a muerte entre contrincantes de desigual calibre. En la actualidad la MUD esta tan desprestigiada, que a todas luces resulta ridículo que sus cabecillas insistan en amagar mostrando el musculo que tomaron prestado el 6D con el voto castigo. Y porque la mentira tiene patas corta y los embusteros tienen poca audiencia, se diría que la MUD más bien se parece al CID Campeador que quería ganar batalla después de muerto.
De modo que no hay que hacerse ilusiones con la intervención de la Santa Sede en ese cacareado dialogo que murió antes de nacer, pues será como los vapores de la fantasía del poema de Andrés Eloy Blanco. Y porque no hay nada oculto entre cielo y tierra, hasta las piedras saben que los contrincantes no calzan puntos para merecer la confianza de las mayoría que no tardaron en despertar; y ahora están convencidas que la MUD y el PSUV solo están interesados en raspar la olla en estos tiempos de vaca flaca. Por lo pronto, resignémonos a que Dios nos agarre confesados. Que tal.
