Un acuerdo de Paz al viejo estilo del policía bueno (Santos) y el policía malo (Uribe)

No hay país sobre la faz de la Tierra que no necesite ni merezca vivir en Paz. Al menos eso quisiéramos pensar en un mundo donde, para nuestra acostumbrada desgracia, de manera desvergonzada solo "el negocio de la producción y venta de juguetes de guerra hoy en día es casi tan grande como el comercio de armas" (Fidel Castro). Esta aberrante realidad viene de manera estratégica siendo impuesta por un sistema social que actualmente capitaliza y protagoniza, discreta o abiertamente, la inmensa mayoría de todos los conflictos armados que emergen en cualquier remoto paraje de nuestro planeta (de los 248 conflictos bélicos que han surgido después de la segunda guerra mundial ha participado en 201).

Buscando con fría racionalidad, mantener y garantizar los más lucrativos negocios a su poderoso industrial militar (se calcula que sólo el gobierno norteamericano controla más del 50 por ciento del mercado global, unos 36 mil 200 millones de dólares anuales, cifra que debe ser muy superior por el tráfico ilegal y secreto de los bien llamados "perros de la guerra" a los que también surten con estratégico y complaciente esmero -recientemente se ha conocido que tras analizar 1.700 casquillos sobre el terreno, la organización Conflict Armament Research desveló que el 20% de las municiones empleadas por los combatientes del Estado Islámico habían sido fabricadas en Estados Unidos-).

Vorágine que lleva a la más famosa democracia del planeta y los principales defensores de los DDHH del Universo, ha ser los responsables directos de la muerte de entre 20 y 30 millones de personas en el mundo desde finales de la Segunda Guerra Mundial. Para colmo, lo ironía se transforma en locura, cuando vemos que toda la inversión de la investigación y desarrollo en innovación de estas armas, cada vez más "inteligentes" y letales, provienen de fondos públicos y, a pesar de ello, las ganancias de su comercio se las llevan las grandes corporaciones privadas que conforman su aparataje industrial militar.

Es decir que los fondos públicos, de los contribuyentes en Estados Unidos, mantienen y soportan estos super fabulosos y abultados presupuestos para la investigación y posterior adquisición de estos equipos (1531 mil millones de dólares al año, el 43% del total que se gasta en el mundo). Según el Departamento de Justicia de Estados Unidos, en 2013, que es el último año del que hay cifras oficiales, se vendieron 16,3 millones de armas de fuego en ese país. Eso significa 44.889 armas al día, se considera que la mitad de las armas de fuego del mundo están en manos de civiles estadounidenses, lo que conlleva que en los últimos 10 años hubo más muertos por tiroteos que por ataques calificados de "terroristas" en EE.UU).

¿Se abre un proceso de Paz para Colombia o se pretende trasladar la guerra hacia nuestro país?. Resulta una inquietud válida que bien podría inquietar ha cualquier mortal medianamente informado en este país. Si bien apoyamos con sincera hermandad este proceso de Paz, no podemos dejar de decir que aún cuando sabemos que fue una preocupación y un incuestionable aporte de nuestro eterno Comandante Chávez para con Colombia (como de manera desafiante reconoció el propio Timochenko), este Proceso, que ya tuvo un tremendo traspié este domingo, traería consecuencias importantes e inmediatas sobre la realidad política de latinoamérica, sobretodo para Venezuela, que nos debería no solo mantener alertas sino cautelosamente con el "fusil" muy cerca de las manos.

Al pueblo colombiano lo han acostumbrado tanto a la Guerra como nuestra Humanidad a las armas, tanto que a nuestros propios hijos se las inculcamos como juguete imprescindible para su entretenimiento. La genuflexa manera como Santos evidencia incondicionalidad hacia los intereses norteamericanos en la región, no hace mucho tiempo atrás lo hacían un candidato poco probable (y mucho menos fiable) para que lograra un acuerdo de Paz con las FARC-EP. Heredero de cuna de la más rancia de las oligarquías de la región, resultó nada menos que uno de los más decididos Ministros de Guerra en actuar como verdadero brazo ejecutor y verdugo de la reconocida sed de venganza de quien de manera enfermiza y abierta ha sido uno de los más carniceros presidentes que ha tenido Colombia. A pesar de su decidido esfuerzo por concretar un acuerdo de Paz para con este componente armado insurgente, este prontuario poco crédito le otorga para endosarle y acreditarle castas e inofensivas intenciones a su actuar "pacifista".

Este proceso de Paz no resulta nuevo para Colombia, sus encomiables propósitos sirvieron para que buena parte de los más reconocidos representantes del M-19 resultaran prácticamente exterminados, como también sirvió como celada final para que se asesinaran a Sandino. Ha sido precisamente en nombre de la paz como el gobierno norteamericano, mediante sus cipayos, han logrado cobardemente librarse de quienes por las armas demostraron mayores dotes de estratega, logrando masivo apoyo popular, estuvieron a punto de conquistar sus objetivos militares y alcanzar el Poder en sus respectivas naciones.

Ampliamente acostumbrado es para el gobierno norteamericano "jugar" al policía malo (Uribe) y al policía bueno (Santos), sobretodo cuando sabemos que ambos se encuentran en la nómina de sus intereses. Un acuerdo de paz desmovilizaría las Farc-ep y dejaría desocupado al ejército colombiano para iniciar nuevos objetivos bélicos (Venezuela), como sabemos poco conveniente sería hacerlo teniendo un frente de guerra en sus propias "narices". Alcanzada la Paz en Colombia, un sainete que como verdadero espectáculo pretenderían prolongarlo cierto un tiempo para crear un ambiente de verdadera expectativa y conmoción a nivel mundial, Santos, al final, majestuoso, se exhibiría mediáticamente como todo un paladín de la justicia y la paz, rol que le resultaría beneficioso y necesario para eventualmente realizar una suerte de "cruzada" estratégicamente necesaria, para una vez creado el ambiente de alta crispación política en Venezuela, emergiera y emprendiera una intervención militar hacia nuestro convulsionado y y en "llamas" país. Cumpliéndose así lo que establece los manuales del Pentágono que para intervenir a Venezuela primero se debe intervenir Colombia.



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Waldo Munizaga


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